Fiesta patronal Parroquia san Judas Tadeo, Apodaca / 29 de octubre del 2017
Estimadas hermanas y hermanos quienes reciben el sacramento de la confirmación, hermanos fieles laicos.
El Señor quiere embellecerlos a ustedes, quiere que sean como san Juditas, discípulos del Señor, imitadores de Cristo, que sigan sus huellas, que aprendan de Él. En este domingo escuchamos la verdad más importante de la fe, lo ha dicho el Señor Jesús: lo más importante de todo es amar a Dios sobre todo y amar a nuestro prójimo (cfr. Mt 22, 34-40).
De nada serviría nuestra piedad, nuestra religión, por muy emocionante y motivadora que sea, si no tenemos amor. Dice san Pablo, somos como platillos que aturden, pero que no tienen consistencia (cfr. 1 Cor 13). El Señor eso es lo que quiere de nosotros, que seamos sus discípulos, que aprendamos a amar a Dios y al prójimo. Parece sencillo, pero no es fácil poner a Dios en el centro de nuestra vida, es imitar a san Judas que dio la vida por Jesús. Fue mártir del Evangelio. Para él toda la vida era Cristo, por eso, de manera significativa, se pone su imagen con ese medallón con la imagen de Cristo, porque en su corazón estaba el amor a Cristo.
Amar al prójimo, qué complicado vivirlo en la casa, en la calle, en el trabajo. Van saliendo problemas, nuestros caracteres, las ambiciones, los egoísmos que no nos permiten respetarnos. Decía el libro del Éxodo (22, 20-26) que, hay que respetar, a algunos de manera especial, a los migrantes, a las viudas y a los huérfanos. Amar al que está cerca o al que se cruza por el camino. Estamos llamados a amarlo o apoyarlo.
Hoy, dos cosas subraya la Palabra de Dios. Lo primero, la imitación (Tes 1, 5c-10). Imitemos a san Judas, seamos como él. Con mucha razón, decimos que es el intercesor de las causas difíciles y desesperadas. Porque, el que ama, echa la mano. Cuando uno trae un problema bien grande, cómo nos hace bien la ayuda de quien nos tiende la mano. San Judas es un ejemplo en las cosas difíciles y desesperadas. Cuando uno busca salir de un problema, cómo nos hace bien una ayuda, un apoyo.
Lo segundo, una invitación a respetarnos, a tratarnos como personas. Es lo mínimo que tenemos que hacer para vivir bien. El cristianismo se resume en amar a Dios y al prójimo, pero nos cuesta mucho trabajo.
Hoy, pedimos la gracia del Espíritu Santo para que Dios les ayude a amar y respetar. Que sepan convivir, que sepan estar en paz con los que rodean, que resistan a la gente mala. Hay que pedir la gracia al Señor. Cristo les regalará su amor. En la imagen de san Judas tiene una llama de fuego en su cabeza, recuerda Pentecostés. Cuando Jesús confirmó a sus discípulos les regaló una llama de fuego, les regaló la llama del amor y la valentía. Dios nos da una llama de fuego para que seamos personas de bien. Pedimos por quienes serán confirmados para que Dios los bendiga en este camino de la fe.