En una emotiva ceremonia cargada de fe, gratitud y memoria, la comunidad del Santuario de Nuestra Señora de Fátima se congregó este martes para rendir homenaje al Licenciado David Noel Ramírez Padilla, un hombre cuya vida fue testimonio viviente de servicio cristiano, amor a Dios y compromiso con la educación.
En el marco de la festividad de Nuestra Señora de Fátima, y bajo la guía espiritual de Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, y del Pbro. José Eugenio Ramos Delgado, párroco del Santuario, se llevó a cabo la inauguración del Salón David Noel Ramírez Padilla, un espacio que, más allá de ser físico, representa un altar vivo al legado de quien sembró profundas huellas de fe en su comunidad.
Un legado hecho arte
Como parte del homenaje, se presentó también una obra pictórica titulada “Camino de Fe y Servicio”, realizada por el artista Rubén Rivera Lucio, la cual captura la esencia de David Noel a través de símbolos que narran su vida interior y su entrega pública.
En la parte superior de la pintura resplandece la Virgen de San Juan de los Lagos, advocación mariana de especial devoción para el homenajeado, rodeada de ángeles y envuelta en un manto azul bordado en oro. En el corazón del cielo, brilla la Sagrada Eucaristía, señal de su comunión diaria con Cristo.
Más abajo, se representa el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, su comunidad espiritual, iluminado por un rayo celestial que baja desde la Virgen. Un camino dorado conduce hacia el templo, en el que figuras humanas peregrinan como símbolo de quienes buscan, inspirados por David Noel, caminar con fe y propósito.
A la derecha, se encuentra su retrato: David Noel Ramírez Padilla de cuerpo entero, sereno, con un libro en la mano —representación de su pasión por el conocimiento—, donde se lee su lema de vida: “Saber para servir”. Una frase que, como recordaron sus seres queridos, resume su vocación más profunda: educar, guiar y transformar, no para sí, sino para el bien de los demás.
Palabras de fe y gratitud
Durante la bendición del nuevo salón y de la pintura, el Arzobispo Cabrera expresó su gratitud hacia la familia de David Noel, señalando con emoción:
“Quisimos hacer este acto de homenaje precisamente en esta fiesta de Nuestra Señora de Fátima, la primera en la que no está aquí con nosotros físicamente, pero la primera que disfruta en el cielo”.
También elevó una oración por la comunidad y por los familiares del homenajeado, afirmando:
“Que Dios bendiga a la familia y que lo que hemos recibido como herencia espiritual se mantenga en la comunidad”.
El Salón David Noel Ramírez Padilla se erige ahora como un testimonio tangible de una vida consagrada al servicio, a la fe y a la educación. En cada rincón del espacio y en cada pincelada de la obra que lo adorna, resuena la voz de un hombre cuya vida no solo fue vivida, sino entregada por entero a los demás.
