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Ce. Re. So de Apodaca: Hay más alegría en dar que en recibir

Misa en Ce. Re. So. Apodaca  – 13 de abril de 2017

Estimados hermanos cada año visito este lugar, alguna vez he venido el domingo de ramos o el domingo de Pascua, o el jueves santo. Hoy estoy con ustedes. El domingo pasado estuve en Cadereyta y Dios mediante el domingo próximo estaré en el Topo Chico. Es parte de mi deseo, de mi gusto, visitarlos y celebrar con ustedes la Santa Misa. Agradezco que hayan querido venir a celebrar esta Eucaristía, también agradezco que el señor Director me haya permitido venir a celebrar con ustedes y a mis hermanos sacerdotes.

Hoy, la Palabra de Dios nos habla de una cena. En una cena yo creo que las cosas más importantes son tres: las personas, lo que se come y el ambiente de la cena. Las personas, en una cena hay quienes cocinan y sirven, otros se sientan a comer, pero también lo que se come es muy importante y luego el ambiente de la cena. La cena del Señor Jesús fue muy especial, porque lo primero que hace Él es lo que hace antes de la cena, y lo que hace es lo que le correspondía a los servidores: lavar los pies a los invitados. Entre nosotros eso ya no se hace, antes eran razones muy lógicas, la gente venía de caminar entre polvo y arena; ustedes alguna vez habrán caminado entre polvo y arena, aunque uno traiga huaraches los pies se ensucian, nosotros ahora normalmente nos sentamos en bancas o sillas, en tiempos de Jesús la gente no comía sentada, no había sillas, todos comían recostados en el suelo, en una alfombra, como seguramente habrán visto una película de medio oriente; para subirse a una alfombra, si no se lavan los pies la ensucian, tenían que primero lavarse los pies, dejar los huaraches y lavarse las manos. Ese era el modo en cómo se comía y se cenaba, Cristo se pone a lavar los pies y todo el mundo se extraña porque Él era el invitado principal. Y dice el Evangelio por qué razón lo hizo, para dejarles una enseñanza: que entre nosotros no debe haber diferencias por el grado de autoridad o de prestigio, que todos somos servidores de todos, que todos debemos de mirar a los que están con nosotros como muy importantes. Hoy es cuestión hasta de buena educación, pero para nosotros es una cuestión de vida espiritual, ven en el compañero como más importante que yo, a todos nos cuesta, porque todos somos muy egoístas, pero qué importante es que mires al otro como más importante que tú, y por eso tenemos que tener esas actitudes de buena educación: si va una dama, primero la dejamos pasar, le cedemos el asiento; si alguien es mayor de edad le damos la preferencia; no es sólo buena educación, es también el sentido humano y espiritual. En esa cena, en la última cena, el Señor les enseñó a ser humildes, a reconocer a los demás como muy importantes.

En la cena también es importante lo que se come, el pan, la comida. A veces hay que comer rápido, en una fiesta duramos más tiempo; otros hablan, como en la primera lectura, de una comida veloz, “el pan va a ser ácimo, no llevará levadura”, porque hay que cocinar algo pronto, hay que salir rápido. Y el pueblo de Israel en esa comida de la que habla el libro del Éxodo se come rápido, ¿a dónde iban? iban a rendirle culto a Dios en el desierto, tenían que cruzar el mar rojo, había prisa. A veces uno come de prisa por sus quehaceres, por lo que hay que hacer después; pero también a veces hay calma y uno puede durar otro ratito más y esto favorece la comunicación.

También el ambiente que hay en una comida. Cuando uno está enojado, cuando uno está peleado la comida no sabe igual, la comida no tiene sabor; pero cuando hay buen ambiente, cuando hay camaradería, cuando hay amistad, cuando hay cariño, la comida es más sabrosa y por eso Jesús antes de cenar se puso a lavar los pies, para invitarlos a reconciliarse, a estar en paz unos con otros. En esta misa vamos a ser dos círculos, le vamos a lavar los pies junto con unos hermanos. Primero lavar los pies, en este día el obispo, el sacerdote, lava los pies a algunos de los hermanos, es un signo que hay que captar, que ustedes tienen que hacer suyo: lavar los pies es una señal de unidad y todos tenemos que atender esa misión difícil de aprender, pero necesaria, siempre necesaria.

También les vamos a dar pan, un pan partido y repartido entre ustedes. Tiene un significado muy bonito: que el pan está hecho de partes; podríamos traer panecitos individuales, pero qué mejor que les demos un pan partido, porque esa es la invitación a compartir, a darle a otro parte de nosotros. Cuando éramos más pequeños cómo nos costaba dar un pedazo de lo que teníamos a nuestros hermanos, o a nuestros compañeros de escuela, cuando uno comparte se queda uno con ganas. Qué importante es partir el pan. Ustedes aquí frecuentemente tienen que compartir, porque algún compañero no tiene dinero para comprar, o no le traen comida de su casa, o como sea aquí en este lugar; siempre que compartimos lo que tenemos hacemos un sacrificio, pero es algo muy padre, uno se llena de otra manera. Decía el apóstol que “hay más alegría en dar que en recibir”, esa lección la aprendemos el día de hoy y siempre, el pan, la comida, la bebida, hay que compartirla, no sean codos; aunque uno a veces tiene ganas de acabarse lo que tiene, un poquito para el compañero no te va a hacer nada, te haces un bien y haces un bien a un compañero, y muchos problemas se pueden superar cuando compartimos, nos hacemos amigos, ya que siempre se agradece un pequeño detalle, uno no olvida nunca lo que le dan.

La caridad es compartir lo que uno puede y lo que uno tiene, es importante que el pan se parta y se reparta. Después de Misa les vamos a dar a cada uno un pedazo de pan, es bonito, tal vez no tiene tanto sabor, pero es pan, es alimento, por favor cómanlo; el pan bendito nos ayuda a cambiar el corazón, nos ayuda a ser más caritativos, y esta Misa es para que recordemos el ejemplo de Jesús, por eso vamos a lavar los pies, para recordar que la autoridad está para servir, qué difícil entenderlo, qué difícil es vivirlo, pero sobre todo los que tenemos autoridad tenemos siempre que pensarlo. Jesucristo no lo hizo en forma teatral, lo hizo porque así lo sintió, lo hizo porque así lo creía, y como le dijo a Pedro “si no aceptas que te lave los pies tú tampoco lo vas a hacer”. Cuando uno se deja ayudar uno también ayuda, pero quien no se deja tampoco ayuda. Que Dios los bendiga y vamos a ofrecer la Misa por el bien de cada uno de ustedes, por su familia, para que Dios les de la paz.

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