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La Palabra de Dios nos fortalece para realizar nuestro trabajo

Recepción de ministerio de Lector, Candidatos de Fuego Nuevo / 2 de septiembre del 2017

Estimadas hermanas y hermanos, amigos de esta comunidad de Fuego Nuevo, estimados seminaristas, estimados padres, padre Pedro superior de la comunidad, estimados Tito y Antonio:

En la pedagogía de nuestra Iglesia, para llegar a recibir el orden sacerdotal, en el grado de presbíteros, la Iglesia quiere que llevemos un proceso formativo en el que, las tres realidades más importantes de la Iglesia, las vayamos recibiendo de modo consciente: lector, acólito y diácono y, posteriormente, presbíteros.

Hace muchos años, antes del 67, había otra manera de entregar los ministerios y las órdenes. Todo estaba pensado exclusivamente para los clérigos. Primero la tonsura, luego hostiario, lector, exorcista, acólito, subdiácono, diácono. Eran más momentos en la entrega de los servicios para la Iglesia. El Papa Pablo VI quiso recuperar lo esencial de los servicios y de las órdenes en la Iglesia. Pidió que solo quedara el lectorado y el acolitado, luego las órdenes, diáconos, presbíteros y obispos. En esta pedagogía se nos entregan los tres tesoros de la Iglesia, que tenemos que recibirlos con alegría, pero con mucha responsabilidad.

Hoy les entregaré las Sagradas Escrituras, en el acolitado les entregaremos las ofrendas de la Eucaristía, y en el Diaconado les entregaremos la responsabilidad de atender a los más pobres. Tres tesoros: la Sagrada Escritura, la Eucaristía y los más pobres y enfermos. De esta manera nos preparamos para servir en el presbiterado. Ahora les daré la Sagrada Escritura es un patrimonio común para todos los fieles, pero que, de modo especial, a ustedes se las entregaré. Primero, para que la lean siempre; segundo, para que la mediten, y tercero, para que la expliquen al pueblo de Dios. Tienen el compromiso de leer toda la Sagrada Escritura, sin dejar ningún versículo sin leer, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Hay que hacerlo porque la Palabra de Dios nos fortalece nuestra vocación y nuestro servicio al pueblo de Dios.

En la Palabra de Dios, el Señor les pide ser muy trabajadores, lo contrario de la pereza. El apóstol Pablo primero dijo, “he oído que se aman mucho, pero no se olviden de trabajar” (cfr. 1 Tes 4, 9-11). La parábola que oímos sobre los talentos, de los millones. Se fijaron cómo al último le dijo su amo, “siervo malo y perezoso” (Mt 25, 26).

Dice el sentido común que la pereza es la madre de todos los vicios. Por eso, en la espiritualidad cristiana el trabajo ocupa siempre un lugar muy especial. Tal es así que san Benito resumió el Evangelio en dos palabras: ora et labora, reza y trabaja. El que no trabaja se corrompe, se echa a perder, e inclusive se convierte en una persona problemática, agresiva, de carácter insoportable. No hay peor cosa que vivir con un flojo. A todos les hace la vida imposible. Por eso a trabajar.

Hoy el Señor nos hace un llamado a ser diligentes, a estar disponibles para servir al pueblo de Dios. Cuando uno no tiene este espíritu de servicio, se echa a perder. Oímos esta parábola de estos tres hombres de confianza, (cfr. Mt 25, 14-30) a uno le dio cinco talentos, a otro dos y al último uno. Lo que quiere enseñar el Señor es la diligencia. El que trabaja arriesga siempre, tiene motivos para animarse.

Estimados hermanos, hay que estar ocupados. El que no hace nada se echa a perder. Por eso, sí queremos vivir la fe, la esperanza y la caridad, si queremos estar cerca de Jesús, si queremos ser cobijados por la Virgen María, vamos a trabajar, a ocuparnos en lo que nos toca. Pero también hay que estar alegres. El trabajo, cuando se hace bien, trae la alegría, aunque canse.

El Señor nos diga, “siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante”. Y que no nos diga, “siervo malo y perezoso; si sabias que era exigente ¿por qué no metiste el dinero en el banco? Dios es exigente. Siempre nos exige por nuestro bien, como ustedes papás y mamás les exigen a sus hijos por su bien. Un hijo perezoso es un problema toda la vida. Es una bendición el trabajar y cada quien según sus posibilidades. Tenemos otro ritmo de trabajo, pero siempre tenemos que estar ocupados, con la mente activa. Muchachos les voy a entregar las Escrituras para que las lean, las mediten y las compartan.

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