Con palabras cargadas de fe, gratitud y profundidad espiritual, Monseñor Heriberto Cavazos, obispo auxiliar emérito de la Arquidiócesis de Monterrey, presidió este domingo la misa con las cenizas del padre Gerardo Javier Cárdenas Rodríguez en la parroquia de San Agustín, comunidad donde el sacerdote sirvió por 13 años con entrega, convicción y cercanía pastoral.
En una homilía llena de recuerdos personales y reflexiones teológicas, Mons. Cavazos recordó la amistad y camino compartido con el padre Gerardo desde sus años en el seminario, cuando ambos realizaron juntos su formación sacerdotal. Aunque su ordenación se dio en fechas distintas —Monseñor en enero y Gerardo en mayo de 1975—, aseguró que “la carrera y el estudio los hicimos siempre juntos”, destacando la calidad humana y académica de quien luego se convertiría en un respetado formador de seminaristas y rector del Seminario de Monterrey.
El obispo emérito evocó también su etapa como compañero del padre Gerardo en la formación de futuros sacerdotes, coincidiendo en el Seminario Mayor a partir de 2005: “Él como rector, nombrado por el cardenal Francisco Robles; yo como padre espiritual en la etapa de Teología”. Durante esos años, señaló, fue testigo directo del compromiso del padre Cárdenas con la formación sacerdotal, particularmente en áreas como filosofía, teodicea y metafísica.
Uno de los momentos más emotivos de la homilía fue la lectura de un fragmento de la última homilía escrita por el padre Gerardo, fechada el 10 de mayo de 2025, víspera del Domingo del Buen Pastor. En ese texto, el sacerdote exhortaba a no dejarse seducir por los brillos efímeros del mundo y a permanecer atentos a la voz de Cristo Resucitado, “nuestro único Pastor”.
“El que me ama escucha mis palabras”, citó Mons. Cavazos, haciendo eco de las palabras de Jesús y del llamado del padre Gerardo a vivir una fe auténtica y personal, iluminada por el Evangelio y guiada por el Espíritu Santo.
“El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido…”, recordó, en referencia al discernimiento comunitario de la Iglesia primitiva, comparándolo con el llamado actual a abrir el corazón a la luz del Espíritu.
Acompañado por sacerdotes, familiares, amigos y fieles de la comunidad, Mons. Cavazos pidió a los presentes tener paciencia en el duelo y confiar en que el Espíritu Santo irá revelando, en el tiempo del corazón, el profundo sentido del ministerio y legado del padre Gerardo.
“Cada uno de nosotros está llamado a ofrecer el mejor evangelio que puede dar: el testimonio de su propia vida. Así como Jesús lo hizo, y así como Gerardo lo hizo”, afirmó con firmeza.
La homilía cerró con un sentido llamado a vivir el legado de alegría, entrega y fe que dejó el padre Gerardo. “Descanse en paz nuestro hermano. Que con la luz del Espíritu Santo y la ternura de la Virgen María, el Señor nos bendiga a todos”.
Tras la celebración eucarística, se anunció que las cenizas del padre Gerardo serían colocadas en la parroquia de San Agustín, y una parte será llevada también a Mérida, Yucatán, en un gesto acordado con su familia, que fue reconocido como “un hermoso detalle”.
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