Consagración de la capilla San José, nuestro padre y señor, Cienega de Flores.
30 de noviembre de 2018
Estimadas hermanas, hermanos, nos reunimos con mucha esperanza y gran alegria, al bendecir esta iglesia y consagrar este altar.
Aquí ocurrirán muchos milagros, primero el de la fe, porque donde se predica el Evangelio, surge la fe y la predicación consiste en hablar de Cristo.
Que gran providencia que hoy es la fiesta de uno de los apóstoles, san Andrés, por eso profesamos que nuestra iglesia es apostólica, existe porque hay quien es enviado a predicar.
Cómo invocarán si no creen, cómo creerán si nadie les predica y cómo les van a predicar si no son enviados.
Gracias a la fe de los apóstoles nosotros hemos recibido la predicación por casi 2000 años, en esta iglesia ocurrirá el milagro de la fe, porque la fe no es una conquista humana, es un regalo de Dios.
Pero también, en esta iglesia ocurre el milagro más grande de la humanidad el pan y el vino se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo.
Como decía el padre Castaño, este no es solo un lugar de reunión, todos miran en torno al altar, el pan se convierte en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre.
Por eso la iglesia no es una sala de reunión, por ello vamos a consagrar los muros de esta iglesia junto con su altar, porque aquí coincide la presencia de Dios con la nuestra.
El tercer milagro es el milagro moral, los que vengamos a celebrar, Dios cambiará nuestros corazones, aprendemos a vivir como él quiere que vivamos.
Tres grandes milagros ocurrirán en esta santa iglesia, el milagro de la fe, de la presencia real de Cristo y el milagro de nuestra conversión.
Me dio mucho gusto que esta iglesia esté dedicado a San José, nuestro padre y señor, padre de nuestro señor Jesús, nuestro padre; con toda razón, la iglesia, mira a San José como un nuevo Abraham, para nosotros es nuestro padre en la fe, el fue el primero de vivir este milagro de la fe.
Él hizo un camino conforme Dios se la fue señalando, gozaremos siempre de la intercesión de San José, nuestro padre y señor, vamos a encomendar a todas las familias a San José.
Él cuida de las familias como cuidó la suya.
Necesitamos vivir estos tres grandes milagros para estar siempre bajo la intercesión de San José para con su hijo Jesús.
Gracias por su presencia a todos, gracias por ayudarnos con este gran regalo a la comunidad para que aquí acontezca los tres grandes milagros de nuestra iglesia.