Misa de ordenaciones diaconales.
Sábado 8 de septiembre de 2018
Estimados hermanas y hermanos, hermanos seminaristas, hermanos que serán ordenados diáconos, hermanos sacerdotes, hermanos obispos.
Estoy muy feliz de estar con ustedes en esta celebración, para celebrar el orden del sacramento del diaconado, que bueno que ocurrió esta celebración en la fiesta de la Natividad de la Virgen María. La fiesta del cumpleaños de la virgen, de nuestra señora del Roble, la Palabra de Dios nos ha enfocado muy bien para comprender este misterio de su nacimiento, ella es grande porque fue escogida para ser la madre del Señor y al ser la madre de Jesús es también madre de la Iglesia y madre de cada uno de nosotros.
Nos alegramos pues, con la fiesta de la Virgen María, la Iglesia litúrgicamente solo celebra 3 nacimientos, el de Juan el bautista, de la Virgen María y el de Jesucristo. Toda vida, incluso la nuestra, es grande e importante, es un regalo de Dios, pero estos tres grandes hombres, seres humanos, desde luego Jesús, Dios mismo, han marcado la historia de la humanidad, Juan el Bautista, nos señaló quien es Jesús, darnos cuenta de que ya estaba presente en el mundo, celebramos el nacimiento de la Virgen María, algo inédito ocurrió, concebida sin mancha, tenía que ser impecable el árbol de donde saldría el fruto más exquisito de la humanidad.
Hoy, la entrega de estos ministerios y la ordenación de estos diáconos, está señalada por la Virgen María, que ustedes, estimados seminaristas, lectores, acólitos y que ustedes los diáconos, tengan siempre presente en su vida y en su servicio pastoral a la santísima Virgen María, la Iglesia quiso que nos preparáramos para nuestra ordenación sacerdotal, para eso puso tres pasos: primero el lectorado, luego el acolitado y luego el sacramento del orden del diaconado.
Primero somos lectores, los sacerdotes, los diáconos, los obispos, es decir, en el centro de nuestras vidas, debe estar siempre la Palabra de Dios, no es una escalera, en el que se va abandonando el paso anterior, es siempre acumulativo, luego somos acólitos, es decir, que estamos al servicio de la Eucaristía, centro de todo ministerio, pero hoy queremos destacar el sacramento del orden de los diáconos, la preparación previa, en el caso de ustedes que son transitorios, en vistas al orden sacerdotal, la tarea de cuidar a los pobres.
La Iglesia tiene esos tres grandes tesoros, la Palabra de Dios, la Eucaristía y los más pobres, no podemos comprender el ministerio sacerdotal, sin estas características que identifica a Jesús, él mismo se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza, él, eligió esta manera de vivir.
Por eso, hoy aceptan tres compromisos, primero, orar, la oración de la Iglesia, si bien la oración personal es un compromiso cristiano, además a partir de hoy tendrán el compromiso de orar a través de la liturgia de las horas, consagrar cada jornada a Dios.
Pero también, adquieren hoy el compromiso de vivir el celibato, de llevar una vida digna, moralmente sana, en este tiempo de tantas dificultades, por desvíos de la afectividad y los delitos graves contra la castidad. Llevar una vida armónica, casta, con buena mirada hacia todos los seres humanos.
El tercer compromiso que va totalmente unido a este orden de los diáconos, es el servicio a los más pobres, pero su deber mayor es fuera del templo, fuera de la Iglesia, así como sirven a la mesa del altar, tendrán que servir a la mesa de los pobres.
El deber de todos nosotros, pero de manera especial de ustedes, deben amar a los más pobres, a los enfermos, a los que están solos, a todos ellos están llamados a servir, en la parroquia donde sirvan, les darán como tarea principal, servir a los pobres que lo acompañan.
Si bien hay muchas ocupaciones litúrgicas, pero que ninguna de ellas los distraiga de su tarea principal, visitar a los pobres, huérfanos, a los que están solos.
Esos tres compromisos están perfectamente unidos en el Evangelio, por eso les entregaré los Evangelios para recordar que su oración tiene que nacer del Evangelio, que la Eucaristía sea parte fundamental de su vida y también el Evangelio los motive a servir a los pobres.
Rueguen mucho por nosotros para que no olvidemos nuestras tareas, hay que pedir por nosotros, para poder llevar adelante el ministerio sacerdotal, lectores recuerden el compromiso que hacen conmigo, mínimo una vez en la vida lean la Biblia, este es el tiempo de hacerlo. También ustedes, los acólitos, tiene el compromiso de participar alegre y gozosamente en la Eucaristía.
Que a todos los ayude el Señor y la Virgen del Roble que hoy festejamos su cumpleaños, le damos un aplauso a la Virgen.