Confirmaciones de alumnos del Colegio CUM – 25 de marzo de 2017
Me da mucho gusto venir en esta fiesta de la Santísima Virgen María en su Anunciación a compartir con ustedes el regalo que Dios, Nuestro Padre, y Jesucristo han dado a su Iglesia: el don del Espíritu Santo, el don de su Amor. Quiero agradecer la presencia de los padrinos, papás y amigos de estos jóvenes, la presencia del Director, de los profesores, la presencia del Hermano Guadalupe quien es responsable de transmitir a ustedes la inspiración de la espiritualidad Mariana, de la espiritualidad de san Marcelino Champagnat.
Con alegría comparto con ustedes este regalo de Dios. Quiero compartirles a ustedes, y de modo especial a los jóvenes que hoy se confirman, algunos pensamientos que brotan de la fiesta que celebramos y la Palabra de Dios. La fertilidad de una auténtica devoción Mariana. San Marcelino se inspiró en una devoción muy madura a la Virgen María para llevar adelante su vocación cristiana, su vocación sacerdotal y su tarea educativa, porque de la Virgen María aprendió, y nosotros también tenemos que aprender, hacer la voluntad de Dios. Esa palabra dicho de modo muy sencillo “Fiat”, “hágase según tu palabra”, fue la que inspiró y empujó toda la obra apostólica de san Marcelino, porque quien hace coincidir su voluntad con la voluntad de Dios se convierte en un gran bien para la humanidad y la Iglesia. El primer modelo es la Virgen María, “hágase en mí según tu palabra”, y toda su vida fue conformar su voluntad a la voluntad de Dios. Tarea muy compleja y desafiante, porque cumplir la voluntad de Dios es siempre un gran desafío, es un desafío vocacional, es una tarea que comporta toda la vida. Así lo hizo san Marcelino, esa devoción a María inspirada en el Fiat lo lleva a vivir con autenticidad y en santidad su vocación cristiana y sacerdotal.
Gracias a María, Nuestra Madre, él descubrió una gran necesidad en el mundo: la educación. Se conmovió al ver a un joven que no sabía leer ni escribir. Hermanas y hermanos: la carencia educativa viene siendo la más grande pobreza que puede tener el ser humano, esta lucha contra el analfabetismo no ha terminado, sigue pendiente. Ustedes saben que en Nuevo León setenta mil personas no saben leer ni escribir, personas que tienen los más bajos reconocimientos académicos. No podemos ser indiferentes. Hace tres años que se retomó la campaña de alfabetización y les dije entonces que quien no ha enseñado a leer a una persona no ha tenido la oportunidad de tener un gran crecimiento espiritual. Les hago este desafío: enseñen a leer a una persona y verán cómo se abre un horizonte espiritual.
San Marcelino tuvo este primer desafío, enseñó a leer a un joven de veintitrés años y él comprendió que tenía que promover en la sociedad una nueva educación, pero una educación al estilo de María, una educación al estilo de Jesús, Nuestro Señor. Es muy sencillo lo que se proponen los grandes santos educadores: convertir la voluntad humana en la voluntad de Dios. Eso es lo que quiere hacer su Colegio, que ustedes jóvenes aprendan a cumplir la voluntad de Dios, y que lo hagan con gusto y alegría, por eso hoy la Iglesia les da el Espíritu Santo con sus siete dones, sabiduría inteligencia, ciencia, piedad, consejo, fortaleza y temor de Dios, para ayudarles a entender en la plenitud de su vida humana, la voluntad Divina, porque sólo es posible entenderlo si está acompañada por la voluntad de Dios y esto no es fácil. Es un desafío que comporta toda la vida.
La Virgen María dijo “hágase en mí según tu palabra” y escucharon el diálogo de la Virgen con el Ángel quien le dice “no temas María”. Le muestra su temor, porque nuestra vida y la misión que tenemos, el desafío de nuestra vocación, sin duda que nos provoca temores y miedos. Decimos con toda razón que este momento histórico es un momento de desconfianza y de miedo, todos tenemos miedo al presente y al futuro, pero hay siempre alguien que nos fortalece, nos anima y nos acompaña, Cristo Nuestro Señor. No están solos en este desafío de su vida, les acompañan Cristo y la Virgen María. Los grandes santos han sabido experimentar la protección de Dios en Nuestra Señora, la Virgen María, con ella y por su intercesión ustedes pueden sacar adelante su vida. Hay que hacer que su voluntad sea la voluntad de Dios que está escrita de dos maneras: en sus diez palabras, los mandamientos, tal como los reveló a Moisés; y también para nosotros en el Evangelio, aquel que no es otra cosa que la narrativa del Sinaí, ahí Jesús nos acerca a la voluntad de Dios, a la Palabra de Dios, Cristo es como el nuevo Moisés que nos explica los mandamientos pero no como una carga que hay que soportar sino como una ayuda para ser felices y estar alegres, porque estimados jóvenes: quien cumple la voluntad de Dios encuentra plenitud en su vida y puede gozar de la gracia de Dios. El ángel le dice “alégrate María”, esta alegría tan propia de un joven, se requiere hoy más que nunca, no podemos aceptar que los jóvenes de hoy estén tristes, no podemos soportarlo. Nuestra vocación, nuestra misión es estar siempre alegres en el Señor, como un desafío vital y vamos a colaborar. Esa es la misión de su Colegio: devolver la alegría a los jóvenes, la alegría que brota de cumplir la voluntad de Dios.