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La mamá aquí en el mundo y en el cielo siempre vela por nosotros

Ce. Re. So. Topo Chico, Área de mujeres – 10 de mayo de 2017

Queridas hermanas, se fijaron en la lectura del Evangelio cómo los hijos nos parecemos a nuestros papás de alguna manera, pueden ser algunos rasgos físicos se asemejen más a nuestro papá o a nuestra mamá, pero todos mantenemos un parecido si no es físicamente lo puede ser en el timbre de la voz, en el carácter o el temperamento. Jesús dijo: “el que me ve a mí, ve al Padre”, es decir, yo me parezco a mi papá. Qué importante es este parecido que Dios ha querido de los hijos con sus papás, nadie puede ocultarlo, nadie puede negarlo, porque Dios ha querido que en cierta medida nos parezcamos. Es cierto, cada uno tiene su propia personalidad, su propia identidad, porque ninguno es un clon, es decir, una repetición total, sólo tenemos un parecido y tenemos que darle gracias a Dios en que nos parezcamos algo a nuestros papás. Es lo que Jesús nos ha enseñado hoy.

Dice Jesús en el Evangelio “el que cree en mí no sólo cree en mí, sino en el que me envió”, “el que me ve a mí no sólo me ve a mí sino también ve a mi Padre que está en los Cielos”. Dios ha querido que nosotros podamos conocerlo a través de lo que vemos, pero tenemos que ser capaces de ir más allá de lo que vemos: cuando contemplamos la naturaleza, la belleza del cielo, la belleza del clima, del aire, del calor, podemos descubrir que Dios es nuestro Padre, que se preocupa por nosotros; cuando el Señor nos concede pertenecer a una familia, tener una mamá, tener un papá, también esto lo agradecemos siempre a Dios porque, en la medida de lo posible, todos tenemos que vivir acompañados. El primer mandato de Dios “no es bueno que las personas estén solas”, nunca es bueno estar solo, nunca es bueno sentirse solo, pero hay veces, hay momentos, circunstancias, que recrudecen en nosotros el sentido de soledad, el sentido de orfandad; cómo duele perder a la mamá, perder a el papá, imaginen a un niño, un joven, es siempre una experiencia muy fuerte, pero el Señor nos recompensa y si nosotros queremos encontraremos siempre apoyo y ayuda en los demás, el Señor no quiere que estemos solos, el Señor no nos quiere huérfanos, Él quiere que sintamos siempre su amor misericordioso y por eso también los católicos tenemos en la Virgen María una presencia materna, una presencia amorosa.

Los católicos tenemos el sentimiento de una mamá que nos cuida: la Virgen María, nunca nos sentimos solos y aunque alguna vez nos encontremos solos tenemos siempre a quien recurrir. Qué bella es la maternidad, qué grande es ese tesoro de Dios. Ustedes que son mamás agradezcan a Dios ese regalo, por cualquier circunstancia por las que llegaron a ser mamás, es siempre un regalo de Dios, como también siempre tenemos que estar agradecidos porque el Señor nos concedió una mamá. Es cierto, así como nosotros también cometemos equivocaciones también nuestra mamá pudo equivocarse, o uno pensar que no le dio todo el cariño que necesitaba, pero creo que una mamá, en medio de sus límites, en medio de sus problemas, sabe compartir el cariño con nosotros.

Durante la semana santa visité los centros penitenciarios y me dio mucho gusto ver a las mamás visitando a sus hijos. Pueda ser que otros se olviden de uno, pero la mamá siempre es fiel, tiene un amor fiel, y eso hay que saberlo agradecer; probablemente el esposo, la esposa, el amigo, se pueda olvidar de uno, hasta los hermanos, pero la mamá aquí en el mundo y en el cielo siempre vela por nosotros. Me da mucha alegría ver cómo en México se celebra el diez de mayo, es un mes de flores, un mes de alegría, es un mes en el que sentimos el amor, pero también podemos amar y expresar nuestro cariño; denle gracias a Dios por su mamá, viva o difunta, las que son mamás vivan plenamente esa experiencia, que nada distraiga su mente y su corazón para que a sus hijos le den todo el afecto que ellos quieren, que los eduquen en el amor y la responsabilidad. Una mamá que sabe querer también sabe educar y sabe orientar, sabe cuando hay que corregir y cuando hay que animar.

Que el Señor les de sabiduría para orientar convenientemente a sus hijos, que les de creatividad para poder estar en comunicación con sus hijos, pero también hagan oración por sus hijos. Siempre tenemos un buen modelo en aquella mamá, santa Mónica, que veía cómo su hijo se perdía, ella rezó y rezó por él y ocurrió un milagro. Así también ustedes si no pueden físicamente, presencialmente, comunicarse con sus hijos hagan oración, porque la oración nos hace a todos entrar en comunión estando cerca o estando lejos. Quiero y no me canso de felicitar a las mamás que viven aquí, que Dios les de sabiduría, inteligencia y mucha capacidad de amar a sus hijos.

 

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