Peregrinación anual Colegio Isabel la Católica / Basílica de nuestra Señora de Guadalupe / 28 de octubre del 2018
Agradezco la presencia de todos ustedes papás, maestros, niños y jóvenes que forman parte del Colegio Isabel la Católica.
Providencialmente celebramos la fiesta de los apóstoles de san Simón y de san Judas. La piedad del pueblo, la experiencia espiritual de muchas personas lo acreditan a él como el apóstol para las causas difíciles y desesperadas. En nuestro pueblo muchas personas sufren y no saben qué hacer. Es muy bueno siempre encomendarnos a los santos y, de modo especial, a san Judas Tadeo.
Quiero animarlos a vivir su fe con devoción a la Virgen y a los apóstoles, aprovechando la enseñanza del apóstol San Pablo (cfr. Ef 2, 19-22) que nos dice que somos ciudadanos de los santos. La Palabra de Dios nos habla de la familia. Somos parte de la gran familia de Dios, somos ciudadanos de la nueva Jerusalén, donde están escritos nuestros nombres desde el día de nuestro bautismo. Quien es miembro de una ciudad sabe que tiene determinados deberes, goza uno del afecto, de la cercanía de los que comparten con uno la vida en nuestra casa.
Estamos llamados a respetar, a ser miembros de una familia, ser vínculos de amor y caridad en nuestra casa. El colegio, como institución intermedia entre la ciudad y la familia, quiere ser un aporte especial para ustedes. La escuela tiene sus tareas primordiales, tiene la tarea de enseñar, de desarrollar el intelecto de ustedes. Pero no está solo para instruir, sino la escuela está para formar, para que ustedes sean buenos ciudadanos, se comporten a la altura de lo que requiere la sociedad, sabiendo que cada uno pertenece a una familia.
El colegio quiere animar a fortalecer los vínculos familiares. Esto es lo que nos regala el Evangelio. Gracias a la predicación de los apóstoles, somos miembros de la familia de Dios, somos templo del Espíritu Santo. En el santo Evangelio escuchamos la vocación de los santos apóstoles. Cristo, entre muchos discípulos, escogió a doce, que los llamó para que estuvieran con él y los envió a predicar (cfr. Mc 3, 14). Ellos se percataron de lo que hace Jesús. Predica porque la gente va a escucharlo, cura a los enfermos porque la gente pide ser curada. Eso es lo que hace el Señor. Él habla y nosotros escuchamos, Él evangeliza y nosotros somos evangelizados.
A eso se suma la tarea de la escuela, a abrir los oídos a la Palabra de Dios, para que los jóvenes sean evangelizados. Cristo mismo tiene un poder curativo, no solo de las enfermedades físicas, sino también del corazón. El Señor nos quiere maduros, íntegros y buenas personas. El Señor tiene el poder de curar, de equilibrar a las personas, darles buenos sentimientos, darles buenas ideas, darles capacidad de ser buenos ciudadanos y buenos hermanos.
Quiero animarlos a ustedes, papás, a que colaboren en esta ardua tarea de educar. No solo entreguen a sus hijos para que les instruyan en el colegio, tiene que ser un trabajo entre ustedes y el colegio. La escuela es una prolongación de su familia. Lo que ocurre en la familia ocurre en la escuela y viceversa. Caminen en la misma intención del colegio. Para eso se organizan, para compartir esas preocupaciones. Vivimos tiempos complicados, pero ustedes tienen esta tarea de llevar a estos niños al encuentro con el Señor para que sean buenos ciudadanos, miembros de la familia, para que sean templo del Espíritu Santo. A Cristo hay que oírlo para sanar, hay que seguirlo para encontrar el rumbo que debe tener nuestra vida.
Que Dios bendiga sus esfuerzos. Hay que mantener viva esta estructura escolar en la que alumnos, maestros y directivos caminan con las mismas intenciones. Encomendamos su colegio a la santísima Virgen de Guadalupe, quien es experta en los corazones, es experta en las familias. Ella, como educadora, les enseña a ustedes a educar lo mejor posible a sus hijos. También los encomiendo a la intercesión de la beata Inés, fundadora de las hermanas que están al frente de su colegio. Si somos conciudadanos de los santos, vamos a vivir como Dios quiere que seamos.
Póngale mucho interés a esa bella tarea de educar y ser educados, de formar y ser formados, porque el colegio es un colegio Católico, donde Cristo está al centro de todo, un colegio donde le hacemos caso a Cristo que habla y que sana, un colegio que tiene en su estructura tres grandes tesoros: el Evangelio, la Eucaristía y la caridad. Eso le da un perfil correcto al colegio Católico. Permanezca siempre como un verdadero colegio Católico en el que Cristo está en el centro y la Virgen María acompaña el caminar de todos. Dios los bendiga y la Virgen María los proteja