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Todos nosotros tenemos un rostro y una identidad

Misa dominical parroquia san Francisco Xavier

Domingo 16 de septiembre de 2018

Hermanas, hermanos, tengo el gusto de estar con ustedes este domingo.

En este día 16 de septiembre, la fiesta patria, la fiesta de México, que importante es pedirle a Dios por nuestro país, por los que más sufren, los que están enfermos, los que no tiene ropa y comida.

Dios hoy nos habló con las palabras del apóstol Santiago, no es bueno que alguien padezca hambre, no podemos ser indiferentes, que en México no haya hambre, es un sueño, sueño revolucionario, sueño de nuestros tiempos.

Gracias a Dios somos un pueblo muy generoso se preguntan en otros países, por qué los mexicanos tenemos tanto aguante, es porque siempre estamos alentados por el Señor Jesús y por la Virgen de Guadalupe, que siempre soñamos que un día no irá mejor. Nos mantiene con ganas de seguir adelante, de luchar, de no ser presa del escepticismo y la duda, siempre caminando hacia adelante.

Somos ciudadanos, somos parte de la sociedad, pero que importante es entender que ser parte de la comunidad, requiere de nosotros tener un rostro propio, un nombre, una palabra de amor, porque el proyecto de Dios es que no seamos un grupo anónimo, sino un grupo de personas, sujetos de responsabilidad.

Así ha querido ser tratado Jesús, como alguien, alguien que tiene nombre y rostro, oímos la pregunta que les hizo a los apóstoles, qué piensa la gente y sobre todo qué piensan ustedes. Una pregunta que se convierte también en una pregunta para nosotros mismos. Quién soy yo, conmigo mismo y con los demás.

Jesús, hijo de María y José, unos dicen que te pareces a Moisés o algún profeta, pero el Señor no le basta que le encuentren parecido. Cristo quiso que, en su Iglesia, todos tuviéramos un rostro, un nombre, una palabra, sino, no hay Iglesia. No hay cosa peor que un país donde las personas no sean tratadas en su dignidad.

Esto no lo quiere Dios, ni para nosotros ni para él, Dios hizo una religión muy interpersonal, no es creer en una energía, una fuerza cósmica, la fe cristiana es una fe interpersonal, creemos en Jesús, hijo de María, hijo de José, que llamó a hombres concretos, por eso los Evangelios, nos dijeron cuáles eran los nombres, para decirnos que a él le interesan las personas, con su nombre, con su identidad.

Tenemos que hacer siempre este camino de identificarnos para que no seamos un grupo anónimo, sino que se vayan creando estas relaciones interpersonales, cuando venimos a misa, aunque seamos muchos, hay que preguntarnos, por qué nos saludamos; para crear identidad.

Pero a Jesús no le hace falta tener solo un título, sino que también les dirá cuál es su misión, Dios nos quiere de un modo muy personal, él nos dice cuál es nuestra misión.

Quiero agradecerles en nombre de nuestra Iglesia, ese compromiso que ustedes han aceptado de ayudar a los migrantes, porque esos señores que vienen por aquí también tiene un nombre, un rostro, un deseo. Necesitan ser tratados como personas, como Dios quiere que nos tratemos.

Así crece México, donde no haya gente que no oiga, que no hable, que no sea escuchada, México es un país bellísimo, pero con grandes diferencias, pero creemos que de todo esto, conservamos algo muy bonito, somos hermanos y la Iglesia y la parroquia son para eso.

Tenemos que caminar en la verdad, en la justicia y la paz, pero depende de todos, si queremos un México mejor, que cada uno sea mejor, que cada uno tenga un rostro, un nombre y una identidad.

En mi IV carta pastoral yo decía: “el ABC de la pastoral es un saludo y una sonrisa” no hace falta grandes discursos, todo esto es posible, si abrazamos nuestra cruz de cada día, porque también siempre hay un sacrificio, renunciar al egoísmo, a la autoreferencialidad.

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