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¡Cristo lo es todo!

Aniversario luctuoso Luigi Giussani / 22 de febrero del 2018

Hermanas y hermanos, me uno a los sentimientos de cada uno de ustedes, de quienes vienen a pedir por sus familiares difuntos, de quienes hoy también quieren compartir la alegría por algún acontecimiento bonito y agradable a la vida, y también me uno a la comunidad de Comunión y liberación que hoy, en todo el mundo, agradece a Dios el don del fundador, don Luigi Giussani.

Fíjense que muchas cosas parecen casualidades, pero no lo son. Las personas más buenas siempre mueren en fechas muy especiales. Don Luigi muere en la fiesta de la Cátedra de san Pedro, qué interesante. Un hombre de Iglesia muere, precisamente, el día de la Cátedra de san Pedro.

Es fiesta que, aunque no es solemnidad, es una fiesta bien importante para la Iglesia. Porque nos permite tomar consciencia a nosotros, como católicos, del papel que tiene el sucesor de Pedro, el Papa.

Los santos, la gente buena, ha estado siempre en comunión con el Pastor supremo de la Iglesia. En la vida de don Luigi tantas cosas de la adhesión de su vida al Romano Pontífice, especialmente, cuando él inicia y consolida la obra con el Papa Pablo VI, y así hasta que fallece siendo Pontífice el Papa Benedicto XVI.

¿Qué nos dice esta fiesta de la Cátedra de san Pedro a ustedes y a mí? Primero, la importancia que tiene la enseñanza del Papa, la enseñanza del sucesor de san Pedro. En la Basílica de san Pedro precisamente hay una de las obras de arte más bellas dedicada a la silla de san Pedro.

El famoso artista Bernini en una composición tan preciosa puso en el centro la Cátedra de Pedro. ¿Qué es para nosotros la belleza y la grandeza de la Cátedra de san Pedro? Desde el punto de vista espiritual significa dos cosas: primero, la profesión de fe.

Pedro enseña porque cree, porque hace una profesión de fe, “tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús mismo dirá en el pasaje que escuchamos, “eso no te lo reveló ninguna persona, sino mi Padre que está en los Cielos.

Pedro enseña, el sucesor nos enseña, porque profesa la fe en Cristo. Esta fe que no es solo una respuesta del intelecto o de la razón, sino de toda la vida. Por eso decía don Luigi que el cristianismo es un acontecimiento.

No es un sistema de doctrinas, no es un sistema moral. Es, sobre todo, un acontecimiento que toca la vida, que te hace ir caminando poco a poco, dejándote educar por Cristo y por su Evangelio.

Todo parte de la profesión de fe, que es señal de afecto y de amor. Cuando Pedro confiesa que Jesús es el Hijo de Dios vivo le dirá también que esa confesión es fruto de su amor. Por eso, al final del Evangelio de san Juan, Cristo le pregunta, “¿me amas más que a estos?”. Tres veces le pregunta y le dice, “sí, tú sabes que te quiero”.

Eso es profesar la fe, decirle a Jesús “te amo”. Y si te digo que te amo, es porque estoy seguro de que vives, de que estas cerca, que tu presencia fascina mi vida, la cambia, la transforma, es un acontecimiento vital y existencial.

Como lo dirá don Luigi cuando, fascinado por la persona de Cristo, dice, “en nuestro tiempo la única manera de acercarse a Jesús es admirándolo”, viendo la belleza del Evangelio. Es lo que permite caminar en la vida.

La Cátedra significa profesión de fe, pero también confesión de fe. Por ello, en la Basílica de san Pedro, a espaldas está la Cátedra y enfrente del altar está el lugar de la confesión. La confesión que consiste, no solo en hacer un reconocimiento personal de fe en Cristo, sino también ser capaz de decirle a otros “yo creo en Jesús”.

Eso es confesar, dar testimonio. El testimonio que no consiste en decir a otros “yo soy bueno”. Eso no es el testimonio cristiano, sería una presunción farisaica, no.

Confesar significa decirle a Jesús “tú eres todo y yo no soy nada”. Don Luigi hizo una expresión bellísima, “yo soy cero, pero Cristo lo es todo, él es infinito”.

Eso es lo que hace san Pedro cuando confiesa, ante todos, su amor a Cristo. Y por eso puede recomendar a los pastores lo que oímos en su primera carta. Les dice a los demás que tienen la tarea de pastorear, “recuerden no son dueños del rebaño”.

El poder de las llaves. Cristo le dice a Pedro, “yo te doy las llaves”. El poder de las llaves no es un poder humano ni presuntuoso. Es la confianza que Dios deposita en él y le dice, “aquí están las llaves de mi casa, tú puedes cerrar y puedes abrir”.

¿Por qué confía el Señor en Pedro? No porque sea totalmente extraordinario. Jesús conoce sus debilidades, sus incertidumbres, sus cambios. Lo negará después, pero le da las llaves del Reino. Y por eso Pedro confiesa siempre “solo Dios es el único Señor”.

Y por eso la gente como don Luigi, que creen en Jesús, que confiesan a Jesús, lo hacen con esta humildad y sencillez. La predicación siempre tiene que ser la exaltación del amor de Dios. El predicador que habla siempre de sí mismo y pretendiera ponerse como modelo del pueblo, equivoca totalmente su labor.

Confesar significa reconocer a Dios como único Señor. Pero también aceptar y decirles a los hermanos “soy cero”. Pero ¿cuál es la belleza del cero? Que si se le pone otro número a la izquierda vale muchísimo. Seis ceros con un uno se convierten en un millón. Nosotros somos cero, pero si Jesús está en nuestro lado fíjense la multiplicación.

Eso es lo que nos enseña la gente buena, los hombres buenos. Gracias a Dios la causa de canonización de don Luigi está en camino. Yo, como muchos, lo admiro. Un soberbio se hace odioso, un humilde se convierte en una persona digna de imitar y admirar.

Hoy celebramos la Cátedra de san Pedro con esa doble realidad de profesión de fe y confesión de fe. Vamos a pedir por el actual Pontífice, el Papa Francisco, que tiene esa grandísima responsabilidad de animar al pueblo de Dios en la profesión y en la confesión de fe.

Hoy nuestra mirada, desde luego, se vuelca hacia Roma para pedir al Señor que la Iglesia se mantenga unida entorno al supremo Pastor. Que ustedes y un servidor, como obispo de esta Iglesia de Monterrey, esté siempre unida a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo, para que esta Iglesia sea amada, admirada y que Cristo siempre sea querido, amado, bien conocido para que mucha gente se salve.

Que Dios bendiga nuestra Iglesia Católica y que el Papa, que ahora es responsable de nuestra Iglesia, se mantenga siempre muy fiel a Jesús y muy fiel a la Iglesia.

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