Fiesta patronal Parroquia Nuestra Señora del Carmen, San Jerónimo
16 de julio de 2018
Estimadas hermanas, estimados hermanos.
Como casi cada año vengo aquí con ustedes a celebrar la alegría de esta fiesta, celebramos a María nuestra madre en esta bella advocación del Carmen, que evoca tantas bellas historias que nos remontan a un pasado muy importante, que nos permite ver nuestro momento muy acelerado.
El salmista que nos dice, levanta los ojos al horizonte, a los montes, de dónde me vendrá el auxilio, el auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra, cuantos siglos los creyentes voltean a los montes. El monte Sinaí, donde el Señor le dio a su pueblo sus mandatos, que hasta el día de hoy son vigentes y válidos para nosotros. Levanto los ojos al Sinaí y contemplo la revelación hecha a Moisés, que sería de nosotros sin los 10 mandamientos, parecería una selva, un conflicto, pero gracias a Dios, porque él nos reveló esos 10 mandamientos por los cuales podemos ser pueblo de Dios pero también podemos vernos como hermanos.
Levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio, vayamos al monte Nebo, cuando Moisés contempla de lo alto la tierra prometida, pero el Señor no le permitió pisar la tierra prometida, solo la contempló agradecido, pero comprendió que tocaría el cielo antes de pisar la tierra prometida, por lo que fue feliz, al ver la promesa de Dios cumplida, su pueblo en la tierra prometida.
Ya desde el Antiguo Testamento, en el monte Carmelo, el profeta Elías, el profeta de Dios, el gran místico de la historia, subió al monte Carmelo y ahí se encontró con el Señor y comenzó ahí una escuela de profetas místicos, ahí en el monte Carmelo san Simón Stock recibió el escapulario y desde entonces la orden carmelita, se convirtió en la orden de los grandes místicos de la Iglesia, aquellos que saben que Dios es uno y es el Señor, como Elías, que fue fiel a Dios, que busca la justicia en favor de Dios, no hay otro Señor, hay uno solo, el Dios de nuestros padres y Elías, con el celo del amor, defendió esa verdad.
También en otros montes se reveló el Señor, en el monte Tabor, el monte Sion, el más importante para nosotros, ahí ocurrió el misterio más grande de la historia, ahí fue crucificado, ahí fuimos salvados, por eso levantamos siempre la mirada a los montes de Dios.
Hoy, en esta fiesta, levantamos la vista al monte Carmelo, ahí donde el Señor se reveló, ahí también la virgen María hablo a la Iglesia, le recordó el amor protector de Dios, por eso cuando miramos a la virgen del Carmen, inevitablemente vamos a ese monte en el que Elías entendió que Dios es tierno y misericordioso, manifestado en la brisa suave.
Ahí también muchos místicos han conocido a Dios, porque el profeta es un místico, o dicho de otra forma, el místico es un profeta, hay mucha gente que hoy quiere tener el título de profeta, pensando que el profeta es el que habla en vez de Dios, ¡NO! Profeta es el que habla delante de Dios, que lo que dice, lo dice delante de Dios, porque tiene una mirada hacia el cielo, hacia Dios, por eso el profeta es el hombre justo, el hombre de Dios,
Oyeron en el Evangelio, el que recibe a un profeta, recibirá un premio de profeta, el que recibe a un justo recibirá un premio de justo, nos remonta al monte Carmelo, porque el profeta es justo, porque defiende los derechos de Dios.
Dios tiene derechos, ¿a qué tiene derecho Dios? A la alabanza, al honor y a la gloria, esos derechos los defendió el profeta, él no solo defiende los derechos de Dios sino también los del ser humano, pero primero a Dios.
Hermanas y hermanos, quiero invitarles a subir al monte Carmelo, la oración con la que iniciamos, decía que, en ese monte, podemos encontrarnos en Cristo el Señor, como se han encontrado muchos hombres y mujeres, devotos de la virgen del Carmen, ella ahí mostró su amor y protección y por eso concedió llevar el escapulario.
El que lleva el escapulario y lleva una vida como Dios la quiere, rápido sube al cielo, yo sé y entiendo a las damas, a veces se ve feo, pero lo importante es que lo lleven, yo siempre traigo mi escapulario, es una promesa de la virgen, tenemos que creer que se cumple, hay que creerla, es signo de protección divina.
Vamos a rendirle homenaje a la virgen pero también junto con ella levantar la mirada al monte Carmelo en el que la virgen María también revelo el amor divino.
Que el Señor nos ayude a todos en este momento que es necesario defender los derechos de Dios, en un mundo ateo, alejado de Dios, que blasfema contra Dios, es importante, que ustedes y yo demos testimonio de fe, dice Jesús, para que viendo sus buenas obras glorifiquen al Padre que está en los cielos.
Que Dios los bendiga y que la virgen nos proteja.