arquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipo
  • Inicio
  • La arquidiócesis
    • Historia
    • Arzobispo
    • Obispos Auxiliares
    • Planeación Pastoral
    • Patrona de Monterrey
    • Causas de Canonización
    • Provincia eclesiástica
    • Obituario
  • Gobierno
    • Curia
    • Gobierno Pastoral
    • Actividad Pastoral
  • Directorio
    • Presbiteros
    • Parroquias
    • Diáconos Permanentes
    • Diáconos transitorios
    • Adoración Perpetua
    • Hospitales con capellanías
    • Nichos Parroquiales
    • Otros
      • Zonas-Decanatos
      • Vida consagrada
      • Prelatura personal
      • Movimientos laicales
      • Centros Asistenciales
      • Casas de retiro
      • Colegios católicos
  • Noticias
    • Todas
    • Arquidiócesis
    • Internacional
    • Nacional
    • Vaticano
    • Artículos
  • Seminario
  • Catedral
    • Historia
    • Áreas
    • Capilla del Sagrario
    • Exterior
    • Interior
    • Altar Mayor
  • Archivo
    • Documentos
    • Nombramientos
  • Descargas
  • Multimedia
  • Tu diezmo

¡Caminen en las profundidades!

Juramentos de miembros del equipo formador, futuros diáconos, futuros sacerdotes, y bienvenida a nuevos seminaristas
Seminario Menor de Monterrey / 13 de agosto del 2017

 

Estimadas hermanos y hermanas:

Muy contentos de celebrar al Señor en esta tarde dominical, venimos a encomendarles el camino que inician algunos de nuestros hermanos. Inician un camino los seminaristas que se integran a nuestro Seminario, algunos sacerdotes como parte del equipo formador, los que van a ser ordenados diáconos y los que serán ordenados presbíteros.

Hay una bella tradición en nuestra Iglesia de encomendar el inicio y de agradecer el final. De hecho, el día de la ordenación de los diáconos y los presbíteros le diremos al Señor que, lo que iniciamos, llegue a feliz término. Eso es lo que queremos pedirle al Señor. Que todo llegue a feliz término. El camino de los seminaristas, el de los sacerdotes y de quienes serán ordenados diáconos y presbíteros.

Fíjense bien, hermanas y hermanos, hoy el Señor no habla de un camino en el mar. Jesús camina sobre las aguas y llama a Pedro a caminar sobre ellas. ¡Qué tarea tan complicada, tan difícil, tan riesgosa! Pero, así es la vocación que el Señor nos ha regalado a todos, de manera particular, a quienes somos llamados al ministerio sacerdotal. El ministerio sacerdotal es un oficio de alto riesgo. El Señor nos quiere pescadores de hombres. Los pescadores no son de pecera o de criadero o de la orilla de la playa, sino en profundidad. Como nos diría el Papa Juan Pablo II, “duc in altum”, naveguen mar adentro. Esa es nuestra vocación y ese es nuestro ministerio.

El Seminario, en su proceso formativo, quiere enseñarnos a caminar sobre el agua, a caminar sobre el océano. La vida está llena de dificultades, huracanes, temblores, fuego, tal como lo experimentó el profeta Elías (cfr. I Reyes 19, 9a.11-13a). La Iglesia, que siempre ha navegado en el océano, sabe de estas turbulencias. Pero hoy el Señor nos dice algo muy importante. Se camina sobre las aguas de la mano de Jesús. Nadie, por sí mismo, puede seguir adelante. San Pedro quiso caminar, pero, cuando volteó hacía abajo comenzó a hundirse. Pedro, que sabía del poder de Dios, le grita a Jesús, “¡Señor, sálvame!” (Mt 14, 10), y pudo caminar sobre las aguas.

Estimados seminaristas, hermanos sacerdotes, estimados candidatos diáconos y presbíteros, ya saben a lo que les llama el Señor, no a caminar sobre alfombra roja, sino en esta ardua tarea, en la misión, ahí donde sea necesario, ahí donde está la gente, el pueblo de Dios. Sin ningún otro miramiento. Con el deseo de servir, con el deseo de darle la vida al Señor, con la entrega del corazón.

Quiero animar al equipo formador, presidido por su rector, el padre Juan Carlos, a que, toda la formación, esté encaminada a esto, a enseñarlos a caminar sobre el océano, a caminar sobre las dificultades. Para nadie es fácil la vida. Nuestros hermanos laicos lo saben. ¡Cuánto se lucha para trabajar, para conservar unida a la familia! ¡Cuántos esfuerzos para educar a sus hijos! Nosotros, que somos llamados al ministerio sacerdotal, estamos llamados a compartir las mismas luchas que el pueblo de Dios. Hay que caminar sobre las aguas, sobre el océano.

El Señor los quiere fuertes, animosos, alegres, decididos, en una palabra, los quiere santos. Nunca olviden lo que el Papa san Juan Pablo II nos pedía, y que también, de muchas maneras, nos lo repitió el Papa Benedicto XVI y, ahora, el Papa Francisco. Tres cosas necesitan los sacerdotes: ser santos, ser alegres y ser intrépidos, decididos. Esas tres cosas se aprenden en la vida cristiana, se aprenden en el Seminario. Eso es caminar sobre las aguas del océano. El camino de la santidad, el camino de la alegría verdadera y el camino de la voluntad decidida.

Hermanos y hermanas fieles laicos, papás, familiares, jóvenes amigos del Seminario, pídanle al Señor por los seminaristas, por los sacerdotes que sirven en el Seminario, por quienes van a recibir las órdenes sagradas. Pídanle a Dios para que puedan enfrentar los problemas de la vida, los huracanes, las problemáticas. Que sean santos, alegres y decididos. Este es el mejor regalo que podemos esperar para nuestra Iglesia de Monterrey. Pero lo hacemos siempre unidos a Jesús. Nunca se suelten de su mano, nunca quieran hacerlo solos. Aquí no se puede. El que no se agarra de Jesús, se hunde, se pierde ¡Ánimo!

Vamos a pedirle a la Virgen María, la que también surcó las aguas, para que, con su amor y su cariño, nos mantenga unidos a Jesucristo. Que nuestro Seminario sea una escuela de formación espiritual y cristiana. Padre Juan Carlos y hermanos sacerdotes que están en el seminario, todos a caminar sobre las aguas del océano. Hay que aprender de los riesgos de la vida.

Decimos, desde el Concilio Vaticano II, que, antes de que alguien reciba el orden sacerdotal, hay que hablarle de dicho ministerio. No los engañamos, saben a lo que le entran. Con ganas, con decisión a servir a este pueblo donde sea necesario. Ustedes van a ser, el día de su ordenación, la promesa de obediencia y respeto a su Obispo. Esa obediencia y respeto que están encuadrados en la disponibilidad misionera. El Obispo, su servidor, nunca les va a pedir otra cosa que aquella que ustedes ya saben y se comprometen. Así que, a caminar. Vamos hasta lo profundo del océano. No olviden esa llamada evangélica, “duc in altum”. Remen mar adentro y, con mucho gusto y alegría, éntrenle duro.

También, los muchachos que ingresan al Seminario Menor, hay que ponerle el corazón, el alma y todas las fuerzas. Es así como el Señor los quiere, y vamos a hacerlo con la gracia de Dios. Así que todos, sin excepción, llamados, como Pedro, a caminar sobre el océano.

Que Dios los bendiga y con la oración de todos estamos seguros que van a salir adelante.

Visto por: 1,003
Compartir:

Relacionado

27/11/2022

HOMILÍA – 27 de Noviembre de 2022, 1er. Domingo de Adviento


Ver Más
16/10/2022

Homilia del 16 de Octubre


Ver Más
11/09/2022

HOMILÍA – 11 de Septiembre


Ver Más
© 2022 Arquidiócesis de Monterrey. Terminos y Condiciones.