Novenario Parroquia san José esposo de la Virgen María, Apodaca / 15 de marzo del 2018
Hermanos y hermanas, gracias por venir esta tarde a celebrar la fiesta del santo Patrono, san José, el esposo de la Virgen María, que celebramos el 19 de marzo.
Agradezco la presencia del señor alcalde y de su esposa, y también de mis hermanos sacerdotes. Gracias por venir a honrar la memoria de san José.
En estos días de novena no queremos distraernos mucho del santo tiempo de Cuaresma. Pero, si oímos con cuidado la Palabra de Dios, seguramente encontraremos una luz para comprender mejor la misión de san José, el esposo de la Virgen María.
Miren, en las Escrituras dice el apóstol san Pablo, “todo lo que sucedió en el Antiguo Testamento era figura, imagen, de lo que sucedió en tiempos de Jesús”.
Siempre hay parecidos, hombres y mujeres del Antiguo Testamento que se parecen al Nuevo Testamento. Hay un parecido muy grande entre los patriarcas del Antiguo Testamento y san José.
Le decimos con toda razón: “El patriarca san José”. Un patriarca como Abraham, Isaac y Jacob y otros más que aparecen, sobretodo, en el Pentateuco, en el libro del Génesis.
¿Ellos en qué se distinguen? ¿De qué son patriarcas? Son patriarcas de la fe. Abraham es patriarca de la fe. Él enseña a todos los seres humanos de todos los tiempos, cómo se cree en Dios. Es el padre de la fe.
Y también, en los Evangelios, cuando se habla de san José, aunque son muy pocas las veces que aparece su nombre, hay una referencia bellísima. Cuando se habla de él dice que era un hombre justo, un hombre de fe. Él es patriarca de la fe.
¿Qué es la fe? Es creer contra toda esperanza. Cuando todos ven el panorama oscuro, los hombres de fe alcanzan a ver una pequeña luz en la vida.
Así le paso a Abraham, el Señor le dijo, “tienes que salir de tu tierra y yo te indicaré a dónde tienes que ir”. Él no llevaba todas las seguridades de la vida, asume un camino de aventura, solo le acompaña en el corazón una seguridad, que Dios es su compañero. Y se atreve a salir y enfrenta un sin número de problemas, pero él sigue siendo fiel.
Abraham, demuestra que la fe es creer contra toda esperanza, que los hombres de fe son los que, a pesar de la adversidad, se mantienen con ánimo y siguen adelante.
Esa es la historia de san José, patriarca de la fe. él no tenía todo a la mano, ni tenía todo para entenderlo y comprenderlo. Siempre se enfrenta al misterio de la presencia de Dios.
Él ve a su hijo, él ve a María. Los ve, primero, en su naturaleza humana, pero en la fe alcanza a descubrir que María tiene una misión, que es Madre de Jesús y que es el Espíritu Santo quien ha intervenido. Al mismo tiempo ve a Jesús, su hijo adoptivo, y va descubriendo en el tiempo de caminar, que ese hijo suyo es en verdad el Hijo de Dios.
Porque, hermanos, la fe es una aventura, no todo se tiene en las manos, no todo es seguro, el hombre de fe, la mujer de fe, camina sin todas las seguridades. Lo único que lleva en el corazón, es la certeza de que Dios es su amigo.
Esta es la misión de san José, patriarca de la fe. Por eso la Iglesia lo mira con cariño y devoción. De él aprendemos a vivir en la fe. Pero también hoy el Evangelio, nos habla acerca de Jesús.
También hay un personaje en el Antiguo Testamento, Moisés, ¿En qué se parecen Moisés y Jesús? Y, desde luego, ¿en qué lo supera Jesús, el Hijo de Dios? Se parecen en tres cosas: oyen la voz de Dios, miran el rostro de Dios e interceden por el pueblo.
De esto nos habló el Antiguo Testamento y Jesús hará alusión a Moisés. Moisés es el amigo de Dios, es el administrador de la casa de Dios, Moisés oye la voz de Dios, Moisés conoce su rostro o quiere ver su rostro.
Dirá la historia de Moisés que, después de que él se encuentra con el Señor, en el monte Sinaí, y baja, la gente no alcanzaba a mirarle la cara a Moisés, porque traía un gran resplandor, había visto a Dios, pero también, y lo más bonito, es que Moisés intercede por su pueblo.
El pueblo, mientras Moisés está ausente, fabrica un ídolo y lo adora, un acto de idolatría abominable. El Señor le dice a Moisés, “voy a arrasar con este pueblo”, y Moisés le dice, “no”.
Aunque Dios le prometió algo, si él hubiera sido egoísta lo hubiera aceptado. Dice, “voy arrasar a este pueblo, pero a ti te haré parte de otro pueblo”. Y Moisés le dice al Señor que tenga compasión de su pueblo.
¿Qué van a decir los egipcios acerca de Dios? ¿Qué los engañó? ¿Qué los sacó de Egipto para matarlos? El Señor renunció al deseo que tenia de exterminar al pueblo por la intercesión de Moisés.
Así hemos oído estos días, en esta semana, llamada semana de la alegría, que Jesús intercede por nosotros. Dijo Él mismo, “yo no he venido a condenar, sino que he venido a salvar”
Y por eso cuando la gente se niega a reconocerlo, dice Él, “hay testimonios de que yo soy el enviado del Padre: el testimonio de Juan el Bautista y el testimonio de Moisés”.
Moisés, es testigo de que Jesús es el enviado del Padre. Porque Cristo oye al Padre, ve su rostro e intercede por el pueblo.
Fíjense qué coincidencias tan bonitas en la Escritura. San José, patriarca de la fe, al estilo de Abraham, al estilo de Isaac y de Jacob; pero también, y lo más importante desde luego, es que Jesús es como el nuevo Moisés. Y muy arriba de Moisés, porque Moisés era un ser humano nada más, un gran hombre, amigo de Dios. Pero Jesús es el Hijo de Dios. Hay una diferencia infinita.
Por eso el Señor nos llama a creer en Él, creer en Jesús. Él no da testimonio de sí mismo, ahí está la Escritura, ahí está Moisés, que hablan acerca de Jesús.
Vamos a pedir hoy durante esta misa, y desde luego en todo el novenario, vamos a pedirle al Señor, por intercesión de san José, y desde luego, de su esposa la Virgen María, vamos a pedirle al Señor, que ustedes y yo seamos personas llenas de fe, que tengamos fe, que luchemos en la aventura de la vida, manteniendo nuestro corazón en la seguridad de que Dios nos ama.
Pero también haciendo un acto de fe, porque la fe no es solo un sentimiento vago de creer en Dios. Es, sobretodo, creer en Jesús y creerle a Él. Que el Señor nos dé el regalo más grande que puede darnos, el don de la fe.