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La austeridad nos permite tener nuestra mirada puesta en el Cielo

Toma de posesión Pbro. Roberto Van Troi Ramírez Garza / Parroquia Sagrado Corazón, Los Herreras, N.L. / 30 de agosto del 2017

Agradezco la presencia de todos ustedes. Gracias a los familiares y amigos del padre Roberto Van Troi. Gracias padre Horacio por estos tres años de servicio. Con mucho gusto he querido venir a entregar personalmente la responsabilidad de esta parroquia al padre Roberto Van Troi. Me da mucho gusto hacerlo el día de hoy que la Iglesia celebra a Santa Rosa de Lima. En relación a este acontecimiento, quiero hablarles sobre tres cosas: la austeridad, el celo apostólico y la evangelización como mejor negocio de todos.

Menciono la austeridad a propósito de Santa Rosa de Lima. Ella tomó una decisión en su vida, al principio en contra de la voluntad de sus papás. Ellos querían para ella un futuro exitoso. Eran de una clase económicamente muy buena, en Lima seguramente había pretendientes que querían desposarla, además de inteligente era guapa. Sin embargo, ella se encuentra con el Señor y toma la decisión de ser solo para Cristo.

Sus papás, gracias al cariño que le tenían, aceptan la decisión que toma. Ellos permitieron que no se casara con la condición de que permaneciera en casa con ellos y ella acepta esa decisión. Lo único que le pide al papá como regalo es que construya un pequeño hospital para atender a los pobres de Lima. En una ocasión, Santa Rosa de Lima atendió a un enfermo con una herida gangrenada, la cual le dio mucho asco. En un acto de fe, besa la herida y en el momento de hacerlo mira a Jesucristo.

Esa es la mística, mirar a Dios donde no se le ve fácilmente. ¿Qué está en la raíz de esto? La austeridad, que no es un simple rechazo de los bienes materiales, porque tales son buenos y son regalos de Dios. El que tengamos lo necesario para vestir, para comer, para pasear, es siempre algo bueno. Pero hay una diferencia, el saber utilizar para lo que son y el que se convierta en un objetivo en la vida. Una persona austera reconforta y rehace todo su proyecto de vida.

En la misión pastoral de una parroquia debe acompañarnos este sentido de austeridad, es decir, pensarlo todo en la clave de eternidad. Uno se hace materialista porque cree que eso basta. A veces la vida misma nos demuestra que no es así. A veces, cegados por la ambición, luchamos por la misión de algo que se termina.

La segunda cosa es lo que oímos en la carta a los Corintios, cuando san Pablo dice: “los presento como una virgen pura” (2 Cor 11, 2). Así entendemos nuestro ministerio y nuestra misión evangelizadora: desposar a la comunidad con Cristo. Es decir, que la comunidad ame a Cristo, tenga celo, entrega al Señor. Esa es la tarea principal de la parroquia, desposar con Cristo a la comunidad cristiana. Que esta comunidad ame mucho a Jesús, tenga interés por las cosas divinas. Para eso se predica la Palabra de Dios, para eso se celebra la Eucaristía y los sacramentos, para eso se fomenta la caridad con los más necesitados.

La tercera encomienda la oímos en el Evangelio cuando Cristo compara el Reino de los Cielos a un buen comerciante, a un buen negociador (cfr. Mt 13, 44-46). Decía que la evangelización es el mejor negocio. Cristo le decía a la gente, hablando de la caridad a los pobres, “hagan amigos con el dinero tan lleno de iniquidad, para que cuando mueran lo reciban en el cielo” (cfr. Lc 16, 9). Qué mejor negocio. A eso tiene que dedicar su tiempo, Roberto, convencerlos a ustedes, como comunidad, que es mucho mejor estar con Cristo. San Pablo dijo a los Filipenses, “para mí el pasado es basura en comparación de lo que tengo en adelante, para mí es mejor estar con Cristo” (cfr. Flp 3, 7-8).

Hermanas y hermanos, quiero animar a esta comunidad, a seguir el camino del Señor, a seguir buscando siempre la fidelidad en el amor a Jesucristo. Por eso a Roberto le pido estas cosas que he señalado. Quiero que nuestras comunidades mantengan viva la fe. Ya saben, el padre es inexperto en el ministerio, pero tiene la sabiduría de la vida. Ayúdenle, apóyenlo, dialoguen con él. Es muy normal que alguien piense distinto, pero dialogando se entiende la gente. Dialogando vivamos la caridad. Les encargo a ustedes para que esta parroquia siga siempre fiel a Cristo. Que Dios los bendiga.

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