Parroquia La Natividad del Señor, Santa Catarina – 31 de marzo de 2017
Estimadas hermanas y hermanos fieles de esta comunidad parroquial, estimados papás y hermanos de Cecy, hermanos sacerdotes y obispos. El Señor Jesús nos ha convocado esta mañana a una experiencia de fe, y el Señor nos quiere ayudar con su Palabra y con su presencia real en la Eucaristía a comprender nuestra historia, la historia de cada uno, la historia de Cecy. La Palabra de Dios, desde luego siempre se refiere a Jesús, de Él nos habla el Antiguo y el Nuevo Testamento, solo en Él podemos entender nuestras vidas; sólo con Él podemos comprender las proporciones de la existencia humana.
Se fijaron en lo que hoy escuchamos en el libro de la Sabiduría: “tendámosle una trampa al justo”. Hermanas y hermanos, siempre la fe tiene sus trampas, hay que cuidar no caer en la trampa del malvado, para nosotros el demonio. ¿Cuál es la trampa? Es lo que le dijo el diablo a Jesús: “si eres el Hijo de Dios convierte las piedras en panes”; o como dice el libro de la Sabiduría “si es hijo de Dios que le vaya muy bien”. Así no es la vida, la vida humana no tiene la lógica de quien piensa que de lo bueno siempre sucede lo bueno. No es así. Basta mirar la historia de Nuestro Señor Jesucristo, el hombre inocente, el Hijo de Dios tiene que morir, tiene que sufrir y de ese modo nos regala a nosotros la vida para siempre. En la historia de los hombres y mujeres del mundo las cosas no caminan así de sencillo, no siempre los buenos reciben trato bueno, no siempre los que se portan bien les va bien en este mundo, no es así la lógica de Dios.
Por eso, el libro de la Sabiduría nos insistía en tres cosas: el que nos pone la trampa no conoce los designios secretos de Dios, el que nos pone la trampa no espera el premio de la virtud, el que nos pone la trampa no cree en la gran recompensa eterna. Esa es la trampa, hermanas y hermanos, que sólo se desactiva con la fe en Jesús, sólo los que creen en Jesús se pueden adentrar en los misterios, en los designios de Dios que no son comprensibles en la primera reacción. Por eso es que preguntamos a Dios “¿por qué?”, y tenemos derecho a preguntarle, se los dije el día veinticinco de marzo “hay preguntas orantes”, como la Virgen María también pregunta y “¿cómo será esto?”. Siempre hay preguntas que no respondemos o no podemos responder si no es mirando a Jesús, sólo a través de la cruz de Cristo se puede entrar en los misterios de Dios, sólo desde la perspectiva del Evangelio podemos seguir valorando la virtud, seguimos creyendo que es bueno obedecer a Dios; que aunque pareciera que algunos sin mayor esfuerzo moral llevan una vida cómoda nosotros, que creemos en el valor de la virtud, obedecemos a Dios y cumplimos sus mandamientos, también creemos en la vida eterna, en la resurrección, y hoy estamos aquí acompañando a Cecy con nuestra oración. Ella ya hizo su camino hacia el Padre, al encuentro con Jesús. Todos los que estamos aquí en algún momento lo vamos a vivir, porque es el destino común de hombres y mujeres: todos seremos llamados a la presencia de Dios, pero nadie conoce el futuro, nadie sabe qué día ni qué hora, lo único que tenemos seguro es que debemos dejar este mundo y encontrarnos con el Señor.
Hoy venimos a orar, a pedirle al Señor por Cecy. Dios, a ella le dio la oportunidad de amarlo, de tener a Cristo, de amar a la Iglesia, de querer cumplir con su tarea en caridad, y en espera Dios le regaló ese camino de virtud. Ahora nosotros le pedimos a Cristo que la trate como lo merece, que la trate según su generosidad, que le de la vida para siempre; y que a nosotros, los que aún transitamos en este mundo, nos sintamos llamados a vivir en la fe, a no caer en las trampas del demonio, a fortalecer nuestra seguridad en el Evangelio, nuestra fe en Jesucristo, el amor a la Iglesia y el amor a la Virgen María.
Respetando, como tiene que ser, los sentimientos de sus papás y sus hermanos, el sentir de toda esta comunidad parroquial y un servidor queremos decirle al Señor que Él tiene la razón, que Él es el único que conoce sus designios; que nosotros con humildad le pedimos confiar siempre en Él, que nos fortalezca y anime a seguir adelante. Que el recuerdo gozoso, fraterno y amoroso de Cecy quede como un bálsamo en el dolor natural de la separación, pero como es siempre, en el Señor. No llamemos a cuentas a Dios, digámosle con humildad “Tú tienes razón, yo no alcanzo totalmente a comprenderlo; Tú me amas, no alcanzo a percibir totalmente tu amor, pero confió en Ti y me acerco, me pongo en Tu presencia y quiero caminar confiando siempre en Tu bondad”.
Sigan rezando siempre pidiéndole al Señor por nuestro mundo, por la sociedad, que más y más jóvenes adolescentes y adultos creamos en la virtud, aceptemos que el mejor modo de vivir es obedeciendo la ley de Dios, que la mejor manera de llegar a la plenitud de nuestra vida es oyendo el Evangelio, sirviendo a Jesús y cumpliendo su palabra. Que Dios nos bendiga, que nos ilumine y nos guíe; y a ustedes papás sepan que lo más importante de todo es siempre la cercanía de Dios en sus corazones. Ahora Cecy se suma a los intercesores de nosotros, ofrecemos esta acción de gracias y le decimos a Jesús “gracias por Cecy, gracias por su vida, gracias por su participación en la Iglesia; gracias porque la hiciste misionera, educadora, gracias porque la confortaste en su experiencia y sufrimiento y ahora está plenamente contigo”.