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La fe no se hereda, se le pide a Dios

XXV aniversario sacerdotal Felipe Flores Garza. Parroquia Nuestra Señora de San Juan de los Lagos en Guadalupe.
5 de agosto de 2018.

Queridas hermanas, queridos hermanos, hermanos sacerdotes:

Amablemente el padre Felipe hizo que coincidiera mi visita con la celebración de su XXV aniversario sacerdotal este domingo.

Gracias por permitirme celebrar sus 25 años, gracias a ustedes hermanos que ha venido de diversas parroquias donde ha servido el padre Felipe, esta es casa para todos.

Quiero hacer una muy sencilla reflexión, providencialmente, hoy la Palabra nos habla del capítulo 6 del evangelio de San Juan, Jesús explica el misterio de la Eucaristía, para el cual hemos sido ordenados sacerdotes, ahí está nuestra principal tarea, nuestra misión, celebrar la Eucaristía, no es lo único pero todo lo que hacemos tiene que descansar en este misterio, misterio de la presencia de Cristo en el pan y vino.

Hoy el Señor responde una pregunta, que el pueblo de Dios se hizo muchos siglos antes, cuando vieron el pan que bajaba del cielo, dijeron: “Maná”, una expresión de admiración. Qué es esto, también nosotros debemos de tener este sentimiento al ver el milagro más grande que puede ocurrir, que el pan se convierta en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre.

Y ustedes son testigos y el sacerdote de manera privilegiada, comparte por el poder del Espíritu Santo, ese don de hacer presente a Cristo nuestro Señor.

Cuál es la misión del padre Felipe entre ustedes, creo que de modo especial, dos cosas: primero tiene que facilitar que ustedes puedan creer en Jesús, cuál es la otra, que crean en aquel que el Padre ha enviado. La más importante, sigue siendo, animar al pueblo de Dios para que pueda creer que Cristo es el enviado del Padre.

Es evidente que nosotros no damos la fe, la fe la da el Señor, solo él, a nosotros nos toca facilitar, abrirles el oído y corazón a las personas para que se encuentren con el Señor.

Hoy por la mañana celebré en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, tocaba la peregrinación a tres diócesis: Matamoros, cd. Victoria y Tampico. Hoy me sucedió que en el aeropuerto antes de venir, un señor me pregunta lo siguiente. “Mi mamá era una mujer de mucha fe, siempre iba a la Eucaristía pero yo no tengo fe”.

Yo le dije: “la fe no se hereda, la fe se le pide a Dios”, me agradeció mi respuesta, porque la fe viene de Dios, pero a nosotros y a toda la comunidad cristiana nos toca facilitar que las personas crean en Dios.

Cómo facilitamos, siguiendo este consejo de Cristo, si se aman los unos a los otros creerán. Lo único que podemos hacer para que podamos creer es amándonos unos a otros, ese es el camino de la fe, lo que podemos hacer cuando algún hermano no cree en Dios y de eso no es culpable, él no tiene la culpa, tú no tienes la culpa, porque la fe no se hereda, la fe se pide a Dios.

La fe siempre pídanla al Señor, todos los días, “Señor que yo crea que tú eres el enviado del Padre”.

Lo único que podemos hacer es abrir el camino para que crean.

El segundo pensamiento es que cuando a Jesús le piden que haga un milagro, Cristo responde con la verdad, “no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, es mi Padre, pues bien, yo soy el pan de vida, el que me come no tendrá hambre ni tendrá sed”.

Cristo es el pan de vida que se hace presente en la Eucaristía, la misión de los sacerdotes es entregarles el pan de vida, ustedes son los que deciden si lo comen o no, si alguno, por algún motivo, no puede comulgar, procure buscar la manera de enriquecer su vida espiritual con el pan eucarístico, con el cuerpo de Cristo.

Esa es la tarea de un sacerdote, facilitar el encuentro con Cristo, para que los fieles crean en Jesús y también la misión nuestra es entregarles el pan de vida, vamos a pedirle al Señor para que nuestras comunidades vivan del pan regalado por Jesús.

Hoy queremos pedir por el padre Felipe, para que sea un buen sacerdote que facilite el encuentro con el Señor, para que les entregue el pan de vida, esta es nuestra misión, esta es nuestra tarea.

El sacerdote vive, trabaja y se esfuerza por la Eucaristía, no es lo único, pero, es lo más grande. Para eso nos formamos en el seminario, para la Eucaristía.

Quiero contarles algo que siempre digo, cuando yo era seminaristas pasaban los años y mi abuelita veía que pasaban los años y no me ordenaba, una vez vine porque mi papá estaba muy enfermo y fui a despedirme de mi abuelita y me dijo ella, “cuánto te falta hijo”, respondí: “tres años” y ella me dijo: “tantos años para decir misa”.

Pues sí, porque la misa no es el ritual, si fuera así todos podrían, pero el problema no es la ceremonia sino crecer poco a poco en el conocimiento y amor a la Eucaristía, la Iglesia sabiamente, nos hace llevar un largo periodo de formación para que podamos servir a la Eucaristía

Dios bendiga todas las comunidades donde ha celebrado el padre Felipe, hoy vamos a pedir por él, para que sea feliz, cada vez que celebre la Eucaristía, lo haga con la misma admiración que tuvo el pueblo de Israel cuando se encontró con el pan bajado del cielo.

Qué es esto, la cosa más bella que ha conocido la humanidad, la trasformación del pan y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo, que el Señor nos bendiga a todos y gracias por querer a sus sacerdotes y nos quiere porque ama la Eucaristía.

Solo el que ama la Eucaristía, ama a un sacerdote, vamos a pedir a Dios por todos los sacerdotes, para que todos conservemos siempre el buen espíritu para servir al pueblo de Dios.

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