La ceremonia fue presidida por el Padre David Sandoval Espinosa, Prefecto Académico, quien destacó en su homilía que “el poder de Dios se manifiesta en la debilidad”
Basílica de Guadalupe, sábado 21 de junio de 2025
La Basílica de Guadalupe fue el escenario de una emotiva ceremonia de graduación de la Escuela Bíblica Arquidiócesana, donde decenas de nuevos maestros y formadores bíblicos recibieron sus diplomas tras completar su formación teológica y pastoral.
La misa de graduación fue presidida por el Padre David Sandoval Espinosa, Prefecto Académico de la institución, quien dirigió una profunda homilía centrada en el tema de la gracia divina y el servicio humilde en la enseñanza de la Palabra de Dios.
Una Reflexión sobre la Humildad en el Servicio
Durante su homilía, el Padre Sandoval recordó las palabras del Apóstol San Pablo a los Corintios: “Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta en la debilidad”, estableciendo un paralelo directo con la experiencia de los nuevos graduados.
“Ninguno de nosotros nos sentimos con los conocimientos suficientes, inclusive para dar clase o inclusive para predicar”, reconoció el celebrante, haciendo eco a los sentimientos que experimentan muchos al ser invitados a servir como maestros bíblicos. “Y cuando te dijeron: ‘¿no te gustaría ser maestro en la escuela bíblica?’, ¿qué fue lo primero que dijimos? ‘Yo ni soy biblista, yo ni sé, nunca he dado clase'”, recordó con humor y cercanía.
El Prefecto Académico enfatizó que precisamente esta humildad y reconocimiento de las propias limitaciones es lo que permite que la gracia de Dios actúe: “Nuestra debilidad en conocimiento, en academia, en estudio, es lo que da testimonio de que, a nivel del Espíritu, el que enseña, el que mueve corazones, el que alimenta al final es Él”.
El Testimonio de la Gracia en la Enseñanza
La homilía incluyó un momento participativo donde el celebrante invitó a los graduados a reflexionar sobre su experiencia: “Levante la mano el que es testigo de que, aún en nuestra debilidad, el conocimiento de Dios y de su amor se hace presente en todos los alumnos”, recibiendo una respuesta afirmativa generalizada de los asistentes.
El Padre Sandoval advirtió sobre los peligros del orgullo en el ministerio educativo: “El maestro corre un peligro de que, como vamos viendo el éxito, pensemos que es un éxito de nuestras fuerzas y se nos olvide que es el éxito de la gracia operante en el Espíritu”.
Un Llamado al Corazón Indiviso
Citando el Evangelio, el celebrante hizo un llamado a los graduados a mantener “un corazón indiviso, no un corazón fragmentado o un corazón por partes”. Explicó que esto significa optar completamente por Dios, poniendo “toda su libertad, toda su voluntad y toda su mente” al servicio del Evangelio.
La reflexión incluyó también la parábola del Buen Samaritano como ejemplo del abajamiento de Cristo: “Siendo rico, baja a nuestra condición, a nuestra condición pecadora, sin contaminarse, pero lo hace para podernos enriquecer con su riqueza”.
Entrega de Diplomas por Centros Bíblicos
Al finalizar la celebración eucarística, se procedió a la entrega formal de diplomas, organizados por centros bíblicos. Los graduados, provenientes de diversas parroquias y comunidades de la Arquidiócesis, recibieron su acreditación para ejercer como maestros y formadores en sus respectivas comunidades.
La ceremonia concluyó con un mensaje de esperanza del Padre Sandoval, quien recordó a los graduados las palabras que esperan escuchar al final de sus vidas: “Muy bien, siervo bueno y fiel. Porque has sido bueno, porque has sido fiel, pasa al banquete que te he preparado. Yo mismo te serviré a la mesa”.
Un Compromiso Renovado
Los nuevos graduados salen con el compromiso de “seguir trabajando, seguir anunciando su Palabra”, conscientes de que “Dios hace su parte, pero también es prudente que nosotros hagamos lo que nos toca”.
La Escuela Bíblica Arquidiócesana continúa así su misión de formar laicos comprometidos con la evangelización y la enseñanza de las Sagradas Escrituras, fortaleciendo el tejido pastoral de la Arquidiócesis a través de la formación bíblica sólida y el testimonio de vida cristiana.
