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El que ama, permanece. El que no ama, se va.

Encuentro con jóvenes Zona Pastoral XII / 29 de abril del 2018

Hermanas y hermanos, en la encuesta que nos leyeron, a la pregunta sobre qué opinaban ustedes de los sacerdotes, el ochenta y tantos por ciento dijo que tenían una buena opinión.

Yo también tengo una buena opinión de ustedes. Y por eso les agradezco que hayan venido a celebrar conmigo la Eucaristía. Creo yo que ese es el momento culminante.

Todo lo que ha ocurrido esta mañana se concentra en este momento del misterio de la presencia de Dios. Quiero hacer cuatro breves comentarios de la Palabra de Dios.

Primero. Jesús insiste en permanecer, y lo dice siete veces. Cuando, en la Escritura, aparece el número siete, significa plenitud, totalidad. Siete son los días de la semana. Siete, para nosotros los católicos, son los sacramentos.

Por eso, cuando el obispo diocesano preside la misa, se encienden las siete velas. No es por estética. El siete indica mucha importancia.

Si Jesús habla siete veces de permanecer, esto es muy importante. Él nos llama a permanecer, a estar ahí, a estar con Él.

Segundo. El permanecer tiene un comparativo, al de una planta, al de una vid. Por lo tanto, indica una unidad vital. Si se le arranca a un árbol la rama, se seca. Porque la unidad es vital, existencial. No es por soldadura o cola-loca. Es unidad vital, de tal manera que, el que no permanece con Cristo, se muere.

Tercero. Permanecer tiene que ver con el amor. El que ama, permanece. El que no ama, se va. Jesús, en una ocasión, dio esta comparación: el esclavo, en cuanto puede, huye, se escapa, pero el hijo permanece en casa.

Permanecer es un acto de amor. Por eso dice san Juan en la segunda lectura, “el que cumple los mandamientos permanece en mí”. Es decir, el que ama, permanece. El que no ama se va. Lo pueden comprobar en su casa. Cuando se acaba el amor, se van.

Cuarto. Permanecer es siempre fructífero. El que permanece da fruto y fruto en abundancia. ¿De qué fruto habla el Señor? De las buenas obras. Dice san Juan, “no amen de palabra, sino con los hechos”.

Esas cuatro cosas guárdenlas en su corazón: primero, es de suma importancia permanecer; segundo, permanecer es un hecho vital; tercero, permanece el que ama; cuarto, permanecer significa dar frutos de caridad.

Con este pensamiento nos vamos y aplíquenlo a su vida comunitaria, a la vida de su grupo, de su comunidad juvenil. Sepan que los estimo mucho y valoro todo el esfuerzo que hacen por venir a este encuentro. Esto ya es un fruto de su amor a Cristo y de su amor a la Iglesia.

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