arquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipo
  • Inicio
  • La arquidiócesis
    • Historia
    • Arzobispo
    • Obispos Auxiliares
    • Planeación Pastoral
    • Patrona de Monterrey
    • Causas de Canonización
    • Provincia eclesiástica
    • Obituario
  • Gobierno
    • Curia
    • Gobierno Pastoral
    • Actividad Pastoral
  • Directorio
    • Presbiteros
    • Parroquias
    • Diáconos Permanentes
    • Diáconos transitorios
    • Adoración Perpetua
    • Hospitales con capellanías
    • Nichos Parroquiales
    • Otros
      • Zonas-Decanatos
      • Vida consagrada
      • Prelatura personal
      • Movimientos laicales
      • Centros Asistenciales
      • Casas de retiro
      • Colegios católicos
  • Noticias
    • Todas
    • Arquidiócesis
    • Internacional
    • Nacional
    • Vaticano
    • Artículos
  • Seminario
  • Catedral
    • Historia
    • Áreas
    • Capilla del Sagrario
    • Exterior
    • Interior
    • Altar Mayor
  • Archivo
    • Documentos
    • Nombramientos
  • Descargas
  • Multimedia
  • Tu diezmo

A pesar del dolor, el Señor nos ayuda a mantenernos en pie

Fiesta patronal parroquia nuestra Señora del Consuelo, Monterrey / 15 de septiembre del 2017

Hermanas y hermanos, el Evangelio, en forma muy breve, nos dice muchas cosas, detalles que merecen ser atendidos. El primero, el más impresionante, es que dice: estaba junto a la Cruz la Madre de Jesús (cfr. Jn 19, 25-27). La Palabra de Dios nos da los contrastes de la vida. Está de pie, pero tiene una pena profunda, como también dirá el mismo evangelista en el libro del Apocalipsis, hablando de Cristo y comparándolo con el Cordero: el Cordero estaba herido, pero estaba de pie (cfr. Ap 5, 6). Así la Virgen María. Estaba herida, pero estaba de pie con una pena profunda.

Ahí está la enseñanza: la Cruz de Cristo, el dolor, no es una derrota. El apóstol san Pablo dedicará una parte en su epístola a los Corintios: en la Cruz está la sabiduría y la fuerza de Dios (cfr. 1 Cor 1, 23). Él dice porque hay personas que miran en la Cruz de Cristo la derrota y la falta de inteligencia, pensando que solo un insensato muere en la Cruz. Pero, para nosotros, para la Iglesia, para el Evangelio, ahí está la sabiduría y la fuerza de Dios.

 

Fíjense bien, el cristianismo es el único que habla de la Pasión, la Cruz y la Muerte. Las demás religiones no quieren tocar estos temas, son religiones que hablan del éxito y de la felicidad. Hay personas que quieren negar la Cruz de Cristo, que solo quieren ver el lado bueno de la vida, el lado del éxito, del triunfo, de la risa, de la tranquilidad, de la salud.

Pero hay otra cara en la vida. Querámoslo o no, está la otra cara de la medalla, está el dolor, está la enfermedad, está la muérete. Cristo nunca prometió una vida de disfrute y gozo. Es más, Él les dijo a sus discípulos, “el que quiera seguirme que tome su Cruz de cada día” (Mt 16, 24).

Solo el cristianismo nos pone frente a la verdad, la verdad de la Cruz, de la muerte, del dolor y del llanto. No nos quiere engañar el Señor. Pero al mismo tiempo que nos muestra la verdad, al mismo tiempo nos hace descubrir la esperanza. Nosotros celebramos la muerte del Señor Jesucristo, nos alegramos con la Resurrección de Jesucristo, pero miramos su Cruz. Por eso nuestras iglesias tienen al Crucificado, para no olvidarnos que la superación viene del sufrimiento.

La Virgen María sabe cantar, sabe reír. Los textos bíblicos nos hablan de estas experiencias. Recuerdan cuando visita a su prima Isabel, que empieza a cantar (cfr. Lc 1, 5-25). Es una mujer que sabe gozar del don de Dios de la vida, pero también sabe llorar porque ama. Porque solo el que ama, llora bien. El que no ama, llora de desesperación. Me gusta mucho unas palabras del Papa Juan Pablo II: el que ama sufre, el que no ama sufre mucho más”.

La Virgen María sufre y llora porque ama, y ese amor, ese llanto, se convierte como en un fertilizante que produce muchos frutos. Por eso, Jesús le dice inmediatamente, “mujer ahí está tu hijo”, y al discípulo le dice, “ahí está tu Madre”. Cuando el llanto es auténtico, cuando brota del alma y del dolor, se convierte en un fertilizante, da vida, ayuda a otros.

Vamos a darle gracias a Dios porque ha querido venir a iluminar nuestra vida. El Evangelio es Evangelio de esperanza. Solo necesitamos su gracia para poder aportar. Necesitamos las gracias actuales para cada momento difícil, para que podamos superarlo. Hoy le pedimos a la Virgen María, la Dolorosa, su consuelo, su amor, que nos libre como hijos y que nosotros la podamos sentir como nuestra Madre. Hay que llevarla a casa con nosotros.

Vamos a pedirle que se quede con nosotros en casa, porque en casa reímos y lloramos, tenemos cosas bonitas y agradables, pero también sufrimientos y preocupaciones. Que Dios los bendiga. No se les olvide hoy las personas que sufren en el mundo, pero confiamos siempre en que Dios está con nosotros.

Visto por: 1,243
Compartir:

Relacionado

27/11/2022

HOMILÍA – 27 de Noviembre de 2022, 1er. Domingo de Adviento


Ver Más
16/10/2022

Homilia del 16 de Octubre


Ver Más
11/09/2022

HOMILÍA – 11 de Septiembre


Ver Más
© 2022 Arquidiócesis de Monterrey. Terminos y Condiciones.