arquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipo
  • Inicio
  • La arquidiócesis
    • Historia
    • Arzobispo
    • Obispos Auxiliares
    • Planeación Pastoral
    • Patrona de Monterrey
    • Causas de Canonización
    • Provincia eclesiástica
    • Obituario
  • Gobierno
    • Curia
    • Gobierno Pastoral
    • Actividad Pastoral
  • Directorio
    • Presbiteros
    • Parroquias
    • Diáconos Permanentes
    • Diáconos transitorios
    • Adoración Perpetua
    • Hospitales con capellanías
    • Nichos Parroquiales
    • Otros
      • Zonas-Decanatos
      • Vida consagrada
      • Prelatura personal
      • Movimientos laicales
      • Centros Asistenciales
      • Casas de retiro
      • Colegios católicos
  • Noticias
    • Todas
    • Arquidiócesis
    • Internacional
    • Nacional
    • Vaticano
    • Artículos
  • Seminario
  • Catedral
    • Historia
    • Áreas
    • Capilla del Sagrario
    • Exterior
    • Interior
    • Altar Mayor
  • Archivo
    • Documentos
    • Nombramientos
  • Descargas
  • Multimedia
  • Tu diezmo

Misa Crismal, pórtico para entrar a celebrar el misterio Pascual

Misa Cristal y renovación de promesas sacerdotales – 12 de abril de 2017

Hermanas y hermanos fieles laicos, hermanas religiosas, estimados hermanos diáconos, hermanos presbíteros, hermanos obispos. En esta Semana Mayor la Iglesia nos da la oportunidad de esperar la alegría definitiva de la Resurrección de Cristo, pero la pedagogía de la Iglesia nos propone que esta Misa de los Santos Óleos sea como un pórtico para entrar a celebrar el misterio Pascual.

Fijémonos en el santo Evangelio: Jesús va a la sinagoga. Seguramente la reunión se realiza como tiene que ser en Israel, el Rabino ya había leído la Torá, algún pasaje de los cinco primeros libros de la Biblia; yo me imagino, aunque no me consta ni he leído algún comentario que así lo afirme, que la comunidad había escuchado algún pasaje de levítico, probablemente el capítulo veinticinco que habla sobre el jubileo, sobre la alegría de la redención, el pueblo que sale por instrucción divina, que cada cincuenta años tiene que haber un nuevo comienzo, una nueva historia en la comunidad, sin duda de alegría para los más necesitados; después de haber oído probablemente la lectura de la Torá se hizo también un comentario profético, porque los profetas son comentaristas de la Torá, pues ellos acercan a la correcta interpretación de la Palabra para señalar, animar al pueblo a vivir en comunidad. Jesús recibe el rollo del profeta Isaías, fíjense bien, no es que Jesús ande buscando un texto para acomodarlo a su idea, no es el manejo fortuito de un texto bíblico para ayudarlo en alguno de sus argumentos; salió de modo providencial este pasaje, que Jesús, como laico, pues no era Rabino ni sacerdote para Israel, lee el pasaje de Isaias y comienza a comentarlo y termina diciendo “la palabra que acabamos de oír se cumple hoy”. Hizo una especie de lectio divina, una lectura orante de la Palabra de Dios, ayudó a que el pueblo entendiera que la Palabra del Señor es siempre buena, actual; siempre existe un hoy de la Palabra del Señor y ese hoy lo encuentra Jesús en la expresión del profeta Isaías. Ese hoy de la alegría de Dios: “el Espíritu está sobre mí porque me ungió y me envió a predicar la Buena Noticia a los pobres”, y ahí hay una especie de dos puntos, ¿quiénes son esos pobres a quienes hay que anunciar?, a los que están afligidos, encarcelados, ciegos; a ellos se anuncia la Palabra del Señor, la alegría del año de gracia del Señor.

Hermanos sacerdotes: aquí tenemos el modelo de nuestro sacerdocio, cómo se ejerce siempre bajo el mandato de la Palabra del Señor. Durante estos domingos les he pedido leer el prólogo de san Juan para recordar siempre que la Palabra de Dios es creadora, viva y que es luz; que la Palabra genera hijos, que la Palabra se hace carne; que la Palabra, la misma que está junto al Padre, está junto a nosotros. “La Palabra se hizo carne y habitó en medio de nosotros”. Esa experiencia de la Palabra que se vivió ahí en la sinagoga de Nazaret, es la misma cuando nosotros celebramos la Eucaristía, porque sólo con la Palabra de Dios podemos encontrar el hoy de Dios en nosotros.

Los óleos que hoy vamos a bendecir y el crisma que vamos a consagrar significa todo esto que acabamos de escuchar en el Evangelio. Estos óleos que nos hablan de la lucha contra el pecado: el óleo de los catecúmenos; este óleo que nos indica que la vida es exigente y que la conversión no es sólo un sentimiento vago, sino que es nuestra en la voluntad de Dios, por eso bendecimos el óleo de los catecúmenos pues ellos saben que solamente con la Palabra de Dios se puede tener conversión, no hay cambio de vida si no es escuchando la Palabra de Dios que es la  la única que puede mover los corazones había el bien. Este óleo de la alegría, ya saben que al aceite de oliva le agregamos esencias de perfume para indicar la fiesta de la Iglesia, la fiesta de pertenecerle a Dios, ese óleo de la alegría de la consagración que nos recuerda el día de nuestro bautismo, el día de nuestra confirmación, el día de nuestra ordenación sacerdotal, y de los obispos la consagración episcopal, desde ahí le hemos pertenecido a Dios, ya no somos dueños de nosotros mismos, somos de Dios y eso tiene que ser el motivo mayor de la alegría que debe acompañarnos siempre en el ministerio. Bendecimos el óleo de los enfermos que nos pone frente a la verdad de Cristo, que es omega y alfa, que también nosotros debemos entender que nuestra vida se proyecta a la eternidad; el óleo de los enfermos nos anuncia nuestra muerte, no la definitiva, sino la que nos llevará en el paso al cielo; el óleo de los enfermos es así como una mirada de horizonte para descubrir que Dios es nuestra meta, como lo dijo el Apocalipsis: nosotros vamos hacia esa meta que nunca termina, a la vida eterna.

En estos tres óleos los sacerdotes leemos nuestra vida, ustedes también hermanos fieles laicos la alcanzan a ver, y descubrimos la belleza de nuestra misión en tres momentos, en tres óleos: la conversión, óleo de catecúmenos; el santo crisma, el aceite de la alegría y pertenencia a Dios de nuestra consagración; aceite de los enfermos, que nos pone siempre en el horizonte de la enfermedad. Ahí está nuestro ministerio, animar al pueblo de Dios en su camino de conversión, en que el pueblo se sienta pueblo sacerdotal que le pertenece a Dios y no al mundo, y animarnos a mirar muy lejos, hasta el cielo, a contemplar a Cristo que es alfa y omega. Ahí está nuestra tarea y misión, y por eso en esta Misa del santo crisma experimentamos la alegría de ser parte del pueblo de Dios, parte del pueblo sacerdotal, pero también descubrimos que estamos al servicio de ese pueblo como sacerdotes de Cristo. Hermanos fieles laicos vamos a gozar esta Pascua con Jesús, esta fiesta de la Iglesia, vamos a gozar el perdón de Dios, el pertenecerle a Él, y en la Vigilia vamos a celebrar la victoria de Cristo sobre la muerte. La muerte ya no tiene más dominio sobre nosotros y cuando el Señor nos lo anuncie, y cuando seamos ungidos, nos sintamos atraídos hacia Dios. Hagamos pues nuestra profesión en Cristo, nuestro Dios, alfa y omega, sacerdote por excelencia, y así, nuestro ministerio será siempre alegre porque los óleos nos hablan de la alegría del jubileo, eso que hizo sentir Jesús en la sinagoga cuando hizo esa bella lectio divina, algo muy especial: el anuncio del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Visto por: 1,688
Compartir:

Relacionado

27/11/2022

HOMILÍA – 27 de Noviembre de 2022, 1er. Domingo de Adviento


Ver Más
16/10/2022

Homilia del 16 de Octubre


Ver Más
11/09/2022

HOMILÍA – 11 de Septiembre


Ver Más
© 2022 Arquidiócesis de Monterrey. Terminos y Condiciones.