arquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipoarquidiocesis-logotipo
  • Inicio
  • La arquidiócesis
    • Historia
    • Arzobispo
    • Obispos Auxiliares
    • Planeación Pastoral
    • Patrona de Monterrey
    • Causas de Canonización
    • Provincia eclesiástica
    • Obituario
  • Gobierno
    • Curia
    • Gobierno Pastoral
    • Actividad Pastoral
  • Directorio
    • Presbiteros
    • Parroquias
    • Diáconos Permanentes
    • Diáconos transitorios
    • Adoración Perpetua
    • Hospitales con capellanías
    • Nichos Parroquiales
    • Otros
      • Zonas-Decanatos
      • Vida consagrada
      • Prelatura personal
      • Movimientos laicales
      • Centros Asistenciales
      • Casas de retiro
      • Colegios católicos
  • Noticias
    • Todas
    • Arquidiócesis
    • Internacional
    • Nacional
    • Vaticano
    • Artículos
  • Seminario
  • Catedral
    • Historia
    • Áreas
    • Capilla del Sagrario
    • Exterior
    • Interior
    • Altar Mayor
  • Archivo
    • Documentos
    • Nombramientos
  • Descargas
  • Multimedia
  • Tu diezmo

El encuentro con el Señor nos hace caer rostro en tierra

Reunión de hermanas contemplativas de la Arquidiócesis de Monterrey / 25 de enero del 2018

Solo un sencillo pensamiento para hacer nuestro ese deseo que manifestamos los obispos de América latina en Aparecida: que todos seamos discípulos misioneros. Primero discípulos, luego misioneros.

¿Cómo se es discípulo? A partir del encuentro con el Señor. Ese encuentro que está lleno siempre de dificultades. El Señor saca a las personas de una situación y las lleva a otra nueva situación, como a Pablo (Cfr. Hch 22, 3-16). El Señor le hizo caer, cayó rostro en tierra.

Cuando la gente se encuentra con Dios lo primero que siente es su pequeñez, cae rostro en tierra. Recuerdan aquel relato de la Pasión de Cristo en San Juan cuando le preguntan a Jesús que quién es Él, responde “Yo Soy”, y cayeron todos rostro en tierra (cfr. Jn 18, 6).

Porque ante Dios primero nuestra pequeñez. El día en que profesaron sus votos perpetuos se recostaron en el suelo para recordar la pequeñez. Ese es la primera experiencia del que se convierte, sabe que es pequeño, que es polvo. Lo diremos el miércoles de ceniza, “recuerda que eres polvo y al polvo tienes que regresar”.

En la segunda experiencia que se nos cuenta, san Pablo quedó ciego por la inmensidad de la luz, no por la oscuridad. Hay una ceguera que es por la falta de luz y hay otra cuando hay mucha luz.

Como cuando ustedes se encierran en el cuarto y salen al patio sienten como si no vieran porque la luz es intensa y uno se va poco a poco adaptando a la luz y ve mejor.

Fue lo que le pasó a Pablo. Una luz intensa lo dejó ciego, pero luego a través de Ananías se le devuelve la vista. Un discípulo tiene que pasar por un periodo de humillación, pero también de adaptarse a la luz de Cristo.

Jesús en su mandato dice, “vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio” (Mc 16. 15). ¿Por qué Pablo era un gran predicador? Porque fue un gran discípulo. Él mismo dirá, “para mí todo el pasado es basura en comparación de lo que tengo por delante”.

Esta es la conversión de san Pablo. Pasa de ser alguien lejano a Cristo a un discípulo y luego a ser un misionero. Que Dios nos ayude a experimentar esta pequeñez y esta luz intensa que es Jesucristo.

Visto por: 3,185
Compartir:

Relacionado

27/11/2022

HOMILÍA – 27 de Noviembre de 2022, 1er. Domingo de Adviento


Ver Más
16/10/2022

Homilia del 16 de Octubre


Ver Más
11/09/2022

HOMILÍA – 11 de Septiembre


Ver Más
© 2022 Arquidiócesis de Monterrey. Terminos y Condiciones.