Toma de posesión Pbro. José Alfredo Flores García / Parroqiuia Natividad del Señor, Santa Catarina, N.L.
5 de agosto del 2017
Estimados hermanas y hermanos fieles de esta comunidad parroquial, estimado ciudadano presidente municipal, hermanos sacerdotes, estimado padre padre Alfredo y padre Pedro.
Agradezco su disponibilidad misionera al padre Carlos, que estuvo unos días con ustedes como administrador parroquial y ahora es párroco en la parroquia san Juan Bosco. Agradezco al padre Alfredo que, con una gran disponibilidad, viene a servir a esta comunidad junto con el padre Pedro. Gracias padre Juventino. Gracias a todos por su disponibilidad.
Quiero pedirle a la comunidad que comprenda estos nuevos tiempos. Hace muchos años, los párrocos duraban décadas. Ahora vivimos este mundo tan deprisa. El Papa Francisco ns está pidiendo mostrar un nuevo rostro de Iglesia, una Iglesia misionera, sacerdotes disponibles, itinerantes, siempre en camino, dispuestos a servir al pueblo de Dios. El padre Alfredo hará el equipo pastoral junto con el padre Pedro y el futuro diácono, José Juan.
Han oído que nuestras ciudades crecen y crecen. He tenido, por necesidad, fundar 37 nuevas parroquias. No dejen de pedir por las vocaciones. Crece la Arquidiócesis y disminuye el número de seminaristas. Esto nos preocupa, pero confío en que Dios proveerá y que siempre serán atendidos los fieles de nuestra Arquidiócesis, sabiendo que muchos otros lugares del mundo y de México hay situaciones de emergencia vocacional. Hay que intensificar la oración y pedirle al Señor que haya más vocaciones. Esto lo digo para que entiendan lo que pasa en la Arquidiócesis y que la comunidad se disponga, como lo ha hecho siempre, a colaborar con su párroco y el equipo de pastoral.
Porque la parroquia es una comunión misionera, es decir, el párroco promueve la unidad de todos los fieles para que, unidos, lleven adelante la misión. No hay misión sin comunión. Es importante, a la luz del Evangelio, que se genere siempre esta unidad parroquial. La Iglesia es un cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo. En ella hay una variedad de miembros pero una sola iglesia. En su parroquia, gracias a Dios, florecen diversos grupos, de jóvenes, de matrimonios, de niños. Esta gran diversidad requiere siempre la unidad, la comunión, para que así puedan estar disponibles para invitar y animar a otros a adherirse a la Iglesia. La parroquia, como toda comunidad cristiana, debe ser una comunión misionera.
La Palabra de Dios que acabamos de oír, que son las lecturas que corresponden a este sábado, iluminan dos aspectos de la comunión eclesial. ¿Cómo se fortalece la comunión misionera? Tiene dos cosas que la fortalecen: el perdón y la verdad.
Nuestro Dios le pidió a Israel, y a nosotros de manera profética en Israel, que era necesario perdonar las deudas. Recuerdan que, en la antigua versión del “Padre nuestro” decíamos “perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Porque la imagen del perdón proviene de ese mundo tan complicado de los préstamos y de los cobros. ¡Cómo sufre la sociedad cuando no hay un orden, una vigilancia, para que nadie abuse de otro! Por eso el Señor instruye a Israel. Cada año cincuenta se acaban todas las deudas. Cada uno recupera su propiedad y el modo justo de esa relación humana, porque el dinero siempre divide y crea problemas. El Señor pide esta medida para evitar que el pueblo caiga en pobreza extrema y esclavitud. Perdonar es la palabra más importante de nuestra vida eclesial. Por eso en la oración dominical le decimos al Señor: perdónanos como perdonamos a los que nos ofenden.
La otra columna vertebral de la comunión es la verdad, la verdad teológica y la verdad moral, que van siempre acompañadas de la justicia y del respeto. Oyeron la historia del martirio de Juan el Bautista. Herodes acaba, de modo trágico, la vida de Juan el Bautista por dos razones: por un hombre autoritario y abusivo que le quita la mujer a su hermano, y no por fruto de un amor, sino abusando del papel que tiene como autoridad. Juan, el Bautista, le dice, “no es correcto lo que estás haciendo, no puedes abusar, tienes que respetar la mujer de tu prójimo” (cfr. Mt 14, 1-12). Por otro lado, la personalidad de una mujer ambiciosa, Herodías. En la vida social y en la vida de la Iglesia siempre se ocupa mirar la verdad, la verdad que proviene de Dios, la verdad que protege el respeto entre todos.
Por eso, padre Alfredo, vienes a esta comunidad parroquial, de la cual siempre recibo noticias muy buenas, pero, también, tienes una tarea de todos los días: promover la comunión misionera. Que los grupos, que los fieles vivan el perdón y en la verdad para que así todos sigamos la voluntad divina.
Con mucha esperanza y ánimo renovado les invito a todos a colaborar con el equipo de pastoral de su parroquial. Que Dios los bendiga.