MONTERREY, N.L. (www.pastoralsiglo21.org).- 5 de marzo 2018. El Obispo, antes que las palabras y conceptos, enseña con la sonrisa, con el acercamiento tranquilo y humilde a la gente, con el comportamiento simple, sereno de padre que habla a los hijos y a los hermanos; que ama y busca las palabras justas, en el momento justo.
Cada sacerdote y cada Obispo tiene su manera diversa de predicar y compartir la fe, lo cierto es que, uno de los retos más difíciles para aquel que ha sido llamado a ser maestro en la fe, es enseñar y hacerse entender por los hombres de hoy, sobre todo por las nuevas generaciones.
Mons. Alfonso Miranda Guardiola, Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey y Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, un pastor de nuestro tiempo, un consagrado que hace de la vida diaria una reflexión, un aprendizaje de lo ordinario.
Quien ha tenido la oportunidad de escucharle o leer algunas de sus reflexiones en alguna red social, ha encontrado un mensaje sencillo, a través de una anécdota o experiencia personal, pero que al mismo tiempo tiene una enseñanza profunda que invita a la reflexión.
A pesar de la pesada responsabilidad de Secretaria de la CEM, cuya misión es promover el mayor bien de la Iglesia Mexicana, se da tiempo para escribir alguna anécdota, que puede ser familiar, lo mismo un encuentro con un joven o el testimonio de un hermano sacerdote, pero siempre con una moraleja que toca el corazón.
Es un reto muy grande ser maestro en la fe, San Pablo al inicio de la carta a los Romanos dice que “él siervo de Jesucristo, apóstol por vocación, ha sido predestinado para anunciar la palabra de Dios” (Rm 1,1).
Cuantas veces antes de hablar o escribir, el Obispo o sacerdote se pone de rodillas en su capilla o incluso inclinándose sobre los libros que tiene que estudiar, para encontrar los argumentos justos, las palabras oportunas para llegar al corazón de los fieles.
Agradezcamos a Dios su cercanía con nosotros, por medio de nuestros pastores, busquemos siempre ser buenos alumnos, disponiendo nuestra mente y corazón para aprender sus enseñanzas y no dejemos de orar por nuestros sacerdotes y Obispos, hombres como todos; necesitados también de nuestro cariño y comprensión.
Mons. Alfonso Miranda en:
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