Entronización de imagen de nuestra Señora del Roble en capilla de Casa de la Iglesia / Instituto de la Arquidiócesis de Monterrey / 11 de septiembre del 2017
Estimados muchachos y muchachas, señoras y señores, hermanos sacerdotes: con mucho gusto he venido esta mañana a entronizar la imagen de nuestra Señora del Roble. Seguramente, muchachos, estas palabras les suenan muy extrañas. Entronizar, poner en trono. Es un lenguaje medieval, cuando hay monarcas, reyes y reinas. Nuestro país, desde 1810, comenzó un repudio a la monarquía, no volvió a ver en México reyes ni príncipes, salvo Iturbide que quiso ser emperador de México. A nosotros nos suena muy extraño este lenguaje de tronos. Quienes viven en Europa lo entienden muy bien. No necesariamente significa subdesarrollo, a lo mejor muchos de los gobiernos monárquicos tienen una situación económica mejor que nuestro país. Pero qué bueno que en México no hay monarquía. Respetamos a los países que así lo consideran correcto.
De cualquier manera, utilizamos un lenguaje. Coronamos las reinas de las fiestas patrias, celebramos otros reinados para indicar que a una persona la ponemos en un lugar especial. En este lenguaje es que hablamos de la santísima Virgen María, a quien la declaramos Reina. Es uno de sus atributos, Reina del Cielo, Reina de la paz, como también a Jesús lo declaramos Rey. En el letrero de la cruz están las palabras de Pilato. Él dijo de Jesús, “este es el rey de los judíos”. (cfr. Jn 19,19). Lo dejaron así en un tono de burla, porque un rey está vestido de color rojo y sentado en un trono; Jesús, está desnudo y está en una cruz. Para nosotros ese es su trono, no como los demás reyes y emperadores. Le preguntó Pilato, “¿eres tú rey?”, y dice Jesús “lo soy” (cfr. Lc 23, 3ss), “pero no soy rey al estilo de este mundo, si así lo fuera tuviera como un ejército que me defendiera”, porque un rey se sostiene con su ejército. Nosotros decimos que ella es Reina, que tiene un trono, un lugar preferente, pero no al estilo de las reinas del mundo que disfrutan de las riquezas, que tienen personas a su servicio, sino una Reina que da la vida, que sufre, que llora, que ama. Nuestro instituto la declara Reina en este sentido y le da un trono, no según el mundo, sino en el corazón de ustedes, un lugar en su vida. Eso es entronizar, darle el lugar que ella merece. Lo merece como Mamá y como Reina. A partir de hoy le declaramos Reina a nuestra Señora del Roble.
Quiero decir una palabra del santo Evangelio. En los santos Evangelios se nos narra que Cristo hace curaciones de sordos, ciegos, mudos, paralíticos. Pero también hoy escuchamos que curó un hombre que tenía la mano tiesa, no podía doblarla, no le funcionaba su codo. Hoy, gracias a Dios, la medicina resuelve estos problemas, pero hay algunos que se accidentaron y pierden movilidad. Respeten a las personas que tienen un impedimento. El Señor ve a este hombre con la mano tiesa y pregunta si es correcto que lo cure, hacer el bien (cfr. Lc 6, 9). Jesús le dijo, “estira la mano” y desde ese momento pudo tener movimiento.
Para qué nos sirven las manos y para qué nos deberían de servir las manos. No deberían de servir para tomar una pistola y matarme. Para eso no es la mano, ni para golpear. La mano tiene bellas funciones. Una que es muy bonita, para acariciar, otra muy importante, para trabajar. Con las manos se crea el arte, aunque hay personas que sin tenerlas han logrado ser artistas. Nos sirven para escribir. Las manos tienen siempre una función creativa.
Muchachos, usen sus manos para hacer el bien. Este es el milagro que hace Jesús. Las manos son para compartir y para dar. La mano tiesa o como decimos en el lenguaje común, el que es codo, no comparte, no puede mover su codo. Vamos a pedirle al Señor que nos cuide de nuestras manos. Agradezcámosle que nos las ha regalado y hay que utilizarlas para el bien. Que Dios los bendiga y échenle muchas ganas. Hay que estudiar mucho, hay que hacer el bien. Todos estamos para darnos la mano, eso es lo que la Arquidiócesis les quiere hacer, dar la mano. Ustedes también tienen que darnos la mano. Que Dios los bendiga y le dan un saludo a sus papás y que estén muy contentos de que estén estudiando.