Fiesta Patronal parroquia La Natividad del Señor – 25 de marzo de 2017
Hermanas y hermanos, gracias por venir a esta fiesta a celebrar junto con su servidor. Agradezco la presencia de todos ustedes, del señor Alcalde y su esposa, de mis hermanos sacerdotes, de todos ustedes.
Es motivo siempre de alegría celebrar a la Virgen, la siempre Virgen María, la siempre alegre, como le dice el Ángel “alégrate María”, ella es causa de nuestra alegría. Quiero invitarles a comprender un poco el misterio que celebramos. Fíjense bien, su parroquia está dedicada a la Natividad del Señor, al nacimiento de Jesucristo, aunque por razones prácticas y litúrgicas de la parroquia se decidió que lo celebran nueve meses antes de la natividad, nueve meses como dura todo un embarazo. No hay ningún problema para celebrarlo, ya que es el inicio de la gestación, es el mismo misterio que celebramos.
Hoy la Palabra del Señor nos habla de una señal. El profeta Isaías le dice a Ajaz, “pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”, porque Ajaz necesitaba una señal, tenía muchos problemas, estaba espantado y preocupado, a punto de perder el reino; Ajaz no quiere pedir al Señor una señal, no quiere “tentar al Señor”, de todos modos el Señor le da la señal “he aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros”. Una señal tiene que ser comprendida y creída.
Comprendida. El Señor ha encomendado siempre a su pueblo a comprender esta señal, la señal de una virgen que concibe un hijo. No les parece eso posible, desde el punto de vista humano es imposible, por eso dijo el Señor en el Evangelio “para Dios nada es imposible”. La religión, el cristianismo, depende de milagros, si no, no sería religión de fe. Para creer lo que no vemos se necesita fe, pues la fe es comprender los misterios y creer en esos misterios, en estas señales. Pero no todo el que ve una señal la comprende y la cree. Cuántos en tiempos de Jesús vieron las señales, Cristo curó enfermos, multiplicó el pan, resucitó muertos, pero no todos creyeron, no todos interpretaron bien la señal, solo algunos la interpretaron y creyeron en Cristo.
Hay otras señales que nos ayudan a entender las señales, y las dos más fuertes están totalmente emparentadas: la señal del nacimiento milagroso de Jesús, y la máxima señal de la Resurrección del Señor. De estas dos verdades fundamentales depende nuestra fe cristiana, que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, que Cristo padeció, murió y resucitó, de eso depende el cristianismo y ustedes y yo estamos en esta Iglesia por esas verdades, sino estaremos paseando en otras cosas. Aquí nos congrega una señal, nos congrega la señal del nacimiento virginal de Jesús y la señal de la Resurrección del Señor
Comprender significa preguntarse y preguntarle a Dios esa pregunta que hizo la Virgen María, que escuchamos en el Evangelio, “¿cómo puede ser posible esto si yo no conozco varón?”, y el arcángel Gabriel le explica cómo será esa señal. Porque para comprender hay que preguntarle a Dios, hay que preguntarle en qué sentido habla Él y en qué sentido actúa Él. El comprender no nos quita nuestra capacidad de pensar, nuestra capacidad de reflexionar, y quien piensa también pregunta. La Virgen María hizo preguntas y una vez que recibe respuestas ella dice “hágase en mí según tu palabra”, “Fiat”, que se cumpla tu voluntad; como ustedes y como yo en la vida el Señor nos pide siempre cumplir su voluntad, pero también nos da oportunidad de preguntarle, de discernir. Le pregunto a Él y delante de Él, y el Señor responde. Así la Virgen María lo hace, son preguntas orantes, preguntas en la oración, porque seguramente cuando el ángel llegó para anunciarle a María esa señal, como dice la tradición, ella estaba rezando, estaba repitiendo los salmos, queriendo cumplir la voluntad de Dios; y por eso cuando el ángel el comunica la voluntad Divina ella se pregunta. Si nosotros le preguntamos a Dios en la oración, la respuesta viene muy clara, viene muy segura y podemos decir como la Virgen: “hágase en mí según tu palabra”.
Al celebrar hoy la Anunciación a María, recordando su vocación, también la Iglesia, ustedes y yo queremos ver, en ese diálogo entre el ángel Gabriel y María, nuestra vocación, la llamada que el Señor nos hace a cumplir su voluntad. Porque ¿qué es la vocación? es preguntarle a Dios que es lo que quiere de mí, y el Señor te dará la respuesta, te dará una misión, una tarea; y la respuesta nuestra siempre debe de ser “he aquí que estoy para cumplir tu voluntad”. Que el Señor nos permita conocer y creer este misterio tan grande de la Encarnación, cómo el Hijo de Dios, el Santo de Dios se hizo hombre como nosotros, esta señal que necesita ser comprendida y necesita ser creída. Vamos a pedirle al Señor nuestra capacidad de comprender y de creer para poder cumplir la voluntad de Señor con alegría.