arquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipo
  • Inicio
  • La arquidiócesis
    • Historia
    • Arzobispo
    • Obispos Auxiliares
    • Planeación Pastoral
    • Patrona de Monterrey
    • Causas de Canonización
    • Provincia eclesiástica
    • Obituario
  • Gobierno
    • Curia
    • Gobierno Pastoral
    • Actividad Pastoral
  • Directorio
    • Presbiteros
    • Parroquias
    • Diáconos Permanentes
    • Diáconos transitorios
    • Adoración Perpetua
    • Hospitales con capellanías
    • Nichos Parroquiales
    • Otros
      • Zonas-Decanatos
      • Vida consagrada
      • Prelatura personal
      • Movimientos laicales
      • Centros Asistenciales
      • Casas de retiro
      • Colegios católicos
  • Noticias
    • Todas
    • Arquidiócesis
    • Internacional
    • Nacional
    • Vaticano
    • Artículos
  • Seminario
  • Catedral
    • Historia
    • Áreas
    • Capilla del Sagrario
    • Exterior
    • Interior
    • Altar Mayor
  • Archivo
    • Documentos
    • Nombramientos
  • Descargas
  • Multimedia
  • Tu diezmo

Usemos nuestros oídos para escuchar a Dios y nuestra boca para bendecir al prójimo

Misa dominical catedral de Tampico, Tamaulipas
Domingo 9 de septiembre de 2018

Hermanas, hermanos, iniciamos este día, domingo, con palabras de parte del Señor, muy esperanzadoras, como siempre Dios nos dice, ¡ama!. Que importante es que ame, porque la vida a veces con sus problemas nos baja el entusiasmo, nos quita las ganas de vivir, a veces los problemas cae como una loza sobre nosotros, hoy el Señor nos dice ánimo.

Así iniciamos, ánimo hijos míos, ánimo sacerdotes, ánimo obispo, él ha querido que este año se convierta en buena comunicación. Nosotros no queremos ni oír ni hablar, se nos quitan las ganas de oír y hablar, cuando uno está alegre, escucha, habla y hasta canta.

Por eso hoy, estas palabras del Señor, ánimo, vienen a explicar el milagro que Jesús hizo con un sordomudo, una persona que no podía oír y no podía hablar, una limitación en su comunicación, siempre con mucha pena, hay personas que no pueden oír o que no pueden hablar, o que van perdiendo el oído.

Hoy en muchas partes hay hermanos sordomudos, por ejemplo en la catedral de Monterrey, todos los domingo se juntan un grupo de personas que no oyen para participar en la misa, porque no hay ningún impedimento para participar con Dios.

Pero sin duda que lo mejor es oír y hablar, tan impactante fue aquel milagro que los Apóstoles no olvidaron aquella palabra tan sorprendente de Jesús, dicha en arameo, la lengua de Jesús, los Apóstoles escribieron los Evangelios en la lengua común, griego, pero algunas palabra se conservaron por contundentes, “effeta”, también otras palabras como la curación de la hija de Jairo “talita kum”.

El Señor hizo este milagro como un bien tan grande, que plasmó al no escuchar y de repente puedes, que no puedes hablar y de repente puedes. Una experiencia tan grande que no pudieron guardar los que la vieron, quién no iba a contar milagro tan fabuloso.

Se discutió en todas partes aquel milagro, pero como a Jesús le gusta la discreción, él no quiere aplausos, no quiere reconocimientos, dice el relato que lo curó aparte, pero el sordomudo tenía que contarlo.

Si la final podía hablar porque no decir al mundo “Jesús me ha curado” quién no lo va a hablar, quién no lo va a proclamar.

Eso que significa para ustedes y para mí, la mayor parte de nosotros podemos oír y hablar pero fíjense que muchas personas aunque oímos bien no hacemos caso, aunque hablamos no siempre hablamos cosas buenas.

Cuantas maldiciones, palabras injuriosas ante el prójimo, cuantos pleitos y violencia verbal. El Señor también con los que oímos físicamente bien y hablamos perfectamente quiere hacer un trato, que tu pongas a Dios, para eso te dio esos sentidos, que puedas hablar con Dios, que entres en diálogo con Dios, para eso oímos, para eso hablamos, dirá San Pablo en la carta a los Romanos, la fe viene de oír la predicación.

Cuantas veces el Señor tanto el Antiguo Testamento como en el Nuevo, dirá escucha, escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, él es el único Señor, amarás a tu Señor con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas, ese es el primer mandamiento.

Porque Cristo como buen judío, todos los días en la mañana, a medio día y en la tarde, repetía esas palabras, “shema israel” escucha Israel.

En algunas partes en el rito de bautismo que además del agua se ponía un poco de sal en la lengua para que escuches la palabra y hables con Dios que el milagro del sordomudo nos ayude a salir a delante, Cristo todos los días nos habré los oídos, “effeta”, abramos los oídos y la boca para anunciar las grandezas del Señor.

Que Dios nos bendiga y vamos a usar nuestros oídos y nuestra lengua para edificar el reino de Dios, no hay excepción de personas traten a todos muy bien, que con nuestras palabras sinceras, tratemos bien a los de casa, a los compañeros de trabajo, a los que nos encontramos en la calle.

Hoy muchos hablan mal de todo mundo, hay que purificar nuestros oídos y labios para que sirvan al Señor y para proclamar su gloria que Dios les bendiga.

Visto por: 2,328
Compartir:

Relacionado

27/11/2022

HOMILÍA – 27 de Noviembre de 2022, 1er. Domingo de Adviento


Ver Más
16/10/2022

Homilia del 16 de Octubre


Ver Más
11/09/2022

HOMILÍA – 11 de Septiembre


Ver Más
© 2022 Arquidiócesis de Monterrey. Terminos y Condiciones.