Monterrey, N.L. (www.pastoralsiglo21.org).- 25 de febrero 2017. Sacerdotes, laicos y consagrados acudieron el pasado viernes en punto de la una de la tarde, para celebrar la Misa Exequial y despedir a Mons. Alfonso de Jesús Hinojosa Berrones, Obispo emérito de la Arquidiócesis de Monterrey.
El Arzobispo de Monterrey presidió la eucaristía donde agradeció a todos sus presencia.
“El Señor siempre ha sido bueno con sus hijos y lo ha sido con nuestro hermano Alfonso, siervo de confianza que recibió talentos y talentos que le devolvió al Señor”.
El Arzobispo de Monterrey explicó algunos signos realizados durante la celebración.
“Realicé unos sencillos rituales antes de empezar la Misa: encendí el Cirio Pascual, puse los santos Evangelios y lo incensé. Previamente pusieron su féretro a ras del piso para recordar aquella fecha memorable de su ordenación, cuando ante Dios y ante la Iglesia reconoció que su nivel es el suelo, que somos polvo, que somos nada, pero que el Señor en su amor ha querido levantarnos del suelo no para darnos prestigio sino para servirlo a Él y a la comunidad, nunca olvidando esta realidad, esta limitación humana”.
“Gracias a Dios que a Monseñor Alfonso nunca se le olvidó, soy testigo primero de haberlo visto y de haber escuchado los testimonios de ustedes de que toda su vida fue un hombre sencillo y humilde, que corresponde a esta realidad que hoy vemos, a los pies del altar, su humanidad, su pequeñez, pero también ahora su grandesa”, añadió.
“Coloqué el Evangelio en sus pies, el Evangelio que le entregaron el día de su ordenación diaconal, el Evangelio que estuvo sobre su cabeza el día de su consagración episcopal, no podría ser de otra manera, el Evangelio nos acompaña siempre en la vida y en la muerte, la Buena Noticia de Jesucristo siempre a nuestro favor, siempre cubriendo con él el amor de Dios en nuestras vidas”.
“También lo incensé, el altar no, sino sólo el féretro de nuestro hermano para recordar que por gracia de Dios nosotros los sacerdotes que somos “alter Christi”, los sacerdotes que representamos inmerecidamente al Señor, somos también el altar de la Eucaristía, no solamente celebramos y presidimos, no sólo entregamos la Eucaristía al pueblo sino que somos el altar del sacrificio”.
Finalmente Mons. Rogelio apuntó: “No hay manera de devolver el agradecimiento más que con nuestra oración”.
Por primera vez un obispo auxiliar muere en la Arquidiócesis de Monterrey, por lo cual Mons. Cabrera decidió que Mons. Hinojosa fuera sepultado en la cripta de los obispos de nuestra Arquidiócesis”.
Por . Juan Pablo Vázquez Rodríguez