Por Debany Valdés
Monterrey, N.L. (www.pastoralsiglo21.org).- 4 de diciembre del 2020
A partir de ayer 3 de diciembre, el Padre Miguel Ángel Espinosa Garza fue nombrado párroco del Santuario de Nuestra Señora de Fátima en San Pedro Garza García.
El Arzobispo de Monterrey, presidió la Santa Eucaristía en la que agradeció el tiempo de servicio en esta comunidad parroquial de Fátima a Mons. José Garza Madero, Obispo Auxiliar Electo.
Así mismo, Monseñor Rogelio dio la bienvenida al Padre Miguel Ángel y lo encomendó a la intercesión de San Francisco Javier, gran misionero y sacerdote, quien tuvo tres amores que lo guiaron, los cuales pidió acompañarán a todo sacerdote, en especial, al Padre Miguel:
“Un sacerdote que ame a Cristo, que quiera a la Iglesia y que estime y valore a cada ser humano; de esta forma se cumple el Evangelio”.
“Es necesario construir sobre roca, y construir sobre roca es aprender a cumplir la voluntad de Dios; un sacerdote está llamado para ayudar y para dejarse ayudar en la búsqueda del cumplimiento de la voluntad de Dios”.
“Padre Miguel te invito a construir esta comunidad con esos cimientos que el Señor mismo nos proporciona, con el Evangelio, con la Eucaristía y con la caridad, especialmente a los más pobres y necesitados, a los enfermos a todos los seres humanos”.
“Vamos a pedir pues para que esta parroquia de nuestra señora de Fátima siga creciendo, se siga construyendo, y cada uno de ustedes, como dice el Apóstol Pedro, se asocien como piedras vivas en esta grande construcción en la que Cristo es el cimiento y Él es también la piedra angular”.
Antes de finalizar la celebración, el nuevo Párroco del Santuario de Fátima, el Padre Miguel Ángel brindó un saludo a la comunidad:
“Lo primero que me gustaría decirles es que estoy muy contento de estar aquí, y estoy también muy agradecido con Dios y con ustedes, de manera especial quiero agradecer a todas las personas que me vinieron a dejar, a mi nueva casa, a la gente de la parroquia del Rosario y familia”.
“También quiero agradecer a todas las personas que vinieron a recibirme y abrirme las puertas de su casa, agradezco la fe que tienen, por mirar en mí, a una persona que no conocen, a un hermano y a alguien que viene a caminar con ustedes como Padre, juntos iremos encontrando los caminos y juntos los iremos andando”.
“Vamos a pedirle a Dios que de la mano de María, este sí sea siempre un sí de amor y un sí alegre, que todos le digamos que sí a Dios con generosidad y con alegría”.