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El amor se nutre con perdón

Boda de Guadalupe y Carlos / Basílica de la Purísima / 06 de octubre del 2017

Estoy muy contento de presidir esta celebración eucarística y también ser testigo de su matrimonio. Agradezco la presencia de ustedes, familiares y amigos de Lupita y Carlos, que vienen de testigos de esta unión y a pedirle a Dios que el camino que ellos inician sea un camino en el que se encuentren con el Señor y vivan la alegría del amor.

La Palabra del Señor siempre es oportuna. Nos habló de dos cosas bien importantes en el matrimonio. Jesús está en contra de la soberbia. “¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida!”( Lc 10, 13). En la primera lectura se nos habló de algo muy importante en el matrimonio: el perdón. El perdón deja a un lado la soberbia y tiene espíritu humilde. El amor se nutre del perdón.

Lo primero, la humildad permite dialogar, permite entenderse, permite comprender al esposo o a la esposa. Cuando hay soberbia la mente se cierra y el corazón se hincha. Cuando hay humildad es posible caminar juntos. Dos soberbios no se soportan porque no se oyen ni se ven.

En cambio, el Señor pide humildad porque, solo cuando hay humildad, uno puede verse y escucharse. Mirarse y oírse, así es la dinámica de la comunicación humana. También es así como Cristo nos ha enseñado. Cristo nos habló de amor con humildad. Dice san Pablo, “Él no se atuvo a ser Dios, sino se hizo el último de todos” (cfr. Flp 2, 6-11). Así se camina en la vida, con humildad, dejando a un lado la soberbia y la presunción. Porque la soberbia provoca competencia, cree que es más que los demás. Y en el matrimonio hay que aprender a ver al esposo en el lugar que le corresponde.

El Señor también nos habló del perdón. Hace muchos años hubo una película que tuvo este lema, “el amor consiste en no tener que pedir perdón”. Cosa que no es real. El amor pasa y se nutre por el perdón. Ni Carlos es perfecto ni Lupita es perfecta. Tienen que perdonarse todos los días.

¿Qué significa perdonar? Es darse de más, ir más allá de una negociación: yo te amo, tú me amas. El 50 y 50 no cabe en el perdón, ahí no funcionan las matemáticas. En el matrimonio hay que perder para ganar. Así lo decía el Señor Jesús, “el que quiera ganar la vida, la perderá, y el que la pierde, la ganará” (Cfr. Mc 8, 35).

Solamente en un ambiente de amor, de vida familiar, en las relaciones esposa y esposo, esto puede ser comprensible. Solo el que perdona sale ganando. Es más, ganan los dos. El perdón viene a multiplicar lo que los dos buscan. Muy importante es perdonarse, porque donde no hay perdón, hay riesgo de divorcio o separación. Cuando no te salen las cuentas y crees que estás perdiendo en el matrimonio, dices, “cada quien por su lado”. Pero, cuando hay perdón, se abona al amor, se aumenta el amor del esposo y de la esposa.

Humildad y perdón, dos elementos esenciales para dos personas que se aman. Pidámosle a Dios estos dos grandes regalos. Lupita y Carlos, que Dios les ayude a tener un trato humilde, y les dé mucho amor para comprenderse y perdonarse. Dios los bendiga

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