UDEM / 30 de octubre del 2017
Hermanos y hermanas, me uno a la intención de esta jornada que quiere ser de discernimiento. Una institución que educa tiene que estar al pendiente de lo que ocurre, de la realidad cotidiana. Pero también, debe dejarse guiar por el Señor para encontrar las mejores soluciones.
Es necesario tener espíritu abierto para revisar y buscar los mejores caminos, para apoyar a los jóvenes y adolescentes que están en esta institución que estimamos, la UDEM. Es importante compartir experiencias. Ustedes, hermanas religiosas, consagrados, busquen caminos adecuados para influir en el caminar de los jóvenes. Nadie tiene la solución ya hecha, el Señor nos pone en frente de un futuro que no poseemos, pero que debemos ir construyendo.
Los que se dejan guiar por el Espíritu son hijos de Dios, dice san Pablo (Rm 8, 12-17). Es la actitud que les invito a tener esta jornada, dejarse guiar por el espíritu de la verdad y del amor. Si es así, encontrarán nuevos caminos en bien de los jóvenes. Los papás no saben qué hacer, las instituciones escolares no saben qué hacer, pero hay que buscar caminos, nunca estamos totalmente perdidos como para no esperar en un mundo mejor.
Les pido que no renuncien a su tarea de conducirlos, esa es su tarea conducir a los jóvenes. Nadie es tan inteligente y rebelde como para no dejarse ayudar. No renuncien a la tarea de conducirlos. Hablamos de un acompañamiento no alcahuete, sino con seriedad, teniendo claros los destinos que tienen que alcanzar.
Quiero invitarles a que vivan el milagro del Evangelio (cfr. Lc 13, 10-17). Levanten la cabeza. El Señor curó a esta mujer encorvada, que lo único que miraba era el suelo. Pero Cristo la ayuda y levanta la cabeza hasta el Cielo, no solo hasta el horizonte que tiene el ojo humano. Esta institución tiene que ser capaz de tener la mirada de arriba abajo, de abajo a arriba. Dios es el conductor de la vida.
Hay que recomponer siempre este camino que nos presenta el Señor Jesús. Pero tenemos que hacerlo nuestro. El Papa Pablo VI dijo: no queremos maestros, sino testigos. Quiero invitarles a ustedes a este buen discernimiento. Ya saben dónde están los problemas, saben qué tienen que hacer y cómo acompañar a los jóvenes. Es necesario que levanten la mirada, que Cristo haga el milagro, que miremos hasta el Cielo para darle la correcta intención a esta tarea educativa que tienen.
Me uno a esta jornada de discernimiento de buscar identidades, qué es la UDEM, cuáles son sus objetivos. Y en este caminar, seguramente, por la buena voluntad, se lograrán cosas buenas. No olvidemos las palabras del apóstol, “los que se dejan guiar por el Espíritu, son hijos de Dios”.