20° aniversario de Evangelización Activa
Hermanas y hermanos: agradezco a todos, junto con el padre Ernesto, por estos veinte años de servicio al Evangelio. Desde que el padre Ernesto inició estos trabajos, fue siempre una respuesta al mandato de Cristo: vayan y prediquen el Evangelio a todas las creaturas (Mc 16, 15). Esas palabras han llegado al oído de los creyentes durante siglos y siglos, y cada generación ha ido respondiendo fielmente a este mandato de Cristo.
Hoy escuchamos una especie de comentario al mandato de Cristo. El apóstol San Pablo nos ha dicho tres cosas muy importantes en la evangelización. La primera, ha grabado en nuestra conciencia: “¡ay de mí si no evangelizo!” (cfr. 1 Cor 9, 16). Estas palabras las escuchó el Papa Pablo VI. Cuando escribió Evangelii Nuntiandi, fue como el hilo conductor de ese bellísimo documento. La Iglesia siempre lo ha pensado muy bien. “¡Ay de mí si no evangelizo!” se graba nuestra conciencia de discípulos y misioneros de Cristo.
Evangelización Activa ha sido una respuesta a ese deber. ¡Ay de mí si no evangelizo! Y hacerlo con todas las fuerzas y toda la inteligencia. La Iglesia ha ido cumpliendo ese mandato. Primero, desplazándose de un lugar a otro, con las dificultades que ha tenido moverse en todo el mundo. Cuando el medio eran los barcos de vela, los barcos con vapor, los trenes, los caballos o a pie, y ahora, en aviones, siempre queriendo ir hasta el último rincón.
El Papa Francisco nos dijo que debemos ir a las periferias existenciales y geográficas. Gracias a Dios, las nuevas tecnologías nos han permitido ir a lugares insospechados. Ya el Concilio Vaticano II profetizaba este momento cuando dijo: entre los inventos de la técnica más maravillosas que hay son los medios de comunicación, la radio, la televisión, la prensa escrita (cfr. Inter Mirifica, 1). Gracias a Dios, la inteligencia humana nos ha procurado nuevas tecnologías para anunciar el Evangelio. El Señor nos ha dado nuevos medios, nuevas tecnologías y todo debe ser puesto al servicio del Evangelio. La Iglesia siempre ha querido ir a la par de la tecnología. Siempre hablamos bien de los recursos tecnológicos. Sabemos de los riesgos, pero siempre creemos que son recursos buenos para anunciar el Evangelio. Siempre ha habido contracorrientes. Sin embargo, la Iglesia ha ido surcando para cumplir con nuestro deber. ¡Ay de nosotros si no evangelizamos! ¡Ay de nosotros si creativamente no utilizamos todos los medios necesarios! Evangelización Activa ha querido ser una respuesta concreta, práctica, llena de contenidos formidables para llevar el Evangelio. ¡Ay de nosotros si no seguimos evangelizando!
Lo segundo que me llama la atención del comentario de San Pablo al comentario de Cristo es que él dice “el Evangelio es mi recompensa” (1 Cor 9, 18). Por eso va a evangelizar gratuitamente. Se dirá en otro pasaje, “gratis lo recibí gratis lo tengo que entregar” (cfr. Mt 10, 8). Eso lo hace la comunidad cristiana que apoya a Evangelización Activa para que pueda llegar a más lugares. Quiero agradecerles a todos los que bondadosamente aportan sus recursos intelectuales, su tiempo, su vida, los que ayudan económicamente, pero también a todos aquellos que no conocemos su rostro y que apoyan esta evangelización. La recompensa es recibir el Evangelio y eso es lo que más tenemos que valorar.
En la lengua hebrea, “Evangelio” equivale a albricia. Cuando jugábamos a “albricias o regalos”. Si elegías “regalo” no arriesgabas nada. Si elegías “albricias” te arriesgabas a lo que te tocara. Nosotros siempre estamos arriesgando porque tenemos una certeza, una seguridad de que existe el cielo. Si no, no encontraríamos en el Evangelio nuestra recompensa, no apostaríamos al futuro de cada uno y al futuro de Dios. Qué importante es tener esta recompensa. Siempre me gusta la definición de la carta a los hebreos: la fe es la garantía de las cosas que se esperan y prueba de las realidades que no se ven (Heb 11,1). Esa es nuestra recompensa, haber oído la buena noticia que la vida está en Dios, que hay un cielo prometido para nosotros, que la vida tiene un sentido cualquiera que sea lo que nos pase en la vida. Siempre habrá un sentido, siempre tenemos una buena noticia. Aunque haya malas noticias siempre hay una buena: que Cristo ha abierto el cielo para nosotros. Eso le da mucha fuerza a nuestra vida.
La tercera cosa que dice el apóstol San Pablo, hay que predicar porque vamos a sacar un provecho, “todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes” (1 Cor 9, 23). Lo que ustedes hacen no sólo es entregarle a otro. Es recibirlo, es hacerlo parte, participar de sus bienes. Si no, no tendría razón. No somos una tubería en la que pasa el agua y el agua no nos hace efecto. Nosotros lo recibimos, hace su fruto en nosotros y por eso lo enviamos y transmitíamos a otros. Esas ondas magnéticas no son sólo materiales o inmateriales, son nuestras vidas. Detrás de una homilía, de una catequesis, de un mensaje, va la vida de uno, va la propia parte. Eso es participar, tener parte y eso enriquece la evangelización.
El apóstol San Pablo agrega una cuarta consideración. Le evangelización es exigente. Sé que los técnicos se lastiman su vista, se cansan. Dice el apóstol que es como el atletismo: Corran de manera que consigan el premio. Los atletas se privan de muchas cosas. Ellos lo hacen por un premio que se acaba. Nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así, pues, yo corro, pero no a ciegas, lucho, pero no dando golpes al aire. Sino que domino mi cuerpo y obligo a que me sirva. (cfr. 1 Cor 9, 24-27). Esto solo tendría sentido con lo anterior, si todos ustedes se sacrifican trabajando, animando, buscando recursos. La evangelización es muy exigente. Los misioneros siempre se han sacrificado de una u otra manera, con cansancios físicos, persecuciones, trabajo, sin dormir, gastando sus propios recursos, pero todo por el Evangelio.
¡Ánimo! que esto no puede parar, hay que seguir. Dios irá diciendo las innovaciones, como lo ha ido ocurriendo hasta ahora. Ustedes estarán siempre atentos a las corrientes de pensamiento, a los obstáculos de evangelización, pero, también, a los recursos tecnológicos, a los mejores recursos en las técnicas y novedades de la comunicación. Gracias por comprometerse, porque Evangelización Activa cumple con la tarea de evangelizar Monterrey.
Gracias padre Caro, y ¡no te desanimes! Que Dios los bendiga. Esta Iglesia de Monterrey, un servidor, como responsable de ella, les agradecemos estos esfuerzos y su alegría que le ponen en todo lo que hacen, porque ¡ay de nosotros si no evangelizamos!