Misa entrega de reconocimientos a Voluntarios del Seminario de Monterrey / 2 de mayo del 2018
Hermanas y hermanos, como cada año, en una fecha más o menos cercana a la de hoy, aprovechamos para agradecerles todo lo que hacen por nuestro Seminario.
Quiero reiterar nuestro agradecimiento a todos y todas ustedes porque sé que las razones por las cuales ustedes permanecen es porque aman a Cristo, porque aman a la Virgen María y porque quieren mucho a su Iglesia. No puede haber otros motivos superiores a estos.
Hoy la Palabra del Señor nos habla de permanecer. Cuando Jesús habla a sus discípulos o le habla al pueblo, hay pensamientos que Él prefiere y que los repite reiteradamente.
Si uno se acerca al Evangelio de san Juan encontrarán qué palabras repite más veces el Señor Jesús. Nos habla de ver, de escuchar, de permanecer.
En este trocito del Evangelio que oímos, que es el mismo del domingo pasado, siete veces Jesús repite la misma palabra.
Sabemos que el pueblo de Dios, los judíos, cuando hablan o cuando escriben le dan mucha importancia a los números, a las veces que dicen algo. Y también cuando quieren subrayar un pensamiento, lo dicen al principio, a media reflexión y al final.
En este pasaje Jesús repite en pocos versículos, siete veces, permanecer. Cuando un judío como Jesús utiliza el número siete, lo hace para indicar plenitud, totalidad y suma importancia.
Qué importante es permanecer, estar ahí, estar junto a alguien. ¿Qué situaciones no permiten permanecer? La primera, la indiferencia. Cuando a uno no le importa algo, no permanece. Podría estar físicamente, pero la mente y el corazón muy lejos. La indiferencia.
Pero también otra cosa que nos hace alejarnos es la distancia. Con Dios nuestra relación tiene que ser de cercanía. Si ustedes están junto a mi darán fruto y fruto en abundancia.
Otra situación que no permite permanecer es el rechazo o la contrariedad. Cuando uno no quiere estar, cuando uno está molesto, se aleja. Permanecer, por lo tanto, solo es posible cuando uno tiene interés en la persona y cuando uno la ama.
Cuando un hombre o una mujer deciden divorciarse es porque ya no se aman, porque ya hay una distancia que no se puede acortar.
Así son las relaciones con Dios. Por eso dice Jesús, “permanezcan en mi amor”. Permanecer, ser leales, ser constantes, ser perseverantes.
Ustedes han permanecido fieles a esta misión de promover las vocaciones sacerdotales. Y esta promoción, aunque de por medio da la invitación a colaborar con el Seminario, el último término, lo más importante, es que haya vocaciones.
Si ustedes, al encontrarse con otra persona y la quieren animar a colaborar, tienen que hablarle del Seminario y tienen, en último término, hablar de Cristo.
Porque, ¿para qué es un sacerdote? Solo tenemos razón de ser por el mismo Jesucristo a quien debemos hacer presente.
Ustedes nos ayudan a promover las vocaciones y, aunque no lo dijeran, y aunque no lo pronunciaran, basta su presencia para promover las vocaciones sacerdotales.
Así, pues, les agradezco mucho lo que hacen por nuestro Seminario, pero también les invito a permanecer, a ser constantes como lo han sido, y solo por amor a Dios, a la Virgen María y por cariño a la Iglesia.
Que Dios los bendiga y hagamos nuestra la llamada del Señor Jesús, “sin mí no pueden dar fruto, permanezcan en mi amor”.
Que Dios les bendiga y vamos todos a continuar con el mismo interés de siempre, luchando contra corriente para que reine Cristo en nuestra Iglesia y en nuestro mundo.