Misa dominical Templo Padre Nuestro
21 de octubre de 2018
He venido con gusto a celebrar la Eucaristía, voy recorriendo las parroquias de Guadalupe, ya hice un recorrido por los demás municipios.
Ahora quise estar con ustedes, con este detalle tan importante, el domingo mundial de las misiones, antes de empezar la misa, vimos las banderas de los 5 continentes donde la Iglesia lleva la misión.
La Palabra de Dios nos habla de aquel mandato de llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo, quiero resumir en 3 verbos lo que significa la misión en la Iglesia, lo primero es salir, “vayan por todo el mundo”, muchos discípulos se han dispersado por todo el mundo, como pasa con la semilla, la diáspora, los creyentes que salen, unos voluntariamente otros presionados y llevan el Evangelio a todas partes.
El Evangelio exige ser entregado a otros y para eso hay que salir, algunos lo harán en países lejanos, otros aquí entre la familia y la colonia, pero todos tenemos que salir, es lo primero en la misión.
Lo segundo es pasar la prueba, la misión de la Iglesia ha costado ríos de sangre, lo digo y parece exagerado pero así es, una multitud de mártires, todos los misioneros han sido mártires, han dado la vida, como decía la carta a los Hebreos, él pasó la prueba del sufrimiento porque en todo quiso ser semejante a nosotros, menos en el pecado.
Cristo ha pasado la prueba, el misionero es siempre interrogado, cuestionado acerca de su fe, continuamente es examinado, eso es pasar la prueba, pasar un examen, el que no cree, te pregunta.
No es bien visto, el que habla de Dios, el que habla del Evangelio, puede ser que en un espacio nuestro sintamos la acogida, pero afuera, no es lo mismo, hay que pasar la prueba.
Pero también y lo más bonito de la misión es salvar almas, a eso vino Cristo, ha venido a rescatar a muchos y por eso vale la pena salir, ser probados y dar la vida, porque aquel que da la vida hace que el otro la recupere.
Decía hoy el autor de la carta a los Hebreos, “acerquémonos con confianza al trono de la gracia”; las naciones están en tinieblas, tiene que levantarse la Iglesia para anunciar a Cristo, no podemos conformarnos con el extravío del pueblo, es necesario que todos sean redimidos por Cristo.
Vamos a pedir en esta Eucaristía por todos los misioneros, sacerdotes, consagradas, consagrados del mundo, que están pasando una prueba y por gracia del Espíritu Santo puedan superarla y que las personas con las que están en contacto puedan salvarse.
Para redimir, para rescatar, hay que dar siempre algo, no se imaginan la cantidad de escuelas, hospitales y leproserías que la Iglesia católica tiene que atender, principalmente en territorios paganos, siempre buscando hacer el bien sin mirar a quien.
Que el Señor nos conceda ser misioneros para que Cristo sea conocido, amado y sea servido, que Dios nos bendiga a todos.