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Con nuestro trabajo, Dios nos dignifica

Fiesta patronal, Parroquia del Señor de los trabajos.

Sábado 15 de septiembre de 2018

Hermanas, hermanos, como lo he hecho otros años, vengo a acompañarles en esta fiesta de su parroquia, El Señor de los Trabajos, la fiesta puntual fue el día de ayer, pero gracias a Dios, 14 y 15 de septiembre están muy pegados, 14 exaltación de la santa Cruz y hoy 15 Nuestra Señora de los Dolores.

En esta ocasión, el día 15 que nos permite reflexionar sobre Cristo. Cuantos nombres le damos a Jesús, primero los títulos del Evangelio, el Mesías, Hijo del hombre, hijo de Dios.

Pero también la piedad y el cariño del pueblo, le han dado otros nombres, el Señor de la Misericordia, el Señor del veneno, el Santo entierro, el Señor de la columna, tantos nombres, todos ellos, sin duda, brotan del amor del pueblo a Cristo.

Aquí ostenta un título muy bonito, el Señor de los trabajos, nos hace pensar en la vida de cada uno, porque Dios ha querido que el ser humano, se realicen trabajando, no visto como un castigo sino, como una manera de unirnos a Dios creador, porque el que trabaja crea.

Trabajo como manera de participar en la obra redentora de Cristo, en una ocasión, en el Evangelio de san Juan, cuando los discípulos llegan y le dicen a Jesús que como, el responde que ya comió, diciendo la siguiente frase: “mi padre trabaja siempre, yo trabajo siempre”.

Que bueno que nosotros trabajemos, por eso la Iglesia considera la pereza como un pecado capital, por eso hoy, que queremos celebrar al Señor del los Trabajos, también celebramos nuestro deber y obligación como personas que trabajamos.

Trabajan ustedes y nosotros, el trabajo está en el corazón de nuestras vidas, pero quiero fijarme, brevemente, en lo que oímos en la Palabra de Dios, cuando Cristo en la cruz le dice a Juan, “ella es tu madre” y a la madre le dice “él es tu hijo”. Desde ese día se la llevó a vivir a su casa. Pensémoslo en la cultura de aquel tiempo, la virgen era viuda, su único hijo, Jesús, el Señor que sabe pensarlo todo, le dice a Juan, ella es tu mamá y se la lleva a su casa.

Esto es bueno pensarlo, ahora en esta nueva sociedad, en la que todos somos egoístas, no pensamos en las demás personas, nos olvidamos de los padres. Es un deber que Dios lo pone a cada uno, no puedes ser indiferente a la suerte de tu mamá, cargar la vida con ella.

Como lo hizo Juan, no quiso que estuviera sola, debemos preocuparnos que nadie este solo, lo dice el Génesis, las primeras palabras que dice Dios, “no conviene que el hombre esté solo”. Cada uno aplíquelo a su vida de acuerdo a lo que está viviendo, no es bueno dejar solo al papá, a la mamá, al hermano enfermo.

Segundo pensamiento, dice el apóstol san Pablo, huyan de la idolatría, es decir, nunca tengan a nada por Dios, porque el único Dios, es nuestro Padre, es Jesucristo, el Espíritu Santo.

La idolatría es poner otra cosa en el lugar que le corresponde a Dios, el único que merece nuestra admiración, nuestro amor, nuestra entrega, nuestro corazón, es Dios. Por eso huyan de la idolatría, no pongan a nadie ni a nada en el lugar que le toca a Dios.

Con estos dos sencillos pensamientos vamos a continuar nuestra Eucaristía.

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