Fiesta Patronal parroquia Cristo Sumo y Eterno Sacerdote – 8 de junio de 2018
Estimadas hermanas y hermanos, celebramos hoy la fiesta de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Fíjense que mientras Jesús vivía aquí en la tierra no quiso que le llamaran sacerdote, es más, no le podían llamar sacerdote, porque Él no era de la tribu de Leví, Jesús era de la tribu de Judá, y según la ley del levítico podían ser sacerdotes sólo los hijos de Aarón, por lo tanto, de la tribu de Leví, Jesús no podía ser sacerdote al estilo del pueblo de Israel. Es cierto, su tío Zacarías, el esposo de Isabel, el papá de san Juan Bautista, si era de la casta sacerdotal. Cuando ustedes lean el Evangelio se darán cuenta que Zacarías era de la clase sacerdotal, porque el día en que se le aparece el Ángel del Señor para profetizarle que él y su esposa tendrán un varón, estaba en el templo ofreciendo incienso. Algunos de los profetas también fueron de la casta sacerdotal, entre ellos el profeta Ezequiel.
Pero Jesús no era sacerdote, al estilo de Aarón, era sacerdote según otro modelo, el modelo de Melquisedec. Por eso el salmo ciento diez dice “tú eres sacerdote según el rito de Melquisedec”. ¿Dónde aparece Melquisedec? En el libro del Génesis, en la época de Abraham. De pronto aparece en la historia de Abraham este personaje llamado Melquisedec, a quien Abraham va y le entrega el diezmo, y Melquisedec hace una ofrenda de pan y vino. Por eso dirá el autor de la carta a los Hebreos que Jesús no era sacerdote al estilo de Aarón que ofrecía corderos, ovejas y machos cabríos, sino que ofreció pan y vino. Inmediatamente a ustedes les viene a su mente lo que pasa en este altar, en este altar habrá pan y vino, como lo hizo Melquisedec. Pero dice el autor de la carta a los Hebreos que no obstante, el no ser del linaje de Leví, Jesús es “el verdadero Sacerdote, Sumo y Eterno, porque ya no ofrece víctimas por la culpa del pueblo, sino que se ofreció Él mismo en reparación por nuestros pecados. Se cumplen, en la muerte de Cristo, lo que anunció el profeta Isaías en la primera lectura, que es la misma oímos todos los viernes santos, esa profecía que es el cuarto cántico del siervo de Dios, el profeta Isaías inspirado profetizó la cruz de Cristo; ese cántico tiene una bonita expresión, ¿han ustedes visto cómo se mata un chivo o un borrego? hoy dice que Cristo se parecía a un borreguito que es llevado al matadero, ¿qué diferencia hay entre un chivo y un borrego? el chivo llora mucho, le da miedo morir, en cambio el borrego no hace ruido, en silencio lo llevan al matadero; por eso dice “como un cordero llevado al matadero, no profirió ninguna palabra”, en silencio. También identifican a Cristo “como una oveja que la llevan al trasquilador”. Las borregas no hacen ruido cuando las están esquilando, por eso dice el profeta Isaías que Jesús como un borrego que es llevado al matadero, como una borreguita que es llevada al esquilador “no hace ruido”, sufrió en silencio; ese fue su sacrificio, y cuando estaba en la última cena, tal como lo oímos en el Evangelio, Jesús les entregó el pan, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo “este es mi cuerpo”; después sirvió vino y lo repartió y les dijo “así se derrama mi sangre” y desde ese momento Cristo es sacerdote. Por eso aquí en el crucifijo visten a Jesús como sacerdote, porque en la cruz es sacerdote, Cristo es el Sumo y Eterno sacerdote, porque es misericordioso y fiel.
Jesús es Sacerdote Misericordioso, porque Él cargó en su espalda todos nuestros pecados, guardó silencio y no se defendió. Así es Cristo Sacerdote, por eso en los Evangelios ustedes nunca encontrarán que los apóstoles se llamaran a si mismos sacerdotes, solamente dicen que son discípulos, apóstoles, porque como les explique, en ese momento decir que eran sacerdotes era confuso, pensarían que eran de la tribu de Leví. Hoy celebramos pues a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, ¿por qué a los presbíteros y a los obispos nos dicen sacerdotes? sacerdotes al estilo de Jesús, por eso sólo los padres y el obispo presiden la Eucaristía; los diáconos, ellos no presiden la Eucaristía, ellos están para servir al altar, pero ellos no consagran, ellos llevan a las capillas las hostias consagradas por el obispo o presbítero, porque solamente hay dos grados del orden sacerdotal: los presbíteros, así se llamaron en la iglesia primitiva; y después estamos los obispos, somos sacerdotes porque hemos sido presbíteros, tenemos el orden sacerdotal, pero siempre en referencia a la Eucaristía. Cristo es sacerdote, víctima y altar, Él es cordero, pero es también sacerdote, es el misterio de la persona de Cristo.
a encomendar su parroquia a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, porque dice san Pedro que todos los bautizados, sin excepción, somos sacerdotes; ustedes también son sacerdotes, ustedes tienen el sacerdocio común del bautismo, ustedes hacen ofrendas, la ofrenda de su propia vida, los sacrificios espirituales; y nosotros, presbíteros y obispos, estamos para servir a ustedes los sacerdotes según el bautismo. Ahí está la diferencia con las iglesias protestantes, Lutero eliminó el sacerdocio ministerial, decía “si todos somos sacerdotes, como lo dice san Pedro, entonces ya sobran los que se dicen sacerdotes, ahora todos pueden presidir la Asamblea, pero ¿cuál fue la consecuencia? que tuvieron que quitar la Eucaristía, ellas no tienen la Eucaristía porque no tienen el sacerdocio ministerial, solo tienen el ambón para predicar la Palabra, pero nunca el altar, eso distingue a la Iglesia Católica, que conserva la tradición apostólica de la celebración Eucarística, porque aquí es donde Cristo mismo ejerce su sacerdocio, a través de los presbíteros, a través del obispo.
Cristo es Sacerdote, y lo más bonito que dice la carta a los Hebreos: es Sacerdote porque es misericordioso y porque es fiel, digno de confianza, “no hay otro tan digno de confianza en la casa de Dios”. Que el Señor los bendiga y vamos a amar mucho nuestro sacerdocio bautismal, pero también aprecien el sacerdocio ministerial que ofrecen los presbíteros y los obispos. Vamos a rezar mucho unos por otros.