Misa con Colectores y Promotores de Nuestro Seminario de Monterrey, San Pedro – 1 de junio de 2017
Gracias por venir este encuentro en esta casa que, no solamente tiene recuerdos, sino también sigue siendo todo este entorno un centro de formación sacerdotal. Quiero agradecerles todo lo que hacen por nuestro Seminario, por promover.
Cuando estaba leyendo la oración de san Justino me vino a la mente toda la actividad que realizan. San Justino fue un apologeta, es decir, un defensor de la fe cristiana, y defendió con la verdad. Cuando uno oye “defender” o “defensa” inmediatamente piensa contener una agresión, es decir, agrediendo, como quien entra a pelear; san Justino, como todos los demás Padres de la Iglesia que llamamos apologetas, no defendió la verdad con insultos, ni siquiera reaccionó con un ánimo lleno de coraje, sino respondió con la verdad, siempre con la verdad. San Justino, ante los enemigos de la fe responde explicando qué cosa es el cristianismo, había una leyenda, una falsedad, que en la Misa los cristianos sacrificaban niños, san Justino en vez de dedicarse a pelear contra esas mentiras explicó detalladamente cómo se celebraba la Eucaristía. Fíjense que gran bien para nosotros porque nos dejó el más bello testimonio de cómo se celebraba la Eucaristía en el siglo primero y segundo, y nos sirvió como una gran luz para entender este misterio que estamos celebrando.
Al escuchar la oración pensé en ustedes porque, ¿qué significa promover? ustedes son promotores del Seminario, y esto significa poner ante las personas la verdad del ministerio sacerdotal, es hablarles a los demás de los frutos, de las grandes ventajas para la sociedad de que haya más sacerdotes, ustedes promueven hablando bien del Seminario y hablando bien de los sacerdotes; no quiere decir que ustedes ignoren los errores grandes o pequeños que cometen los sacerdotes, sino que aprenden a mirar todo a la luz de Cristo Sacerdote, lo cual permite descubrir primero lo positivo, porque cuando a uno le muestra primero lo negativo ya no va a entender las cosas buenas y posibles. El Papa san Juan Pablo II, cuando hablaba de la espiritualidad que mueve a la comunidad, decía que uno de los principios básicos es mirar primero lo positivo, de eso nos habló Jesús hoy en el Evangelio, “que sean uno como yo y el Padre somos uno… en esto conocerán que son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros”, la unidad como el signo más grande de la fe. Cuando un católico se siente unido a Jesucristo, cuando se siente unido a su comunidad, da el más bello testimonio de la fe en Jesucristo. Donde hay pleitos o distancias no es posible mirar la presencia del Señor. La unidad de la Iglesia es un signo de la fe, y esta se convierte en el mejor argumento, en la mejor defensa de la fe, de la Iglesia de Dios.
Gracias por querer tanto a Jesucristo, Él es la razón de su presencia, decía san Juan Pablo II que el sacerdote es necesario porque Cristo es necesario, para quien Cristo no es necesario los sacerdotes salen sobrando, pero si Cristo es necesario para la Iglesia, para el mundo, los sacerdotes lo serán, porque el sacerdote no tiene otra misión que hacer presente al mismo Jesucristo. Gracias por querer a Cristo, y si quieren a Cristo van a querer, como lo hacen ustedes, a los sacerdotes; no podemos ir por separado, solamente junto a Jesús los sacerdotes tienen el lugar que les corresponde. Gracias por amar a Jesús, por amar a los sacerdotes, por querer a su comunidad cristiana y gracias por los esfuerzos que cada uno hace en favor del Seminario, porque desde luego la ayuda económica que ustedes nos hacen favor de colectar es importante, pero es más importante que ustedes le hablen a las personas acerca del Seminario, de ministerio sacerdotal, acerca de Cristo, por eso lo que hacen ustedes es un verdadero apostolado, no son cobradores que van a cada casa a cobrar una cuota, sino son apóstoles, porque más allá del dinero están las personas, la persona de Cristo, la persona del sacerdote y la persona que acepta ayudar al Seminario.
No olviden nunca esta misión de su apostolado, nos hace falta el dinero, sí, como hace falta en sus casas, pero lo primero es lo primero: lo primero es Jesús, luego los sacerdotes y así su apostolado tendrá mucha fuerza. Quiero pedirles a ustedes y a los fieles que intensifiquen su oración, que el Señor nos ayude a promover muchas vocaciones porque nuestra Arquidiócesis crece y crece en número de personas, ya andamos cerca de los cinco millones, y con el número de sacerdotes que hay es imposible atender a todas las necesidades espirituales del pueblo de Dios, y no hemos podido tener el número de sacerdotes necesarios para servir a la comunidad; es cierto, hay otras diócesis gravemente escasas y que nosotros, en medio de esta situación, también apoyamos, pero tenemos muchas necesidades. “Rueguen, por tanto, al dueño de la mies para que envíe trabajadores a sus campos”, vamos a rezar mucho, vamos a hacer sacrificios y ayunos para que el Señor nos de más vocaciones, que estos jovencitos aguanten; aguantar significa que pongan todo el entusiasmo, que se porten bien, que recen, que vivan con entereza este camino formativo, para que si Dios quiere ellos lleguen a ser sacerdotes. Así es que, la única palabra que tengo para ustedes es: ¡Gracias!