En un ambiente de devoción y júbilo, se celebró la misa de vigilia en honor a Santa María de Guadalupe en la Basílica de Monterrey, presidida por el arzobispo de la ciudad. La celebración reunió a cientos de fieles, autoridades estatales y municipales, entre ellos el gobernador y su esposa, quienes se unieron a la comunidad para iniciar los festejos guadalupanos.
Durante la homilía, el arzobispo expresó su alegría por celebrar esta fiesta mariana en la “casa de María” e hizo un especial agradecimiento a todas las autoridades presentes. Subrayó que este 12 de diciembre adquiere un sentido particular por celebrarse dentro del Año Jubilar de la Esperanza, convocado por el papa Francisco, quien invitó a los católicos a caminar como “peregrinos de esperanza”.
El prelado explicó que la esperanza es una virtud inseparable de la fe y la caridad. “Donde hay fe, hay esperanza, y donde hay esperanza, hay caridad”, afirmó. Asimismo, señaló que el mundo vive hoy situaciones de desaliento, las cuales solo pueden encontrar respuesta en la esperanza cristiana: “La esperanza no defrauda”, recordó citando al apóstol Pablo.
María, madre del amor y de la esperanza
El arzobispo destacó el papel de la Virgen María como Madre de la Santa Esperanza, recordando que quien se sabe amado puede mirar el futuro con confianza. Comparó este amor materno con la realidad de los hogares: cuando un hijo se siente amado, dijo, puede vivir con entusiasmo y mirar hacia adelante con ilusión.
También recordó que México se acerca a los 500 años del acontecimiento guadalupano, que se cumplirán en 2031, un hecho que —afirmó— sigue manifestando el amor permanente de la Virgen hacia su pueblo a lo largo de generaciones.
Un hogar de bendición
Reflexionando sobre el encuentro bíblico entre María e Isabel, el arzobispo resaltó que ese momento está lleno de bendiciones mutuas: Isabel llama a María “bendita y dichosa”, mientras que el niño en su vientre salta de gozo. Este ambiente de bendición, explicó, es propio del hogar cristiano y de la Eucaristía, que desde antiguo se reconoce como bendición y acción de gracias.
Invitación a llevar la bendición al mundo
Antes de concluir, invitó a los fieles a convertirse en portadores de bendición en sus hogares, trabajos y comunidades:
“Hablemos bien unos de otros, bendigamos y sepamos ser agradecidos”, exhortó.
La celebración concluyó entre cánticos y muestras de fervor guadalupano, marcando el inicio de la gran fiesta del 12 de diciembre.