En el marco de la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, la Arquidiócesis de Monterrey celebró con gran alegría la ordenación diaconal de seis nuevos ministros permanentes. La ceremonia se llevó a cabo en la Basílica de Nuestra Señora del Roble y fue presidida por el arzobispo de Monterrey, acompañado por obispos, sacerdotes, diáconos y fieles laicos.
Recibieron el orden sagrado del diaconado permanente:
Ángel Octavio González Baeza, Mfj
César Enrique Guerrero Tristán
Sergio Mendoza González
Erick Alfonso Rivera Ortiz
Luis Carlos Solís Garza
Mauro Villegas Barboza
Durante la celebración, el arzobispo estuvo acompañado por monseñor Hilario González, obispo de Saltillo, y monseñor José Manuel Garza Madero, obispo auxiliar de Monterrey, además de numerosos presbíteros y diáconos.
Una ordenación en clave de servicio
En su homilía, el arzobispo recordó que la ordenación se realizó en una fecha significativa, la fiesta de la Asunción de la Virgen María, invitando a los nuevos diáconos a “mirar al cielo”, tal como lo enseña la Madre de Dios y como lo hicieron los grandes diáconos de la historia de la Iglesia: San Esteban, San Lorenzo y San Efrén.
“El Señor les llama a servir en los dos altares: el del pan cotidiano y el de la Eucaristía, siempre entrelazados. El ministerio diaconal es un sacramento de Cristo servidor, que no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida”, expresó.
Asimismo, destacó que el servicio diaconal está marcado por una atención preferencial hacia los pobres y los enfermos, y subrayó el papel fundamental de las esposas y familias de los diáconos, quienes acompañan y sostienen esta vocación.
Un ministerio de esperanza
La homilía también puso de relieve la dimensión mariana del servicio en la Iglesia: “La Virgen María se llamó a sí misma la esclava del Señor. Ella nos enseña a servir con prontitud, sin pretextos, con amor y libertad. Así es el servicio que se espera de ustedes, hermanos diáconos”.
Al concluir, el arzobispo exhortó a toda la comunidad a orar por nuevas vocaciones en la Iglesia, no solo al sacerdocio, sino también al matrimonio, a la vida consagrada y al diaconado permanente.
La celebración de la ordenación diaconal en Monterrey se inscribe dentro del ambiente jubilar por los 2025 años del nacimiento de Cristo, un acontecimiento que renueva la esperanza y la misión evangelizadora de la Iglesia local.