CERESO Cadereyta, N.L. / Jueves Santo / 29 de marzo del 2018.
Hermanos y hermanas, gracias por venir este Jueves Santo a Celebrar el inicio del Triduo Pascual.
El jueves santo Cristo nos enseña a comer. En los Evangelios Jesús enseña a cómo comportarse en la comida.
Dice un dicho mexicano, “en la comida y en el deporte se conocen a las personas”. Es cierto, en la comida sabemos quién es participativo, quién es egoísta, quién es fraterno, etcétera. Las cosas más bonitas ocurren en la mesa, pero también suceden las peores.
En el Evangelio Jesús nos enseña a no buscar los primeros logares. Nos dijo, “cuando seas invitado por alguno a un banquete de bodas, no tomes el lugar de honor, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú, y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: Dale el lugar a éste; y entonces, avergonzado, tengas que irte al último lugar.
También dijo, cuando ofrezcas una comida no invites a quien puede recompensarte, antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a los pobres.
El último día que Jesús vivió históricamente entre nosotros nos dio dos enseñanzas. La primera, lavar los pies. En Israel la gente comía de dos modos: sentados en una alfombra o reclinados en un sofá. No podían comer con los pies sucios.
Los orientales, cuando entran a un lugar santo, se quitan los zapatos. Si van a comer se quitan los zapatos, ya que la comida la consideran como algo sagrado.
Por eso rezamos cuando comemos. ¿Qué oramos en la comida?: Gracias porque alguien sembró, alguien cosechó, alguien hizo los panes y alguien los llevó a la mesa.
El empleado era quien lavaba los pies. Pero Jesús nos dejó una enseñanza: lavarse los pies es un acto de humildad.
Segundo, enseña a partir el pan. En la antigüedad el pan era grande. Por lo tanto, se colocaba en el centro de la mesa, se partía y se compartía. Para eso está hecho el pan.
Dos enseñanzas nos deja Jesús: ayudar al visitante y a compartir. Qué importante es el momento de la comida. Cuando uno come tiene que vivir la experiencia bonita de compartir.
Cristo quiso que la misa fuera al estilo de una comida, donde se oye la Palabra, donde cantamos. Porque celebrar la Eucaristía siempre es motivo de alegría. Tenemos que hacer el esfuerzo por no estar tristes. La misa, aunque sea de un difunto, es alegre.
En la misa aprendemos a compartir y a pedir perdón. No entiendo cómo estar en la mesa sin hablarse. En la comida no podemos estar enojados, tenemos que perdonarnos, tratarnos con amabilidad. La mejor manera de perdonar es ayudar. Cuando uno ayuda se le quita el coraje.
Así Jesús nos ayuda a perdonarnos. En la comida se prepara el pan para partir y compartir. Jesús mismo dijo, “Yo soy el pan”. Dijo: tengo que ser partido para ser alimento del mundo.
Así, los quiero animar a que aprendan a compartir, a ayudarse. A veces el otro no tiene qué comer. Cuando compartimos trabajamos por la paz. Que Dios los bendiga.