Confirmaciones de niños, Parroquia Santísima Trinidad en Juárez N.L. – 10 de junio de 2017
Hermanas y hermanos fieles laicos, niños, niñas y jóvenes que hoy reciben el sacramento de la confirmación; hermano diácono y hermanos sacerdotes. Me da gusto venir en esta mañana a su parroquia dedicada al misterio de la Santísima Trinidad a compartir con ustedes la misma gracia que nosotros hemos recibido, compartir con ustedes el amor de Dios que hoy, con el Espíritu Santo, llega al corazón de cada niño y de cada niña. El día de mañana es la fiesta de su parroquia, celebramos la solemnidad del misterio de la Santísima Trinidad, y hemos querido desde esta mañana celebrarlo con ustedes para pedirle al Señor siempre que nos conceda el regalo de comprender un poco de su misterio, de amar a Dios sobre todas las cosas y de llevar una vida como el Señor la quiere. Porque la fe tiene que ver con la vida, el que cree verdaderamente en Dios lleva una vida de acuerdo a esa fe.
Quiero hablar sobre unas palabras tomadas del apóstol San Pablo, dice la fórmula muy sencilla: “la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo. En esas palabras de san Pablo nos comparte un poco de lo que es el misterio de Dios. Los domingos que estamos leyendo el prólogo del Evangelio de san Juan recuerden que al final dice “a Dios nadie lo ha visto jamás, sólo Cristo, el Unigénito, es quien lo ha visto y el nos lo ha contado”. ¿Qué quiere decir esto? que nosotros sólo podemos saber quién es Dios si escuchamos las enseñanzas y si vemos la vida de Jesús porque Cristo, con lo que dice, con lo que vive, nos manifiesta el misterio del amor de Dios. Por eso san Pablo en estas palabras tan breves nos transmite el misterio de Dios, que es uno y trino, que hay un solo Dios, pero este Dios nos ha querido mostrar esa grandeza de su vida y nos ha enseñado que en Dios hay tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
San Pablo nos dice “la gracia de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué significa gracia? Algo muy sencillo: gratis, gratuito; ¿cuándo hablamos de gratis y de gratuito? cuando nos dan algo sin cobrarnos. Esa es la gracia, un regalo que no se cobra, y hoy en el Evangelio lo decía Jesús “yo he venido no para condenar al mundo sino para salvarlo”, porque Dios no tiene en mente nuestros pecados, no tiene en cuenta cómo somos nosotros sino en su benevolencia, en su bondad, nos regala su gracia, nos da un amor que no tiene precio. Cuando Moisés se encuentra con el Señor Él le dice “Yo Soy un Dios compasivo, soy un Dios clemente, un Dios amable, ese es el Dios que nos ha revelado Nuestro Señor Jesucristo. Es cierto, la gente puede conocer a Dios con su razón, con lo que ve y lo que oye, pero nosotros tenemos una gracia especial: conocemos a Dios a través de Dios mismo, a través de Nuestro Señor Jesucristo.
El amor del Padre. Este amor que Cristo ha venido también a contarnos. Él dijo muchas parábolas para explicar el amor del Padre, como la del hijo pródigo, aquel papá que, olvidando la ofensa del hijo, todos los días sale a buscarlo, ese es ele amor. Cuando no se tiene iniciativa, normalmente queremos un amor al tú por tú: tú me amas y yo te amo, tú no me amas yo tampoco te amo; en cambio, el amor del Padre, lo dirá también el apóstol san Juan, no consiste en que nosotros hayamos amado sino en que Él nos amó primero. El que ama toma la iniciativa, no espera.
La comunión del Espíritu Santo, porque el amor no sólo es hacía cada uno. No. El amor también une a todos los que ama Dios, porque Dios no ha querido salvarnos de modo aislado sino de modo comunitario. Ustedes papás lo entienden muy bien: aman a cada uno de sus hijos, pero también quieren que entre ellos se quieran, se amen, que haya un vínculo de amor entre todos. Y esta es la gracia, este es el regalo de Dios a través del Espíritu Santo, Él hace que haya iglesia, comunidad, familia de Dios. Hace ocho días celebramos Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, la fiesta de la Iglesia, el jubileo del perdón, los hermanos podemos estar unidos si nos perdonamos, decimos en la oración del Padre Nuestro “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que los ofenden”, y los más grandes de edad recordarán que en la oración, en su versión antigua, decía “perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, porque en la vida vamos teniendo muchas deudas, no de dinero, sino deudas porque no tratamos bien a los que están con nosotros, vamos dejando muchas deudas. Dice san Pablo “soy deudor de todos”, todos debemos algo, todos de algún modo no hacemos bien las cosas, yo como obispo también tengo muchas deudas, no alcanzo a hacer todo lo que debería de hacer; un papá también tiene deudas con sus hijos y los hijos con sus padres. Hablar de comunión como obra del Espíritu Santo es vivir en comunidad perdonándonos. No es verdad lo que decía una película antiquísima, “amor es no tener que pedir perdón”, al contrario, amor significa tener que pedir perdón y perdonar, porque todos decimos “he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. La omisión es cuando uno no hace lo que debe de hacer, aunque no se nota también es una omisión, cuando somos perezosos, cuando no queremos hacer lo que nos toca, ahí pecamos de omisión.
Cuando escuchamos estas palabras “la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo”, son para comprender el misterio de la Santísima Trinidad. Que Dios los bendiga y que todos vivan este misterio de Dios, y hoy el Señor, a través de este milagro, que no alcanzamos a ver pero que tendrá consecuencias en la vida de los niños y niñas. Vamos a pedirle a Dios que nos regale a todos la comunión del Espíritu Santo.