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Busquemos juntos el tesoro: Jesucristo

Hermanas y hermanos, fieles laicos, hermanos que viven en este territorio parroquial, hermanos que nos visitan de otras parroquias nuestra Arquidiócesis, señor presidente municipal y familia, hermanos sacerdotes. Nos da mucho gusto celebrar con ustedes este inicio de la misión de esta comunidad parroquial.
Quiero decir dos pensamientos. El primero, después de haber leído la segunda lectura en lengua náhuatl, nos hace recordar que la parroquia es una misión de comunión en la que todas las personas tienen derecho a pertenecer. Gracias a Dios, en nuestra Arquidiócesis hay muchas personas que hablan lenguas distintas al español. Hay, más o menos, 16 lenguas indígenas que se hablan en nuestra Arquidiócesis, entre ellas el náhuatl.
Nuestro deseo es que esta comunidad sea abierta a todas las personas, donde todos se sientan bien recibidos, valorados, donde todos podamos compartir la misión que nos encarga nuestro Señor Jesucristo. Son estas nuevas realidades que nos invitan a realizar la misión de la parroquia de un modo nuevo. El papa Francisco y un servidor, hemos insistido que vivimos en tiempos de misión. Tiene uno que buscar caminos siempre nuevos. Las incomodidades desde el inicio son parte de la misión.
Pónganse a pensar cómo iniciaron los doce apóstoles. ¿A caso ellos encontraron Iglesias construidas? ¿casas sacerdotales? No. Siempre se pusieron en camino tratando de llevar adelante el Evangelio de Cristo por todas las naciones. La misión de la Iglesia, en este momento, la tenemos que comprender a la luz del inicio de nuestra Iglesia, pero, también, cómo inició el catolicismo en nuestro país. La Iglesia inicia su evangelización sin tener nada seguro, poniéndose siempre en manos de la providencia divina. A algunos les extraña que haga parroquia esta Iglesia que no está terminada. Aquí hay que comenzar a hacerlo todo. Este reto misionero, con la gracia de Dios, va a salir a delante.
El segundo pensamiento es a propósito del santo Evangelio. Nos ha hablado de un tesoro escondido. Esa es la tarea, padre Adrián: buscar con el pueblo el tesoro escondido. Sabemos dónde está, en el Evangelio, en la Palabra de Dios. Ese tesoro es Jesucristo. Hay que buscarlo oyendo, orando caminando y amando. Es la manera como nosotros podemos encontrar este tesoro que es Jesucristo.
Las parábolas que escuchamos nos señalan el camino. Cuando se compra un tesoro se arriesga todo, pero también cuando se logra arriesgarlo todo produce grande alegría, grande gozo. Queremos que esta parroquia del Señor de la Misericordia sea un lugar donde se busque ese tesoro del amor de Cristo, haciéndolo juntos, oyendo la Palabra, rezando juntos, y viviendo la caridad.  Trabajando juntos en la misión es donde la tarea de la Iglesia llega a su cumplimiento.
Una palabra de ánimo a esta comunidad parroquial. Hay que construirla poco a poco, animando a la gente a que se acerque a celebrar juntos, a orar juntos. También espero que pronto irán constituyéndose en una comunidad viva y cristiana. Agradezco a toda la gente para que nos ayude a caminar en los dos sentidos que se tiene que construir: en el sentido espiritual, es decir, hay que evangelizar; pero también, en el material, poco a poco, hay que ir construyendo las instalaciones que se requieren para que el pueblo de Dios pueda celebrar con mayor atención los sacramentos, especialmente, la Eucaristía. Hoy arrancamos esta carrera de la fe: formar una comunidad parroquial.
Que Dios los bendiga.
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