Conoce el testimonio del diácono Everardo Gabirel Zul Mejía, que será ordenado sacerdote el próximo 26 de julio. Oremos por los jóvenes que son llamados a servir, por medio del sacerdocio, para que sigan descubriendo la misión especial que Dios tiene para sus vidas:
Mi nombre es Gabirel Everardo Zul Mejía, diácono de la Arquidiócesis de Monterrey. Un joven que creció en una colonia conflictiva, en la “Granja Sanitaria”, hoy llamada “Valle de Santa Lucía” y como muchos jóvenes de ese sector, estaba en pandillerismo, pleitos, fui creciendo en ese ambiente.
Tuve la experiencia de estar en prisión por pleitos, ahí pude tener mi encuentro con Dios por medio de las obras de misericordia que los presos realizaron conmigo, como compartir una cobija, el cuidarme para que no me juntara con gente que me pudiera hacer daño ahí dentro, darme unas monedas para que pudiera comprar cubiertos y poder comer, prestarme un juego para que matara el tiempo, entre otras cosas. Para mi era sorpredente que hermanos internos que no me conocían, tuvieran el detalle, de cuidarme. Gracias a Dios tuve oportunidad de salir bajo fianza, a los 6 días.
Unos meses después, me acerqué a la parroquia por medio de un retiro, y al regresar me integré all grupo de los jóvenes. Al principio era impactante para los jóvenes ver a un chavo banda entre ellos, pero poco a poco fueron aceptándome y brindándome su amistad para que perseverara.
Después de un tiempo de caminar en los grupos juveniles, surgió en mí la inquietud de ir de misiones. En una ocasión el padre Enrique Franco nos mostró un video de las misiones, y pensé: “yo quiero ir a misiones, sé que me falta mucho; pero quiero ir a compartir lo que Dios ha hecho en mi vida”. Entonces, le di mis datos al padre Enrique, y me dijo que me iba a hablar.
Durante las siguientes semanas estuve a la expectativa esperando su llamada. Llegaba a casa y preguntaba a mis papás, ¿ya me hablaron? y me respondían que “no”; así, varias veces hasta que dije, -no pues se me hace que ya no me van a hablar.
Resulta que me habla el Padre, me dice que ya va a empezar la formación. Tomé 4 meses de formación y 8 meses estuve de misiones en la comunidad. Ya para ese entonces tenía un poquito la inquietud a la vida sacerdotal. Pero le decía a Dios, “si es en la vida sacerdotal, me voy a dar cuenta en la misión”.
Una frase que me decía a mí mismo era, ”La vocación la encuentras en la misión”, y al estar en esas comunidades, específicamente en la comunidad de Mina, N.L. y en sus ejidos, me fui dando cuenta de la necesidad de sacerdotes.
Al finalizar el tiempo de la misión le decía a Dios, “dame la oportunidad de poner en práctica lo que he vivido en este año de misiones en la Parroquia de la Anunciación, a la que yo pertenezco”. Así que a mi regreso, platico con el párroco y me pongo a disposición de lo que él diga. Entonces me pusieron a coordinar la Pastoral Juvenil, y también estuvimos trabajando en la evangelización a las pandillas. La “Compañía María de Nazaret” de la Hermana Guillermina Burciága, nos ayudaron en la formación y después salir a evangelizar en las pandillas .
Ya en ese trabajo de evangelización que hacía yo, con los amigos, iba teniendo cada vez más la inquietud de la vida sacerdotal.
Así que, voy al Centro Vocacional, sin decirle nada a mis papás. Y se va cumpliendo esa etapa de dar la respuesta a Jesús en la vocación, y le digo que “si”.
Si tú o algún familiar se sienten llamado por Dios a la vocación sacerdotal o quiere descubrir su vocación, visita nuestra página seminariodemonterrey.org o mándanos un WhatsApp al 811.604.9922