50 años de consagración hermana Auxilio / Parroquia San Pío X / 10 de febrero del 2018
Estimadas hermanas y hermanos, amigos, familiares de la hermana Auxilio, hermanas religiosas, hermano diácono, hermanos presbíteros.
Me da gusto acompañar a la hermana Auxilio en estos 50 años. 50 años llenos de Dios, 50 años de amor de Dios, 50 años de vivir en comunidad, 50 años de servir a la Iglesia. Todo esto nos da mucho gusto y nos unimos a sus sentimientos de agradecimiento a Dios.
La Palabra de Dios que escuchamos, propia de este día, nos ilumina a todos, en especial a ustedes, hermanas religiosas. Porque la vida religiosa tiene tres aspectos bien importantes. Primero, es un camino de conversión. Segundo, se vive la comunión. Tercero, es un servicio.
Lo primero es muy importante, el camino de conversión. Es decir, es el efecto de un encuentro con el Señor. La vida de una consagrada tiene que ser una confesión de fe, “creo en ti, Señor”.
Oyeron en la primera lectura (1 Re 12,26-32;13,33-34), un rey de Israel que lleva una mala conducta e induce al pueblo a la idolatría. La idolatría, además de engañar al pueblo, es una manera de alejar al pueblo de Dios.
Esto sucedió hace muchísimos siglos. Pero también los cristianos de hoy, ustedes y yo, tenemos que estar continuamente reafirmando nuestra fe en el único Señor. La profesión de fe tiene que acompañarnos en la vida cotidiana, en cada acción de la vida.
Una religiosa tiene que hacer esta profesión siempre mirando a Cristo, siempre poniendo su Ley en primer lugar de su vida cristiana.
Lo segundo, la comunión. Sabemos que juntos podemos vivir mejor nuestra fe. Porque la fraternidad es la mejor expresión de la vida cristiana. Por eso las religiosas asisten todos los días a misa, porque en la Eucaristía se aprende a vivir en comunión.
Oímos el relato de la multiplicación de los panes (Mc 8,1-10). Cristo instituyó este banquete, esta comida en común para vivir la fraternidad. Por eso, la vida en común tiene muchas cosas bien importantes: rezan en común, comen juntas, los tiempos de descanso juntos.
Así se fortalece la fe, así se fortalece la comunión. Especialmente, en la comida, porque la comida de todos los días es un reflejo de la Eucaristía.
Lo tercero es el servicio misionero. Ustedes, hermanas, son misioneras. Tienen tareas diversas, todas ellas muy importantes: formar niños y jóvenes sirviendo en una comunidad. Su servicio tiene que ser expresión de la fe y de la vida en común.
Porque si una religiosa profesa que vive en comunión también ayudará a sus alumnos, a los jóvenes, a los niños, a las niñas, los formará en la comunión con Dios y en la sana convivencia humana.
Hermanas y hermanos, vamos a pedir por la hermana Auxilio. Pidan por ella para que tenga una fe viva y la alegría de corazón y el gusto de servir de esta manera en la Iglesia y en la sociedad. Que Dios los bendiga.