En un ambiente de recogimiento y oración, la comunidad arquidiocesana despidió este sábado al padre Humberto Torres Hernández, durante la misa exequial celebrada en la Vigilia de Pentecostés y presidida por el Arzobispo de Monterrey, Mons. Rogelio Cabrera López.
Durante su homilía, el Arzobispo expresó su cercanía y afecto hacia el sacerdote fallecido, al referirse a él como “mi hermano por doble camino: por el bautismo y por el sacerdocio”. Con estas palabras, subrayó la fraternidad que une a todos los creyentes, y de modo especial, a quienes han recibido el don del ministerio sacerdotal.
“Estamos despidiendo en esta Vigilia de Pentecostés a un hermano sacerdote”, dijo Mons. Cabrera, destacando la particular significación litúrgica de la fecha, que recuerda el don del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente.
En un gesto cargado de simbolismo, sobre el féretro del padre Humberto fueron colocados los Santos Evangelios. “Encima de su cuerpo están los Evangelios, la síntesis de nuestra fe”, recordó el Arzobispo, indicando que la vida del sacerdote fue sostenida y orientada por la Palabra de Dios.
Mons. Cabrera también resaltó cómo el anuncio del Evangelio, siempre actual, se prolonga en el testimonio de los pastores que lo predican con fidelidad. “Siempre que el Señor nos reúne, escuchamos su palabra escrita hace 2000 años, pero es la historia de hoy que continúa”, dijo, recordando las palabras de San Pablo: “No cesen de predicar el Evangelio”.
“El Espíritu Santo ayudó a Pablo y también ayudó al padre Humberto”, concluyó el Arzobispo, en una afirmación que vinculó el caminar del apóstol con la entrega perseverante del sacerdote fallecido.
La misa reunió a familiares, amigos, fieles y numerosos sacerdotes de la arquidiócesis, quienes dieron gracias a Dios por la vida y el ministerio del padre Humberto Torres Hernández, encomendándolo a la misericordia del Padre.