Kazajistán (www.pastoralsiglo21.org) 3 de abril del 2018.- Con espíritu de oración, ecumenismo y caridad, las comunidades católicas de Asia central empiezan a vivir la Pascua.
Es una zona de población principalmente musulmana, y las comunidades de bautizados son verdaderamente una “pequeña grey”. Kazajistán es el estado en el que la presencia cristiana tiene mayores raíces, con 150 mil fieles, divididos en cuatro diócesis católicas.
En las demás naciones, los fieles son comunidades minúsculas: en Uzbekistán las cinco parroquias instituidas en las mayores ciudades del país cuentan, en conjunto, con alrededor de 3 mil bautizados, mientras en Kirguistán los bautizados son unos 500, en Turkmenistán son 200 y en Tayikistán alrededor de 150, asistidos por tres sacerdotes, reportó la agencia Fides.
Sin embargo, esto no se vive como una desventaja, sino como un privilegio, pues son la semilla evangélica que, gracias a la oración y caridad, germinará.
En Turkmenistán, Diego Sáez Martín, misionero español de los Oblatos de María Inmaculada, viaja a menudo por motivos pastorales y cuenta que la comunidad católica local está viviendo un proceso de transformación: “en el pasado, los fieles eran principalmente de orígenes ruso, ucraniano, polaco o alemán. Hoy, el porcentaje de fieles de etnia turkmena está aumentando”.
Hay gran interés y curiosidad por la fe católica, indica el misionero. El límite es que “actualmente hay solo dos sacerdotes para todo el país”, y no todos podrán participar en las celebraciones de la Pascua, debido a las grandes distancias.
En Kazajistán la Pascua llega mientras el país está pasando un fatigoso cambio del alfabeto cirílico al latino, y, para las comunidades cristianas se plantea nuevamente la cuestión de la traducción del Evangelio, de los textos sacros y de los textos litúrgicos y pastorales.
En la enorme nación del Asia central, la Pascua es una fiesta ecuménica y también interreligiosa: Kazajistán, que durante el régimen soviético fue un territorio de deportación, acoge en sí a personas de nacionalidades y de religiones diferentes, acostumbradas a relacionarse entre sí. El mismo gobierno organiza, en las principales ciudades, encuentros entre los responsables de las diferentes confesiones para favorecer el recíproco conocimiento y el diálogo sobre argumentos comunes”.
En Tayikistán la pequeña Iglesia local vive la Pascua como eventos para recibir una renovada esperanza y nuevas fuerzas para llevar la buena noticia del Evangelio a las localidades de la nación en las que no hay cristianos.
Para la Iglesia, 2017 fue un año de particular importancia, pues vivió el 20 aniversario de su renacimiento, después del periodo soviético: en 1997, efectivamente, Juan Pablo II instituyó la “Missio sui iuris”, encomendada a los sacerdotes del Verbo Encarnado.
Pedro Ramiro López, responsable de la misión local, reconoce la preciosa asistencia espiritual y material que ofrecen las monjas de la Madre Teresa de Calcuta, y dice: “Hoy la Iglesia católica, a pesar de los tiempos difíciles del pasado, ha renacido y vive una vida nueva, con valentía, esperanza y fe”. Esta es la Pascua. RD