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¡Cuídate de la incredulidad sobre Jesús! Pide el don de la fe

Misa dominical, Parroquia Nuestra Madre Santísima de la Luz en Guadalupe.

Domingo 8 de julio de 2018

Estimadas hermanas y hermanos, hermanas religiosas, padres, gracias por acompañarme en esta celebración dominical:

Cada domingo el Señor nos da una enseñanza que tiene que tocar nuestro corazón la enseñanza de su Palabra y hoy quiero fijarme en aquello que Jesús sintió cuando estando en la sinagoga lo despreciaron. Dice el evangelista, “él se extraño del acto de incredulidad de la gente”, cuándo nos extrañamos de algo, cuando esperamos que fuera de otro modo, cuando tú tienes la ilusión de que sea de otro modo. Jesús se extraña de la incredulidad de aquella gente, la gente de su pueblo, parientes, de todos aquellos que lo conocen, porque Jesús tiene una buena expectativa de todos, no se adelante, no juzga previamente, él va con la esperanza que los suyos, sus paisanos, lo reciban bien, pero se extraño de todo aquello que ocurrió. Marcos ya había señalado una situación, sus parientes fueron a buscarlo porque pensaron que se había vuelto loco, por eso se extraña de que los suyos lo desprecien, no es acaso el hijo del carpintero, no vive con nosotros María su madre y sus hermanos, de dónde le viene su sabiduría.

Nosotros valoramos a la gente por lo que son ellos y su propio familiar, que tiene de malo ser carpintero, es un bello oficio, pero uno va estratificando según el dinero u oficio, Jesús se extraña de la incredulidad de la gente, Jesús conocía las historias del profeta Ezequiel, Jeremías, y demás profetas, casi todos asesinados, despreciados, atacados, por eso dice, un profeta es más estimado en otra parte que en su propia tierra y entre sus amigos, efectivamente la voz de Ezequiel, Jeremías, y demás, fue siempre una palabra bien valorada, pero los suyos no ls aceptaron, por eso San Juan dice en su prologo, vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, un profeta no es bien aceptado en su tierra.

La primera lectura dice cual es la razón de la incredulidad, son un pueblo rebelde, que no quiere entender, porque esa es la incredulidad, tiene su origen en la rebeldía, la desobediencia, creer es obedecer, lo dice San Pablo en la carta a los romanos, que hay que llevar en la obediencia de la fe, creerle a Dios, que él tiene la razón, que es verdadero lo que nos dice, pero una persona rebelde no acepta, el rebelde cree que tiene la razón, cuando ustedes muchachos no aceptan lo que le manda sus padres, creen que tiene la razón, el que se rebela cree que tiene la razón

Por eso dice la lectura, que el Señor mando a Ezequiel a un pueblo testarudo que no quiere entender, hermanos creerle a Jesús es un camino de obediencia, que aunque parece que no es importante, lo es, por eso San Pablo nos hablo de la debilidad, cuando soy débil soy fuerte, tiene el ejemplo en Jesús, qué más debilidad, que morir en una cruz, despreciado, pero que maravilla, el débil es el más fuerte, nosotros creemos que en la debilidad se manifiesta el poder, en la soberbia y en la presunción no hay camino de conversión.

La obediencia de la fe, esa hay que pedirla, por que la fe es un regalo de Dios pero también es una disponibilidad, decía Samuel, habla Señor, tu siervo escucha, dice San Pablo la fe viene de oír la predicación, y que difícil oír la predicación, porque quién les predica, un ángel, un santo, no, una persona de carne y hueso, Dios habla a través de lo débil y lo frágil, porque la fe viene de lo débil, no se trata de obedecerle a un sacerdote u obispo sino a Dios, la obediencia de la fe.

Jesús estaba extrañado de la incredulidad de la gente, ¡qué bueno es Jesús! Le extraña, le duele, cuando a uno le extraña es por que le duele, él quiere nuestro bien, nuestra obediencia, no para someternos, sino para hacernos crecer, porque cuando soy débil, es decir cuando obedezco, porque el que obedece cede su voluntad, entonces soy verdaderamente fuerte.

Vamos a pedirle a Dios para que a Cristo no le duela nuestra incredulidad, que no se extrañe que no le creemos, porque él espera siempre lo mejor de nosotros y se extraña de la incredulidad de aquella gente, a Jesús, amigos, sus conocidas sus familiares no le creyeron, que nosotros sí le creamos, verdaderamente a Jesús, Dios los bendiga.

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