Acción de Gracias por inicio de Convento en Higueras – 17 de marzo de 2017
Estimadas hermanas y hermanos fieles de esta comunidad, amigos de las hermanas Discípulas de Nuestro Jesucristo, señor Alcalde, hermanos sacerdotes. Queremos unirnos esta tarde en una acción de gracias a Dios porque las hermanas Discípulas de Nuestro Señor Jesucristo han encontrado ya un lugar donde construir su convento.
Esta Misa la estamos celebrando en el tiempo de la Cuaresma, tiempo siempre de gracia, de fraternidad y de amor, y también en la novena dedicada a san José. Todo esto nos permite encontrar muchas enseñanzas en esta Eucaristía. Me permito compartirles dos cosas.
Hermanas: un discípulo de Nuestro Señor Jesucristo es siempre un soñador, como lo oímos hoy, tanto en la primera lectura como en el Evangelio, soñadores como José, soñadores como Jesús. ¿Por qué considero muy importante esto? Porque sólo los que sueñan se atreven a hacer algo; los pragmáticos, los que buscan todas las seguridades, nunca toman una decisión. Los soñadores creen en un mundo nuevo, creen que es posible un cambio, creen en la Providencia Divina. Ese es el soñador, cree en el poder de Dios y en su providencia y por eso se atreve a soñar, a caminar y a seguir adelante. Los pragmáticos no hacen nada, tienen sus seguridades y no pasan de ahí. Tomar esta decisión, para ustedes, sin duda que ha sido complicada, porque les obliga a cambiar muchos paradigmas sobre cómo tienen que llevar a cabo su misión. La pregunta es siempre si será posible de un lugar un poquito apartado de la gran ciudad se pueda prestar un servicio de evangelización a tantos fieles que lo buscan. Estoy seguro que si, que es una buena decisión, porque es una decisión como la de José, es una decisión como las que frecuentemente hizo Jesucristo. Si Él hubiera pensado en todos los problemas que vendrían para su Iglesia no hubiera hecho lo que hizo, Él construyó el Reino en clave de futuro, anunció el Evangelio creyendo en lo imposible, como ese sueño de Él de un grano de mostaza que se convierte en un arbusto que sirve a las aves del cielo; un sueño como el que cree que una luz pequeña puede iluminar el mundo. Ese es el sueño que Jesús tuvo y le costó la vida porque los soñadores no tiene lugar fácil en el mundo, preferimos a un pragmático, a alguien que tiene todo seguro y calculado; porque quien sueña inquieta, cuestiona, pero anima a caminar muy lejos.
Es providencial que les hay tocado el pasaje del libro del Génesis, como el del Evangelio que vienen a edificar la decisión que han tomado. También por ser el tiempo de la Cuaresma quiero señalar otro de los objetivos de una comunidad de vida consagrada, de vida religiosa: promover la vida comunitaria, la vida fraterna. Hoy escuchamos en las lecturas lo difícil que es amarse, se supondría que sería más fácil amar a un hermano, pero no siempre es así. Escucharon la historia de José y sus hermanos, lo odiaban y le quitaron la túnica; ¿quiénes son los que persiguen a Jesús? Sus hermanos de raza, la gente de su pueblo. No es fácil vivir como hermanos, no es fácil construir una comunidad fraterna, y ahí tienen las hermanas el reto fundamental de su comunidad: que los vecinos, la gente que las vea, digan “se aman como hermanas”, lo que Jesús ya había prometido.
Estimadas hermanas y hermanos fieles laicos, ahí tenemos en esta Eucaristía dos objetivos: soñar y fortalecer la fraternidad. Que nuestras comunidades sean comunidades que sueñan en un mundo basado en la verdad y en Jesucristo. En la fraternidad es posible amarnos y tratarnos como hermanos, hay que pedirlo siempre a Dios. Que Dios bendiga esta decisión.