Misa Exequial Sr. Francisco Rangel Bocardo, papá del Padre Edgar Rangel Martínez – 23 de julio de 2017
Hermanas y hermanos que nos acompañan en esta Misa dominical en la que por un lado pedimos perdón, pero también agradecemos a Dios. Siempre es así toda relación afectiva y amorosa, se pide perdón y se agradece. Gracias por estar con nosotros en esta Misa en la que pedimos por el eterno descanso de nuestro hermano Francisco, un saludo respetuoso a sus hijos al Padre Edgar. Gracias a lo sacerdotes y obispos que nos acompañan en esta celebración Eucarística, queremos rendirle el homenaje que se merece Dios, Nuestro Padre.
La Palabra de Dios nos ha pedido reconocer su poder, su fuerza y al mismo tiempo su misericordia, y la dulce esperanza que siembra en nuestros corazones. Inmediatamente podemos pensar en el ejercicio del poder de modo impositivo, sin miramientos, el poder que somete, el poder que castiga, pero hoy el Señor nos ha dicho que Él tiene otra manera de ejercer su poder: perdonando, siendo misericordioso y animándonos en la dulce esperanza. Eso nos reúne en esta Eucaristía, pedimos perdón a Dios porque siempre todo ser humano, todos nosotros, de uno o de otro modo le fallamos a Dios, somos pecadores, el único inocente es Jesús y todos nosotros tenemos que reconocer que nuestra respuesta a Dios es limitada, que nuestra respuesta a Dios va envuelta en bondad, pero también en nuestro pecado. Por eso pedimos perdón a Dios, por los pecados que pudo haber cometido nuestro hermano Francisco, pero también queremos agradecerle a Dios porque de uno o de otro modo también manifestó su amor a nuestro hermano Francisco.
Hoy la Palabra nos habla de la virtud y cualidad de Dios, de Cristo Buen Sembrador que sabe esperar, que deja que la historia vaya poniendo en orden la vida de sus hijos, sólo Él no tiene prisa en castigar; sólo Él da tiempo al pecador de que se arrepienta porque nos ama como un papá y como una mamá que siempre tiene tiempo para sus hijos, siempre le da largas a esperar, que se resuelvan los problemas, espera siempre que las cosas puedan ser distintas. Por eso también Jesús contó aquella parábola: el papá que siempre espera, el papá que siempre acogía y ve con ojos buenos a sus hijos. Lo dirá Jesus “Dios hará salir su sol para buenos y para malos”, esto es lo que queremos, esto es lo que esperamos.
Hermanas y hermanos, vivamos esta experiencia de amor manifestado en pedir perdón y agradecer. El Señor quiere darnos siempre la dulce esperanza de la vida eterna, todos los que estamos aquí seguiremos los pasos de nuestro hermano Francisco, él se nos ha adelantado en la historia, pero queremos despedirlo como se despide un amigo diciendo “hasta pronto”, con la certeza de que Dios nos ama y que Dios nos quiere muchísimo. Que Dios bendiga a la familia de Francisco, a sus amigos, a sus conocidos, a esta comunidad parroquial, y todos nos unimos en oración de agradecimiento y de pedirle perdón al Señor. Padre Edgar te acompañamos, el día de nuestra ordenación sacerdotal se nos dijo que teníamos una fraternidad sacramental, el sacramento del orden nos ha unido a ti y a tu familia, no sólo tú pierdes a un ser querido, sino esta Iglesia y presbiterio pierde a un ser querido, y no obstante ser domingo los sacerdotes se dan tiempo de estar con nosotros para pedir perdón porque somos la familia de Dios, el pueblo del Señor. Que Dios nos bendiga y ánimo Padre Edgar, el Señor te ha dado además el apostolado exequial, acompañas a muchas personas que mueren y sabes lo que significa el dolor humano de la separación de la familia, ahora te toca a ejercer el apostolado en ti mismo y en tu familia, aliéntalos en la esperanza y en la mirada amorosa del Señor.